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CASI TRANSILVANIA: De café, palmeras y seres chupasangre



Foto: Cortesía Producción

Por Saúl Campos/Estamos rodeados de cosas que nos logran quitar la energía, el pensamiento, el sueño, pequeñeces con capacidades de robar hasta el juicio más sano en los días perfectos a costa de un mal pensamiento. Pero en medio de todo esto, de circunstancias tóxicas y claroscuros, se encuentran dos tipos de personas: las que pueden ayudarte a salir del hoyo con actos desinteresados y buen corazón; y aquellos vampiros que tan solo quieren emboscarte para chupar la última gota de sangre que tus venas puedan tener. Bajo esta disertación, Bárbara Colio nos presenta su más reciente obra: Casi Transilvania.

Para este montaje que se presenta en La Teatrería, Colio toma el timón del barco como dramaturga y directora, para presentarnos la historia del matrimonio de Julia y Hugo: Ella una gran guionista, hija de leyendas del cine; Él, un director en búsqueda del éxito y reconocimiento finales. El matrimonio aparentemente estable tendrá que abrir lo ojos ante todo lo que habían ignorado cuando un crimen se cometa en el parque frente a su casa; a su vez, la mesera del café de junto y una actriz de reparto entran en juego para lograr sacar de balance todo lo que está de más.

Hay algo en la pluma de Colio a lo cual nos vemos atados. La dramaturga logra su cometido al entrar en el lugar común de las personas tóxicas y llevarlo a un extremo de la metáfora vampírica, en medio de una historia que va contada bajo un lenguaje casi cinematográfico. Es justo este texto, el que brilla por todo lo alto para que Colio nos demuestre que la narrativa de la que es culpable siempre puede sacarles la vuelta a las situaciones más complejas y enamorarnos con su discurso.

Los personajes que nos presenta se vuelven cercanos desde el primer minuto, tenemos al director a un paso del fracaso existencial, a la mesera cinéfila con las mejores intenciones, a la guionista eclipsada por su propio talento (tal cual, la amiga que no se da cuenta) y a la actriz que necesita desesperadamente sobresalir para ser alguien. Colio nos sirve todo desde la mesa con mejor vista al parque en la cafetería ficticia que dibuja, con una palmera trasquilada al centro que, aunque ha sufrido de las inclemencias de los jardineros negligentes, pero cuya naturaleza es la de sobrevivir a pesar de todo.

Lamentablemente la gran imagen de la palmera no logra contagiar con este espíritu al montaje, el cual encuentra a sus propios vampiros que le imposibilitan brillar al 100 en la propia dirección y la actuación de Tomás Rojas. La directora opta por una dirección de actores más cercana al naturalismo que no termina de entregarnos una construcción de escenarios completa o compleja, y nos queda debiendo un ritmo más preciso y cadente para adentrarnos en la tensión con vis cómica que imprime desde lo escrito y que no tenemos en escena.

Por su parte, Rojas se queda corto frente a un personaje tan complejo que no termina por concretarse y se hunde en momentos sobreactuados que logran llevarse a su compañera Martha Mega, quien bastante frágil en las tablas, cae junto a Rojas en los momentos que cruzan escena y logra mostrarnos grandes momentos cuando le toca hacer juego junto a Lumi Cavazos y Sophie Alexander, quienes encarnando a la guionista y a la actriz necesitada de atención, se anteponen en la puesta con las actuaciones más sólidas y constantes, permitiéndonos entender el contexto de la obra y su carga emocional.

Casi Transilvania termina por ser justamente un montaje casi completo, en el cual la perfección se pierde en medio de sus propios vampiros, sin embargo nos deja una historia perfectible y bastante disfrutable con el sabor de un crimen hollywoodense que bien podría estar sucediendo en un parque de la Narvarte.

Consulta precios y horarios de la obra, aquí.

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