Por Mariana Mijares, Fotos: Cortesía Producción/ Aunque siempre le ha interesado el arte, fue hasta que le ofrecieron prestar su voz al corto documental Vincent, pinceladas de un genio (producido por el museo de Orsay, el Museo Van Gogh y el Centro Cultural Tijuana), que Mario Iván Martínez empezó a empaparse en la vida del pintor neerlandés que nació y murió en el siglo XIX.

“(Tenía) una relación estrecha con él en el sentido de que siempre me gustó pintar. Soy un pintor aficionado y naturalmente el conocimiento de la obra de Van Gogh era, como para muchos, algo esencial, disfrutable, que mis maestros de pintura pusieron sobre la mesa. Pero mi conocimiento radicaba más en su evolución pictórica que en su vida íntima”, relató Mario Iván en entrevista para Cartelera de Teatro.

El documental estrenado en 2009 (cuyo título original es Moi, Van Gogh) retrata la vida del pintor desde sus primeras pinturas, a los 27 años, hasta su muerte, a los 37 años. Se enfoca sobre todo en esta década en la cual el principal exponente del postimpresionismo pintó más de 700 lienzos.

“(El documental) Giraba sobre todo alrededor de su evolución pictórica. Al leer cada vez más acerca de Van Gogh me interesó, ahora, poner sobre la escena sus encuentros y desencuentros afectivos, sentimentales, su relación con Gauguin, su locura, sus pasiones, su necesidad de fincar un epistolado. Pero antes de esto mi conocimiento era, si no superficial, giraba más alrededor de su evolución pictórica”, especifica.

Conforme más se empapaba en el artista que tuvo una productiva estancia en Arlés en 1888, el actor mexicano quiso ahondar más sobre su vida; así que durante sus viajes al extranjero, se dedicó a visitar sitios con obras e historias de Van Gogh.

“El año pasado realicé un viaje de un mes a los lugares donde pintó, donde murió. Estuve en Arlés, en el sur de Francia, en la Provenza donde fundó la Casa Amarilla, donde pintó varias de sus obras, entre ellas “La Noche Estrellada” junto al Ródano y “Los Girasoles” para decorar la casa, la recámara de Paul Gauguin. Luego fui al museo de Orsay, en París; y por supuesto, visita indispensable era el museo Van Gogh en Ámsterdam. También fui a Inglaterra, amén de que yo viví de allá y tengo varios amigos.

“Él fue corredor de arte de la Galerie Goupil (en París) en su juventud, y también me interesaba ir a la casa donde vivió, y la ruta que seguía todos los días para llegar a su trabajo. Me empapé y quise tener sus obras enfrente de mí, apreciar el impacto”, relata.

Luego de estos productivos viajes, y del bagaje adquirido, quien también protagonizara el musical La Jaula de las Locas, se aventuró a un nuevo territorio: verter sus conocimientos y escribir por primera vez una obra original. El resultado es el trabajo que decidió llamar Vincent, girasoles contra el mundo, por la estrecha relación del pintor con estas flores.

“Es un título que decidí otorgarle a la dramaturgia, con base en una frase de Van Gogh que dice Johanna van Gogh-Bonger en su diario, y que culmina la obra de teatro: ‘De ahora en adelante, Vincent será conocido, no como un pintor decadente y prostibulario, sino como un verdadero artista. Vincent será el nombre que daré a mi hijo; el otro, el de los cobaltos, el de los amarillos, el de los girasoles contra el mundo será conocido en este diario, únicamente, como Van Gogh.” Entonces lo tomó de ahí porque el personaje de Johanna es muy importante en esta puesta. Amén de eso, los girasoles fueron su flor favorita, el amarillo su color favorito, y él mismo lo dice: ‘Esta flor es propia de mí, la he pintado en todas sus etapas, la flor enfrentando al sol, enfrentando al mundo; así soy yo Theo, un girasol contra el mundo’. Por lo incomprendido que fue en su tiempo, y esa lucha constante por alcanzar un lugar bajo el sol”, ahonda.

Martínez funge además como productor y diseñador de vestuario del montaje, proceso que confiesa ha sido complejo y demandante, pero también gozoso.

“Ha sido un proceso delicioso. Sólo me atreví a abordar todas estas tareas con la debida antelación, precisamente para que no fuera cierto el dicho ‘El que mucho abarca, poco aprieta’; entonces necesitaba darle tiempo a mis diseños, al trabajo actoral, a la producción. Es un trabajo que emana de la relación muy personal de un servidor con este hombre. Va más allá de hacer un personaje”.

El actor confesó sentirse conmovido por el pintor que vivió en la pobreza y que murió pensando que había fracasado.

“Me identifico mucho con su paradoja de vida, con su soledad. Me conmueve enormemente a la distancia, y aunque soy un actor mexicano del siglo XXI y él vivió en el XIX, él y su hermano, ambos, me tocan el espíritu de una manera muy particular”.

En ese sentido, otra de las bases de este montaje que se presentará los lunes a las 20:30 en el Teatro Helénico, fueron las cartas que intercambiara Van Gogh con su hermano menor: Theo; de hecho, de las 800 cartas que se conservan del pintor, unas 650 fueron para Theo.

Sobre el escenario, Martínez estará acompañado por Fernando Memije, quien interpreta al amigo de Van Gogh: Paul Gauguin, y de Paula Comaduran, quien dará vida a diferentes personajes femeninos en la vida del artista; entre ellos la prostituta Sien, a quien Van Gogh pintara desnuda en el famoso dibujo “Dolor” (Sorrow), y Johanna, cuñada del pintor y la mujer visionaria y culta gracias a la cual hoy se conoce la obra de Van Gogh.

“Ella de pronto, imagínate, se encuentra viuda -su esposo había muerto unos meses antes- con 899 pinturas que nadie quiere, y un hijo de un año. Entonces, ella se dedica, gracias a su visión, a colocar año con año las pinturas de Van Gogh, a pesar de que las críticas eran lapidarias. Otra mujer con menos visión las habría quemado; porque incluso había movimientos importantes en París que pregonaban que la obra de Van Gogh podía causar la locura, que era demoniaca, y debía quemarse”.

La dirección corre a cargo de Luly Rede, con quien Martínez colaborara en Diario de un loco de Gógol; Xóchitl González estuvo a cargo de la escenografía e iluminación, y la música es del pianista Alberto Cruzprieto.

Para el actor también responsable de espectáculos infantiles como Que dejen toditos los sueños abiertos y Descubriendo a Cri-Cri, esta era una oportunidad muy especial para explorar otros territorios histriónicos.

“Me siento muy feliz porque la parte medular de mi desempeño es, ciertamente, brindar a lo largo de mi vida -porque es un proyecto de vida-, dignidad y diversidad a la oferta infantil; pero naturalmente, también tengo sed de proyectos para adolescentes y adultos, o para adultos, con personajes que me provoquen. Qué mejor que hacerlo con una figura titánica de la plástica moderna como Van Gogh, cuya vida a todas luces es digna de ser contada y llevada a la escena”.

Finalmente, el actor espera que, como si se tratara de un museo, o una película, el público se lleve un espectro más grande de quién fue en realidad Vincent Van Gogh.

“Ojalá se lleven un mosaico más amplio de lo que conocemos de Van Gogh; algo más allá de la nota roja, del hecho de que se cortó la oreja y que era un pintor loco y prostibulario. Era un ser sumamente sensible, con una calidad poética inconmensurable -esto se ve en sus Cartas a Theo-, un hombre letrado que cuando murió ya había leído todo Dickens, todo Shakespeare, se sabía la biblia de memoria; que quiso ser pastor, y que quiso retratar la dureza del trabajo de la gente y las injusticias de su tiempo”, añadió.

“En síntesis, un mosaico mucho más rico, y mucho más amplio, de la vida, la obra y los sentimientos de este hombre que si no se hubiera dedicado a la pintura, muy probablemente, pudiese haber sido escritor, poeta o hasta santo”.

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