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Por Ro Tierno, Fotos: Cortesía Murmurante Producciones/ La compañía yucateca, con más de diez años de trayectoria, explora los límites del teatro mientras dialoga con otras disciplinas. Su último trabajo, Los bordes del abismo, una pieza documental que reúne testimonios sobre el suicidio, fue presentado en Uruguay y estará en junio en Mérida.

En el 2008, Ariadna Medina y Juan de Dios Rath fundaron en Mérida el proyecto Murmurante Teatro, laboratorio escénico transdiciplinario, con la intención de explorar el sentido del teatro contemporáneo, en diálogo con otras disciplinas, artísticas y científicas, en relación con el contexto y temáticas sociales. El grupo se completa con María José Pool, Josue Abraham Palma, Victor Rejón, Mario Galván y Noé Morales Muñoz.

El suicidio, la violencia intramuros, el paro laboral y la diversidad sexual, son algunas de las temáticas que Murmurante Teatro ha abordado en sus piezas escénicas y audiovisuales, entre ellas, El viaje inmóvil, estudio en espiral sobre el suicidio, Manual de cacería, Sidra Pino, Vestigios de una serie, Las Constelaciones del Deseo y El silencio que abrasa.

Según comentaron sus creadores y directores, la compañía tiene dos características que la destacan, por un lado el registro audiovisual de todas sus piezas escénicas, lo cual abre otros mecanismos y diálogos y ya forma parte de la estética del grupo, y por otro, la apertura al final de la función al encuentro con el público: “Como creadores ha sido invaluable esta retroalimentación con el público, nos ha permitido constatar el significado del nombre que elegimos para el proyecto: murmurarle al oído al espectador y quedarnos en su mente, en su imaginario, generando muchas preguntas e inquietudes”.

Es menester destacar que el trabajo de Murmurante ha tenido diferentes reconocimientos, como el Premio a la Cultura Ciudadana del H. Ayuntamiento de Mérida 2014 y la incorporación al Consejo Municipal contra la Discriminación de la Diversidad sexual de Mérida. A su vez, han influido en la escena social: fueron elegidos para formar parte de la Asociación Arte útil de la artista Cubana Tania Bruguera, con el proyecto Sidra Pino, Vestigios de una serie, donde trabajaron a favor de los huelguistas de la embotelladora de refrescos Sidra Pino, que finalmente recibieron su liquidación en el 2015 tras el cierre de la fábrica.

Durante el mes de mayo de este año, presentaron en Montevideo Los bordes del abismo, en el marco del Seminario Bases teórico-prácticas de los primeros auxilios suicidológicos en la Universidad Católica del Uruguay, un documental que consistió en entrevistar a personas que habían perdido seres queridos por suicidio, específicamente en Uruguay y en Mérida, catalogadas por la ONU como las regiones con mayor número de suicidios en Latinoamérica.

“Esa contradicción nos inquietaba y queríamos saber por qué se daba en ambas regiones y de qué manera. Decidimos construir una narrativa audiovisual en la que los propios sobrevivientes relataran sus experiencias y los suicidólogos aportaran sus conocimientos para que el espectador pudiera identificarse empáticamente con la situación y la sintiera como algo cercano. Consideramos que se trata de una de las experiencias más fuertes que pueda vivir un ser humano y de las cuales se puede aprender mucho”, expresaron.

Este proyecto se dio a partir de una residencia en Montevideo del equipo de Murmurante, apoyada por la UNAM y el Fondo Municipal para las Artes y la Música 2016, en colaboración con la ONG Último Recurso y la Escuela de Conciencia Eco, lo que le permitió a Juan de Dios Rath generar avances en su investigación de Maestría en Trabajo Social, “la cual giraba en utilizar el documental (El viaje inmóvil) como dispositivo artístico para sensibilizar al personal médico respecto al suicidio”.

¿De qué manera se acercan a las problemáticas sociales que trabajan en las piezas? ¿Cómo les afecta a ustedes como ciudadano- artista?

En las comunidades con las que hemos trabajado, que están inmersas en dolorosas o complejas problemáticas sociales como el suicido, la violencia, el paro laboral o la diversidad sexual, siempre nos hemos acercado de forma respetuosa y profesional. Procuramos asesorarnos  con colegas y amigos estudiosos de diversas disciplinas sociales o del campo de la salud.

Como ciudadanos artistas, el abordar problemáticas sociales nos compromete a prepararnos y abrirnos a otros discursos, a no asumirnos como expertos sino como aprendices de nuevos lenguajes, a pensar en que defender los derechos de un grupo es defender los derechos de todos. Tenemos la convicción de que el arte es el vehículo idóneo para sensibilizar a la sociedad y que debería de servir para poner sobre la mesa temas que normalmente permanecen en silencio.

¿Qué conocimiento han podido extraer del trabajo sobre los suicidios y cómo han sido las repercusiones del público?

Nos hemos dado cuenta que es una problemática multifactorial y que es un tema que no solo compete a la Secretaria de Salud del gobierno sino a varios sectores. Que la sociedad debería involucrarse más y darse cuenta que todos somos parte del problema y también de la solución.

En otro sentido, durante las presentaciones el público se conmueve mucho porque no está acostumbrado a hablar del suicidio. Es un tema que se silencia siempre, del que da vergüenza hablar. Sin embargo, cuando los espectadores se sensibilizan, las máscaras caen por su propio peso y las personas se abren y dialogan. Ahí aparecen nuevos conocimientos in situ que también nos ayudan a replantear nuestro propio quehacer artístico.

¿Qué sucede actualmente en Yucatán? ¿Por qué es importante comprometerse desde el arte con las problemáticas que afectan a la sociedad?

Yucatán es una región muy especial. Es un gran laboratorio histórico y social en el cual se pueden observar fenómenos geográficos, geológicos, históricos y sociales que ocurren solamente aquí. Las tensiones entre grupos sociales, que desde la conquista se traducen en relaciones de servidumbre de carácter señorial, han dado por resultado una cultura compleja, en la cual lo maya es valorado como una muy sofisticada mercancía, y al mismo tiempo, las personas de origen maya son fuertemente discriminadas e infravaloradas socialmente. Quizás de allá es posible que se derive que la península ocupe altos índices de suicidio, VIH, embarazo adolescente, abuso sexual contra menores  y alcoholismo.

Por otra parte, en sociedades complejas el arte ha cumplido una función social de vital importancia para sensibilizar a la comunidad respecto al conocimiento de su identidad y de los problemas que ponen en riesgo su viabilidad para transformarse, fortaleciendo sus vínculos sociales e identitarios. El valor de las artes radica en la posibilidad de generar espíritu crítico. En hacer visible lo que los poderes tienden a ocultar detrás de sus fórmulas rituales y de sus simulacros.

Ya llevan más de 10 años trabajando en este proyecto ¿Qué balance pueden hacer de este tiempo?

Desde el inicio del proyecto hemos asumido una actitud de considerarnos siempre inmersos en procesos de aprendizaje de nuestra realidad social, por ello nos resulta importante establecer canales de comunicación transversal con sociólogos, médicos, psicólogos, criminólogos, trabajadores sociales, historiadores,  así como también artistas de otras disciplinas como la comunicación social y el cine documental. Esto ha dado como resultado la creación de  cinco  piezas escénicas, que podemos decir con mucha satisfacción que han incidido en sus contextos de producción, generando redes de colaboración con varias organizaciones de la sociedad civil.

Dentro del mismo campo artístico es muy frecuente que quienes detentan los espacios de poder hagan de menos a los grupos que abordan problemáticas sociales. La razón tristemente es la carencia de conocimiento en el tema y a veces hasta de imaginación para pensar que es válido que se utilice el arte como una herramienta para incidir directamente en la comunidad. Esto provoca prejuicios comunes como que “el teatro no es terapia”, “esto no es arte”, “nadie quiere oír hablar de esos temas” y otros argumentos en los que mezclan arbitrariamente categorías conceptuales de moda para descalificar fenómenos que no comprenden. Lamentablemente esto se refleja en la escasez de apoyos para seguir creando y difundiendo conocimiento desde las artes y el propio campo artístico.

¿Cuáles son los objetivos y expectativas a futuro?

Consolidar nuestra práctica transdisciplinaria y posicionarla mediante talleres, proyecciones, conferencias, conversatorios y presentaciones en diversos foros académicos y artísticos. Creemos que en otras latitudes hay inquietudes artísticas semejantes a la nuestra y esperamos en un futuro no muy lejano generar un festival o encuentro interdisciplinario artístico y científico que tenga como sede  a Mérida, Yucatán. Por otra parte, nos interesa afianzar la sede de Murmurante como un Centro cultural en el norte de la ciudad en la cual podamos presentar no sólo el trabajo del grupo sino también de artistas invitados.

Actualmente, Murmurante se encuentra presentando El silencio que abrasa, una pieza escénica sobre la pérdida, y el 18 de junio estrenarán en Mérida el documental Los bordes del abismo, en el Teatro Murmurante ubicado en la calle 9 #71 entre calle 18 y Av. 20 de la Col. México Norte.

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