Fotos: Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/ Es su nombre, el basurero su universo. Las montañas que avistó desde niña, no fueron las verdes colinas con grandes árboles que acariciaban las nubes. El panorama que aparece ante sus ojos son cerros pero de basura, pútridos, enormes montones de deshechos mal olientes. La basura que la gran metrópoli acumula sobre el suelo y a cielo abierto. En este hábitat Vanessa nació, creció… y soñó con el mar.
Vivió maltratos de su madre, no conoció a su padre y fue violada por el líder de los pepenadores. Conoció a Topo, su amigo y amor platónico. Desde su percepción ella es como los marsupiales, que nacen fetos y se desarrollan dentro del marsupio, una bolsa que los alimenta y protege; el marsupio de Vanessa son los muros del tiradero Neza III del bordo de Xochiaca. “Me gusta meter la nariz en el culo del mundo…”
El monólogo lo escribe y actúa Tania Y. Mayrén, se trata de un texto basado en hechos reales; lo trabajó inmersa en los tiraderos para conocer a la comunidad que lo habita y trabaja, y vivir de cerca la problemática que padecen las mujeres en este desolado mundo. El resultado de esta profunda investigación es un monólogo que logra sensibilizar al espectador sobre el impacto ambiental y social que enclaustra la basura.
Mayrén desdobla su actuación con distintos personajes; la labor que realiza sobre el escenario, es muestra de su preparación y talento. Un trabajo intrínseco bien logrado. Cabe recordar que Vanessa forma parte de una trilogía que la autora inició con Anna, estrenada en 2014, le siguió Hedda que presentó en 2017.
“Anna es el testimonio del hermano desaparecido; Hedda el de su verdad; y Vanessa es la evidencia de las cosas que se callan pero que huelen a un tiradero”, apuntó. Tres unipersonales bien realizados que manifiestan la calidad interpretativa de la artista.
La dirección es de German Castillo, utiliza proyecciones y video, recursos que significan el sitio y los momentos que vive la protagonista. Sin embargo le faltó “ensuciar” más al personaje, lo está por dentro, faltó proyectarlo hacia fuera. No amalgama acertadamente los elementos que subyacen en el relato. La provocación viene del trabajo actoral, no lo complementa el trabajo del director.
Vanessa es una obra que nos deja en la reflexión y la preocupación. Los grandes tiraderos a cielo abierto en las grandes ciudades y las consecuencias que significan, es alarmante, no solo en México, este problema lo viven la mayoría de los países del tercer mundo. Se contamina el suelo y el aire, se generan gases como el metano que puede provocar graves incendios. Depositar la basura en el camión recolector no nos libra del problema. Además estos sitios guardan otros tipos de deshechos…los cuerpos de personas asesinadas.
El diseño de iluminación y escenografía es de Sara Alcantar; vestuario y diseño de video, Abril Pinedo; diseño sonoro y música original, Rodrigo Castillo Filomarino.
Las funciones son en la Sala Xavier Villaurrutia hasta el 28 de octubre, consulta precios y horarios, aquí.
