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TODAVÍA TENGO MIERDA EN LA CABEZA: Una analogía entre la conducta y el pensamiento



Fotos: Roberto Sosa

Por Roberto Sosa/ Y el olor de la vainilla, que le regresa el deseo de creer en el amor. Para Janis el afecto, la pasión, se pierden en su mirada, bajo el efecto del whisky, entre los besos y las caricias de Alberto. La mierda no la puede sacar de su cabeza ¿Cómo se mide la mierda? “Sacar mierda de la cabeza es meter mierda…”.

Rolas de los años sesenta tienen presencia en la narración. La música llena el escenario. La referencia de la protagonista es con Janis Joplin, la famosa intérprete estadounidense de rock de los años sesenta, quien murió a los 27 años de edad. Alberto viste con chamarra de cuero y tiene una moto.

La historia es con Janis en la actualidad y su forma de ver la vida con relación a los años 60s. El alcohol y la droga son los instrumentos para evadir la realidad; Alberto es su primer amor y es su obsesión. Un viernes por la tarde entraron a la casa de Soto, y salieron 3 meses después: “la casa olía a sangre y whisky”.

Soto la violó con Alberto dormido a su lado; Soto la embarazó: “olía a sangre, whisky y mierda”. Se metió a la cama, quería ser “La bella durmiente”. Janis se ilusiona con el primer amor, con la primera cogida. Un personaje que sangra su alma, que pierde la esperanza y llena su cabeza de mierda.

La obra es autoría de Bárbara Perrín, el texto refleja el pensamiento y lenguaje de los jóvenes de hoy en día. Las drogas, el sexo y el alcohol son los medios donde fundamentan sus emociones y afectos. “Qué es más importante el amor o el sexo”. El vacío existencial de los protagonistas es proporcional a la soledad que pretenden evadir.

Bajo la dirección de Manuel Cruz Vivas, la obra tiene ritmo, articula bien las escenas y atrapa la atención del espectador. En el pequeño escenario donde se desarrolla la historia, establece el discurso teatral que potencializa el texto de la autora. Todo lo que viven los personajes sucede en un espacio mínimo, sin necesidad de una gran escenografía logra un buen resultado.

Las actuaciones son Belén Mercado, Edgar Landa y Emmanuel Lapín, los tres realizan un trabajo magnífico, bien conectados a sus respectivos papeles. Su preparación y talento son elementos con los que cuentan para la realización de su labor. Los tres están en la edad de los personajes, erigen y actúan desde esta juvenil perspectiva.

Todavía tengo mierda en la cabeza es una reflexión, una analogía entre la conducta y pensamiento. La mierda no crece como planta, ni la venden en los supermercados; representa el comportamiento corrompido, putrefacto y podrido del ser humano. Los jóvenes se evaden en las drogas y el sexo; se duermen después de un buena cogida y una gran peda pensando que el mundo mañana estará mejor.

Producción, Monosabio; escenografía e iluminación, Alejandra Escobedo; vestuario, Mauricio Arizona; música, Emmanuel Lapín. La obra se presenta en el Teatro El Milagro, en el marco Ciclo de Teatro Emergente 2017. Consulta precios y horarios de la obra, aquí.

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