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DESVENAR: Del mole escénico y la psique mexicana



Foto: Cortesía INBAL

Por Saúl Campos/Valentina, Ángel y Richard se unen en el escenario para reflexionar acerca de la verdura que da mayor identidad a los mexicanos: el chile. Elemento principal de la cocina, de la lengua, del caló, de la historia, de la religión, de todo lo que nos compone como miembros de la patria. A través de diversos pasajes, estos mexicanos tratarán de descifrar lo que hace que la vida en México pueda ser tan equivalente y placentera como el ardor que provoca un chile al morderse y rozar unos labios.

Cuando hablamos de Richard Viqueira tenemos que entender que el sentido escénico tendrá, inevitablemente, un sentido metafórico que nos va a llevar a la crítica social de una forma u otra y aquí, Desvenar no es la excepción.

Tomando al ingrediente principal de muchas de las recetas del día a día culinario en México, Viqueira va comparando el crecimiento del fruto hasta su fin último, como la vida misma de un ser humano nacido en esta tierra. Bajo un impulso profundo que va enmarcando a cada palmo la reflexión del dolor, el ardor, la traición y el sabor que conlleva existir, amar, trabajar o simplemente habitar las calles de este país.

Dentro de una historia que se narra en capítulos: una Adelita, un Pachuco y un Cholo van deconstruyendo escenas típicas de la sociedad entre canciones y coreografías; que van llevándonos por senderos de comedia, pero que irremediablemente van cayendo en zonas que resultan dolorosas para asimilar al espectador, por ser simplemente realidades sociales.

Resulta bastante fuerte el ver a través de la metáfora de un fruto picante, cómo una traición en pareja o un conflicto de identidad nacional, pasando por decisiones críticas como la elección de quien gobernará el país, se van permeando como acciones que el mexicano ejecuta “al chilazo” o “enchilado”. Cuestiones que quizás de manera chusca, no dejan de ahondar en la cuestión de que el mexicano es un ser apacible, pero inflamable, duro de llevar, pero indispensable para dar sazón y alma.

Aunque el tema de valerse de la interacción con el público para ir generando ritmo en el montaje siempre será un arma de doble filo (y en muchos casos una salida fácil para la dirección), en este caso el director sabe cómo implementarla, va acercando a cada personaje a las dosis necesarias de empatía con su público para que él mismo pida a gritos (literalmente) formar parte de la disertación de estos personajes de una manera u otra.

A pesar de que el diseño lumínico y escenográfico suceden de manera bastante escueta, terminan siendo funcionales para contar la historia, gracias a que realmente todos los apoyos visuales que ocupa la audiencia, se van generando en la mente de cada espectador por la acción de las increíbles actuaciones de Valentina Garibay, Ángel Luna y Richard Viqueira, quienes nos van entregando personajes muy bien construidos a partir de un hiperrealismo bastante notable y con momentos individuales netamente sublimes.

Desvenar es auténticamente un mole escénico a degustar como un plato fuerte que será pesado a la digestión, pero que va a llenar plenamente y satisfacer a cada bocado por la variabilidad de contrastes que genera en el paladar.

La obra termina su temporada este martes en la Sala Xavier Villaurrutia, consulta precios y horarios, aquí.

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