Por Luis Santillán/ Raúl Tamez ha generado proyectos de danza que buscan crear nuevos públicos, para lograrlo genera propuestas que parten de referencias clásicas de la danza pero su ejecución implica hibridación de estilos y formas. La exploración que hace podrá ser sopesada en lo inmediato con los resultados concretos que se dan en el escenario y, quizá la más importante, a largo plazo cuando pueda saberse si logró estimular un público asiduo a manifestaciones dancísticas.
La exploración que presenta en el Teatro Xola es El cascanueces con la música de Piotr I. Tchaikovsky. Es una propuesta que implica una lectura muy diferente de la versión clásica. En palabras del propio coreógrafo plantea otro eje de esta versión: “El punto central es la transición de la niña hacia la pubertad; quizás es su último año de inocencia…”. Este matiz convierte la propuesta de Tamez en un universo de movimiento entre El cascanueces y Alicia de L. Carroll.
Cynthia Hamm es la bailarina que interpreta a “Clarita”, su expresión tanto corporal como emotiva construye un sólido hilo de conducción donde es visible la propuesta que plantea Tamez. Existe en ella la capacidad para crear una entidad que está en una edad “fronteriza”, la inocencia, ingenuidad y candor son perceptibles en su trabajo, pero a la vez tiene momentos donde la incertidumbre, el asombro y cierta malicia rompen la primera lectura.
La propuesta dancística tiene bloques donde el eje es el cuerpo de los bailarines y las composiciones son bellas y sorprendentes, trabaja con otras posibilidades de movimiento que vuelven dinámica la propuesta y posee acentos donde lo clásico enmarca la melodía. En suma la propuesta corre riesgos y se vuelve una oferta muy interesante.
El diseño de vestuario de Edgar Sebastián rompe la temporalidad, pero no descuida el universo onírico; en el primer bloque el tono del vestuario construye sutilmente los paisajes, de ahí va definiendo personajes y momentos, el acierto está en la economía de recursos para hacerlos.
Si el espectador busca una versión clásica de El cascanueces la propuesta de Tamez no es la opción, si el espectador no tiene un bagaje sobre El cascanueces puede que se sienta confundido con la propuesta, pero si lo que se busca es una versión que, sin perder o sacrificar las virtudes de la danza, explore -y expanda- las posibilidades de la música de Tchaikovsky, hallarán en el trabajo de Tamez una satisfacción muy grata.
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