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DESPERTAR DE PRIMAVERA: La maestría para hacer teatro



Fotos: Francisco Bravo

Por Luis Santillán/ La versatilidad de Diego del Río destaca, más allá del formato de sus proyectos, todos comparten el desarrollo de un lenguaje escénico y un rigor en el trabajo actoral. La facilidad con la cual puede generar una puesta en escena donde el texto es el eje rector o bien una propuesta que experimenta sobre el espacio y las relaciones humanas, dan muestra de un director que rápidamente se proyecta como un referente del teatro nacional.

La exploración que emprende en Despertar de primavera es sobre los lenguajes y formas escénicas. Sin descuidar el contenido del texto, construye un universo donde el acento está en los recursos escénicos. La puesta en escena tiene dos momentos; el primero se crea en un espacio con dos frentes, utiliza varios niveles aprovechando una escalera fija, una larga mesa y el techo de los espacios de alrededor. El segundo dirige la mirada de manera frontal, pero mantiene dos niveles visuales.

El contraste entre el primero y el segundo es interesante. En uno, la primera parte, la luz se expande generando un universo donde los personajes exponen su mundo, un mundo aun no corrompido por las acciones y decisiones que la trama plantea. En la segunda parte, cuando las repercusiones afectan a los personajes, la luz se vuelve escasa, la manipulación de fuentes lumínicas se suman a la creación de ese universo donde la esperanza va agonizando. Esto en sí es un logro de la propuesta, aprovecha las condiciones particulares del espacio y las usa para construir tanto la plástica que le interesa como el universo dramático de Frank Wedekin. Al mostrar un abanico de resoluciones, cada una empleada para sostener el acontecer de los personajes, para enmarcar la acción.

Las variaciones pueden parecer excesivas, sin embargo, van con el ritmo de la obra, con los matices emotivos de quienes construyen el relato. Quizá algunos bloques requieren del proceso que conlleva la temporada para que el reparto mantenga la energía sin los altibajos que tienen las primeras funciones, más allá de equilibrar este aspecto, la suma y dominio de las escenas, las imágenes creadas, las cargas anímicas en el reparto logran sostener de manera afortunada la puesta en escena.

Del reparto destaca Ana Guzmán Quintero. La forma en que el personaje modifica su visión del mundo le vincula emotivamente con el público, trabaja las variaciones con sutileza, la ingenuidad del personaje no la lleva a una creación simple y burda, por el contrario, eleva los acontecimientos a una altura trágica.

Hay todo un equipo que trabaja de manera unida, son piezas de una gran máquina y cada quien hace su parte para que todo se mueva, para que sin duda alguna la experiencia de ver esta obra sea satisfactoria. Lograr que todo funcione, que todo se vea tan natural, orgánico, es el reflejo del trabajo emprendido por quienes hacen posible Despertar de primavera.

Diego del Río se ha vuelto una garantía, en una apuesta como la que emprende con Despertar de primavera, sin reserva se entrega a la apuesta de hacer teatro en un espacio con condiciones específicas, las emplea a favor y crea una experiencia escénica que vale totalmente la pena.

Las funciones son en Galera, hasta el 15 de diciembre, consulta precios y horarios, aquí.

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