Por Mariana Mijares, Fotos Cortesía IQ Icunacury Acosta & Co./ Lograr una obra sobre dos personajes, dos mundos que colapsan, sin duda era un reto interesante, y en su más reciente trabajo, Adrián Vázquez -autor de Los que sobran, Algo de un Tal Shakespeare y Wenses y Lala (ganadora como Mejor Obra en los Premios Metro)– nos presenta los universos de dos personas: Valeria (Silvia Navarro) y Richard (Osvaldo Benavides) y, poco a poco, muestra sus paralelismos, sus diferencias y por qué era su destino coincidir.

Platicamos con el director y dramaturgo, y con sus protagonistas: Silvia Navarro y Osvaldo Benavides, sobre el montaje que se presenta de viernes a domingo en el Teatro López Tarso.

Adrián, estás viviendo un muy buen momento de tu carrera: estás en cine, televisión, haciendo y produciendo teatro. ¿Cómo fue el proceso para escribir Donde los mundos colapsan?

Adrián: Es un proceso muy similar a los que a mí me gusta trabajar: escribo para los actores que van a interpretar las obras y eso es muy grato; poder convencer a los actores de que esa es la manera en la que yo trabajo, y en los ensayos ir redescubriendo la historia, y que los actores se comprometan.

¿Y no hay nervios, o reticencia en los actores al iniciar un proceso sin el texto terminado?

Adrián: Creo que, incluso en el amor, no te avientas a darlo todo sin recibir nada ¿no? Entonces en una obra de teatro donde se conjugan tantos factores; desde el espiritual, emocional, el artístico, el económico, siempre nos llena de algo de incertidumbre, pero también es muy grato. Este trabajo ha acarreado mucha fortuna, toda la gente que se suma, y que decide confiar, decide creer. A mí eso me llena de una responsabilidad muy grande.

Lo que me corresponde es disfrutar y escribir sobre eso que nos gusta, que nos mueve, nos conmueve, nos llena de ira, de alegría; y eso, creo que esa fue la gran labor.

Fotos Cortesía IQ Icunacury Acosta & Co.

¿Qué querías contar en Donde los mundos colapsan?

Adrián: La primera pauta que me motivó, fue la relación que establecí con Silvia Navarro. Ella fue a ver una de nuestras obras: Dos para el camino, le aplaudió a los chicos a rabiar, y luego fue a ver Wenses y Lala, y ahí me la presentaron. Platicamos, y me habló de las cosas que quería hacer. No me gusta hablar en términos esotéricos ni fantásticos, pero sí creo que hay algo en los espíritus con los que dices: ‘yo soy afín a esta persona’, y hay otros con los que dices: ‘no tengo nada en común’.

Algo que me agradó mucho de Silvia, y además he redescubierto su espíritu; es que es una persona muy trabajadora, comprometida, entregada, generosa, y no sé, que te motiva a escribirle. Creo que desde esa primera vez que nos conocimos, y hablamos, sentimos como esa comunión discursiva.

Esa fue la primera pauta de la obra: dos personas que están destinadas a trabajar juntas, en una obra sobre dos personas que están destinadas a encontrarse.

Y encontrar a alguien no siempre es fácil…

Adrián: No, y seguramente además sufrirán todos los embates del amor; pero lo que es bello es sí encontrar a esa persona. Y acá fue muy grato.

En este momento de mi vida me gusta pensar en que encontré a la actriz, y al actor perfectos para contar esta nueva historia…

Con Osvaldo además habías compartido el escenario en Un Hombre Ajeno

Adrián: Sí, fuimos compañeros en la obra de Alejandro Ricaño. Ahí yo descubrí principalmente a un gran ser humano y a un actor muy, muy profesional. A veces por el hecho de que los actores hacen tele, el ámbito teatral desdeña mucho su trabajo, y además me parece de manera injusta, porque Osvaldo es un muy buen actor. Es muy propositivo.

Cuando supimos que esta obra se trataba de un hombre y una mujer, el primer nombre que me vino fue Osvaldo Benavides, y Silvia estuvo de acuerdísimo desde el primer momento. Este proyecto ha nacido con gran fortuna; nace de la convicción de compartir un discurso.

¿Qué significa para ti que textos tuyos como Wenses y Lala, o Algo de un tal Shakespeare, sigan tan vigentes? Que se repongan y se repongan, y siempre con gran éxito…

Adrián: Es muy grato. Yo tengo una formación teatral, o sea mi formación no corresponde tanto al mundo del espectáculo, sino al mundo del teatro como arte -por llamarlo de alguna manera-, aunque esas diferenciaciones son atroces por momentos; pero pues mi formación viene del tratar de investigar los aspectos de la teatralidad que la hacen vigente y que la hacen poderosa.

Me gusta pensar que las obras no deben terminar nunca; este año cumplimos diez años presentando Más pequeños que el Guggenheim, y se agotaron los boletos… El poder seguir compartiendo el discurso, para mí es fundamental; creer que los discursos escénicos no caducan nunca; que siempre hay algo nuevo que redescubrir. Me gusta creer que las obras en las que uno participa tienen esa vigencia y la posibilidad de seguirse presentando, y que la gente las pida, para mí es muy halagador.

En algún momento estuve en un proyecto en donde estaban personalidades que tienen ya una fama o reconocimiento grande en el medio del espectáculo, y tuvimos dos temporadas muy, muy buenas, pero cuando quisimos organizar una tercera, una dijo: “ya no, para mí la obra ya dijo lo que tenía que decir”. Y yo no comparto esa visión. Hay una obra que tengo 13 años haciendo y que quizá este o el próximo año sean de las últimas veces que la presente (Los días de Carlitos) pero no por una cuestión de que considere que el discurso no está vigente, sino porque ya las posibilidades físicas de uno, no son las mismas para representar ese trabajo con la misma calidad.

¿Prefieres dirigir tus propios textos? ¿Y cuando no es un texto tuyo y estás como actor?

Adrián: Si se trata de dirigir, me gusta más dirigir mis textos porque les puedo mover lo que quiera, para donde yo quiera.

También disfruto mucho actuar; pero en la actuación, creo que disfruto de manera similar cuando son textos míos a cuando no lo son. Disfruto ser una criaturita escénica, un animalito escénico, que siempre está buscando.

Finalmente, ¿por qué te gustaría que la gente fuera a ver Donde los mundos colapsan?

Adrián: Porque se la van a pasar muy bien, van a redescubrir a estos dos actores: a Silvia y a Osvaldo, y los van a ver en una faceta diferente.

Porque la historia es muy, muy pertinente; porque nos apasiona, nos conmueve, y a nosotros nos llena de gusto poder compartirla; poder ver potencializada en acción esas palabras, y porque va a ser una temporada muy corta.

Es una oportunidad única de ver buen teatro; de teatro que no aspira a grandes producciones, sino a llegar como una flecha a la espiritualidad, al corazón del espectador.

Fotos Cortesía IQ Icunacury Acosta & Co.

Silvia Navarro y Osvaldo Benavides

Silvia, después de Misántropo y en los últimos meses varios proyectos de teatro querían sumarte en sus equipos; ¿qué te llevo a elegir Dónde los Mundos Colapsan?

Silvia: Justo después de Misántropo empecé a cuestionarme qué venía después; qué quería comprobarme, en qué quería trabajar y me dediqué a ver mucho teatro. Fui a ver Dos para el Camino, después vi Wenses y Lala; Los que Sobran y empecé a decir: ‘¿Quién es este señor?, ¿Qué onda con Adrián Vázquez?

Lo que tiene Adrián es que tiene una gran crudeza para contar las cosas, no le da miedo irse a la realidad. Después de ver su trabajo le dije que lo admiraba y que quería trabajar con él; quería aprender su técnica, lo que hacía con actrices como Verónica Bravo y que yo no había hecho.

Mi manera de fugarme del mundo es ir al teatro, y lo que me hizo aceptar este trabajo es la oportunidad de conocer y hacer cosas nuevas.

Osvaldo, ya habías trabajado en el escenario con Adrián Vázquez, ¿cuál fue tu experiencia de ahora colaborar con él como director y dramaturgo?

Osvaldo: En Hombre ajeno nos conocimos y nos hicimos buenos amigos, hemos estado en contacto desde entonces. Después hicimos una película: Todo mal. Somos buenos cuates, nos la pasamos bien, nos entendemos bien como colegas.

El proceso de Adrián como director es diferente a los procesos que normalmente llevas. A Adrián le gusta trabajar de una manera más colaborativa; o sea, ir creando a los personajes, encontrando la obra y los diálogos, juntos; junto con él.

Silvia: Me parece que el mundo se merece lo que está ofreciendo Adrián; que te lleva arriba, a soñar; y luego abajo, a los dolores que tiene la vida y a los pequeños detalles que hacen tan grandes los universos de cada persona y lo que nos conecta. Me encanta Adrián y le apuesto a su manera de trabajar; tan alejada a mi realidad.

¿Cómo fue sumarse al proyecto sin tener un texto terminado, sino construirlo juntos en el proceso?

Osvaldo: A mí es como me gusta trabajar: dando mi opinión. Funciona muy bien porque se crea un trabajo muy sólido, un equipo que se amalgama y eso se nota en el escenario. Estoy contento de que así sea, por supuesto que estoy movido, porque la verdad no estaba como acostumbrado, pero es el reto perfecto como actor.

Osvaldo, en tus últimas obras de teatro has apostado por dramaturgos mexicanos, tanto en Hombre ajeno, como en Donde los mundos colapsan, ¿te parece importante fomentar la dramaturgia mexicana?

Osvaldo: Sí, lo importante es darle voz a la pluma que ya existe en México, porque la hay, y la hay muy buena. Siento que en México, para que un dramaturgo llegue al lugar en el momento preciso, poder montar su obra no es tan fácil. Talento hay mucho; salida de ese talento es más complicado. Y cuando lo hay, hay que sacarlo; no porque sea mexicano, sino porque vale la pena.

Cuando un texto es de alguien cercano a nuestras latitudes, hay un lenguaje, hay una conciencia de cómo es la vida -que se comparte con el público- y eso acerca. Me ha tocado hacer obras que suceden en Estados Unidos -porque estamos muy acostumbrados a representar obras de Estados Unidos-, y está muy bien, pero también es cierto que cuando el dramaturgo es mexicano o latinoamericano, la historia nos habla mucho más a nosotros.

¿Qué encontraron en este texto que los motivó a sumarse a la obra?

Osvaldo: Lo que me gusta del texto es que es una historia de amor, pero no una historia de amor rosa. A mí me gustan mucho las historias de amor, pero las buenas. En este caso no es una cosa cursi, es una historia conmovedora; con mucho sentido del humor, por momentos oscura; en momentos melancólica. Creo que engloba de una manera honesta lo que es la experiencia de la vida, el crecimiento y el dolor, porque el amor no nada más son flores, miel, y corazones, el amor es mucho más: es dolor, es miedo.

La experiencia humana del amor es muy compleja, y esta obra lo trata así; lo trata de una manera más cruda, más real, y eso me gusta.

Silvia: A todos nos han pasado cosas, desde pequeños, y aunque no sean las mismas cosas podemos sentirlas igual. Yo hago telenovelas porque creo en el amor y porque me gusta creer en la magia, en nosotros y en otros; creer que hay algo más allá, y luego descubrir que sí lo haya.
Si yo puedo crear estas conexiones, y compartir estas creencias, voy a poder cambiar un poco el mundo, y eso quiero.

Además de la idea central sobre lo que está destinado a ser…

Osvaldo: Sí, esta idea de los encuentros que en realidad son desencuentros, de estas personas que parecieran ser ideales la una para la otra, o más bien que se complementan por lo que han sufrido, lo que han vivido, lo que han crecido. Pareciera que tendrían que estar juntos; pero ese encuentro se va postergando, creando cada vez más expectativa y ansiedad para que suceda. Eso me gusta: la promesa de un amor entre dos personas que ni siquiera se conocen.

Por último, ¿por qué les gustaría que el público los vaya a ver a Donde los mundos colapsan?

Osvaldo: Porque es una historia que te va a entretener, te va a hacer reír, te va a conmover y que te va a dejar con la sensación de que lo que invertiste, lo que pagaste por tu boleto, valió la pena; que nadie te tomó el pelo. Es un espectáculo hecho y derecho, completo. Es el teatro que a mí me gusta ver, que vale la pena. Es un trabajo serio y hecho con mucho amor.

Silvia: Porque vamos a darles todo; desde mi corazón, mi físico -porque con Adrián hemos hecho un trabajo físico importante para ocupar todos los elementos que mi cuerpo aguante-. Porque vamos a contar tu historia; porque cuando las cosas se ponen más feas, se pueden poner peor; es ahí de donde nos vamos a agarrar para que los mundos colapsen y crear nuevas estrellas.

Me encantaría que la gente viniera a escaparse con nosotros, para que podamos fomentar el trabajo de Adrián, para que se toquen el corazón y para creer que lo que viene, va a estar mejor…

Para más información de esta obra aquí.

No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.