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CERO: Una utopía que les devolverá la esperanza



Por Roberto Sosa/Sin nada, carente…huérfano. El 31 de diciembre de 1989 nació Cero, también Lucía, igual Lina. A él su madre lo parió en un taxi y después murió, vivió en la orfandad, nadie quiso adoptarlo; Lucía nació en el IMSS de Xalapa, Veracruz. En otro hospital menos culero, Lina llegó a este mundo. Sin conocerse, el azar los reúne 27 años después en la Central de Autobuses, la Tapo, su destino: la ciudad de Xalapa.

Enrique (Cero) desea conocer el mar –nadie le aviso que en Xalapa no hay playas-, Lucía dejó la casa de su papá a los ocho años cuando sus padres se separaron; Lina busca a su ex, desea cerrar un ciclo. Por error el autobús que habría de llevarlos a la capital de Veracruz, los baja en Perote. Es de madrugada, en medio de la niebla y con un chingo de frío. Lina: “me lleva la verga…” Enrique: “me parece que es algo agradable por la forma en que lo dice…”

A los tres los une la casualidad y la necesidad de encontrar una vía que los lleve hacia el pasado para entender su presente. El viaje es en sí mismo introspectivo; el aquí y ahora les hará comprender que la vida es el camino, la senda que será ineludible transitar para alcanzar la madurez física y emocional. En los tres converge la expectativa de encontrar lo anhelado, o quizá solo sea una utopía que les devolverá la esperanza.

Los protagonistas son tres jóvenes que transmiten alegría, desparpajo y esa particular forma de percibir, descubrir y ver la vida. Cero es un número sin valor, nada. Sin embargo se trata de una obra que vale y dice mucho. Toma de la mano al espectador para recorrer con tres muchachos, una ruta hacia un punto bajo el firmamento de Xalapa, en la última noche del año.

Con un cielo lleno de estrellas y la humedad del estado veracruzano, se teje una historia divertida, donde subyace un pasado triste y desgarrador. Por el bosque y con el sonido de una cascada, encontrarán el camino por donde llegar al mar, al hogar que dejó en su infancia y al amor del pasado, aquel que duele y no es fácil olvidar. Es la noche del 31 de diciembre, el cumpleaños de los tres, hoy será distinto…

Cero (pieza ganadora del Premio Emilio Carballido 2017) es autoría y dirección de Ingrid Cebada, dirige a tono con su texto, detrás de la comedia asoma el drama, la obra así lo refleja. Sus personajes los escribe con algo en común: soledad y pertenencia. Las actuaciones son de Emmanuel Lapin (Enrique), Abigail Pulido (Lucía) y Mariana Cabrera (Lina), espléndido trabajo realizado con rigor y talento. Diseño sonoro, Mario Mendoza; escenografía e iluminación, Aurelio Palomino.

La obra se presenta en el Foro A Poco No, consulta precios y horarios, aquí.

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