Fotos: Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/Fragmentado, roto, delirante…extraviado. El espectáculo recorre las entrañas del teatro y es también una travesía por los tergiversados senderos de la mente del poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, director escénico y actor francés: Antonin Artaud (1896-1948). Conocido como el creador del Teatro de la crueldad (movimiento teatral expuesto en su libro El teatro y su doble), rudimento que ha ejercido una gran influencia en la historia del teatro mundial.
El periplo inicia en el lobby del teatro; los asistentes siguen a Artaud por escaleras, pasillos, salones, la galería, camerinos, bodegas y el escenario principal; esta dinámica permite al espectador ver desde arriba, abajo y de frente al personaje; para vivir la experiencia y cercanía con el artista, y compartir con él sus sueños, pensamiento e ideas; su universo, su locura y grandilocuencia.
El personaje de la Dra. Francoise Mómo (interpretado por la actriz Aline L. Bernal), acompaña el recorrido. Su presencia contrasta con el protagonista, ella representa la ciencia médica, la sabiduría, él, la antítesis; Mómo relata parte de la vida de Artaud, cómo fue su estancia de nueve años en manicomios, las terapias electroconvulsivas que acabaron por hundirlo físicamente. En cada espacio, la doctora aparece incluso de cabeza, ni ella se escapa de la abstracción del espectáculo.
Artaud en mil pedazos es autoría que comparten Rodrigo Carrillo Tripp y Claudio Valdés Kuri; Carrillo Tripp interpreta al personaje, y Valdés Kuri lo dirige. La mejor decisión del realizador fue montar la obra por todos sus ángulos, rincones y recovecos del recinto teatral para hablar de un personaje como Artaud; la analogía es evidente. La obra es una apología al artista a quien el teatro le debe tanto y lo que para él significó.
La dramaturgia transmuta el pensamiento y sensibilidad de un personaje que Rodrigo Carrillo asume con propiedad. Su actuación dejar ver a un hombre agobiado por su locura y por los tratamientos psiquiátricos a los que fue sometido. El personaje transita por periodos emocionales que trastocan su mente, Carrillo las interpreta de forma loable; su actuación es sobresaliente.
El espectáculo acentúa el viaje que Artaud realizó a México en 1936 a la Sierra Tarahumara. Para el artista francés los tarahumaras son una “Raza-Principio”, cultura que considera superior a la del hombre de Occidente; en ellos ve efigies vivientes grabadas por la naturaleza en la montaña. Utilizar flautas y tambores, es como si se evocará a los espíritus que habitan las montañas de los tarahumaras.
Desde la perspectiva del dramaturgo francés, el Teatro de la crueldad era aquel donde se debería inquietar a los asistentes tanto como fuera posible, por lo que utilizaba una mezcla de formas de luz, sonido y ejecución ambiguas. La imaginación -para Artaud-, es la realidad. Realidad parece ser un convenio, el mismo acuerdo que la audiencia acepta cuando va a un teatro para ver una obra, que por un tiempo pretende que lo que están viendo es real.
El espectáculo se creó el año pasado para formar parte de la exposición ARTAUD 1936, que se presentó en el Museo Tamayo. Hoy la compañía Teatro de Ciertos Habitantes presenta una nueva versión, una puesta en escena sui géneris que aborda la personalidad de un artista excepcional como Antonin Artaud. A la salida el público sabrá que el teatro-arte y el teatro-recinto, ya no le ocultan ningún secreto.
Las funciones son en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris hasta el 17 de febrero, consulta precios y horarios, aquí.
