Por Ro Tierno/ Adal Ramones, el alma de Dos más dos, que ya lleva más de 400 funciones, vuelve al escenario luego de una breve ausencia por su participación en el reality show La Academia. 

Mientras espero a Adal Ramones en el escenario del Teatro Jorge Negrete, observo la escenografía de Dos más dos, y recuerdo el día que vi la obra, cómo me reí, cómo reíamos todos y todas a carcajadas, con un texto que recorre sutilmente la profundidad de los temas que aborda. Me animo a decir que toda su estructura se basa en el personaje estereotipado de Adrián, un hombre conservador y algo neurótico, que durante la obra va desvaneciendo estas características, y que justamente ese vaivén en su lucha interna es el que provoca las risas, la felicidad, porque al final no es más que un hombre librándose de sus cadenas, y siempre la libertad provoca una sonrisa.

La obra producida por Sergio Gabriel, es dirigida por Alonso Íñiguez (Noche de Reyes, Quiero volverme supernova), y completan el elenco alternando Mónica Dionne, Mauricio Islas, Gicela Sehedi, Héctor Berzunza y Laura Ferreti. Se trata de dos parejas amigas, una swinger y otra ‘tradicional’, que tratan de plantearse distintas formas de experimentar y vivir la sexualidad, pero no todos están dispuestos a ceder en sus convicciones.

Hablamos con el actor Adal Ramones, sobre su personaje, la magia del teatro y qué lugar ocupa la risa en su vida:

¿Cómo te sientes con este regreso?

Contento con mis compañeros, venimos de Mexicali, Tijuana, Monterrey, y ahora ya sin La Academia estoy al cien.  En Monterrey nos fue padrísimo, pero cayó una tormenta espantosa, tuvieron que cerrar la taquilla, entraba el agua, muchos corrieron, mucha gente no se quedó, se metía el agua al teatro, pero aún así dimos las dos funciones. Hay gente que entró totalmente empapada, con los zapatos y la ropa mojados. Fue un caos, pero el show debe continuar…

Se te ve muy cómodo en este personaje, como si estuviera hecho para ti…

Fíjate que sí, desde que vi la película y supe que España la había convertido en obra de teatro y sin ver la producción española dije ‘voy a darle un toque más mío’, metí muchos diálogos, primero estaba la mexicanización, la tropicalizaron, y luego tomé mis diálogos y comencé a meterle de mi cosecha para hacerlo más mexicano, sin convertirme yo en Adal Ramones, el comediante o el conductor, le di un toque más como Woody Allen, pensando en que tenía que ser un personaje nervioso, paranoico. Hice una gran mancuerna con Consuelo Duval y Mauricio Islas, luego entró Laura Ferreti, hicimos un cuarteto increíble. Nos divertimos mucho, estoy muy feliz, y obviamente no quería dejar al personaje. Cuando te encuentras un personaje, lo mismo me pasó con el de Woody Allen, en Sueños de un seductor, dije ‘esta obra la tengo que hacer 500 y tantas veces’.

¿Y qué te gusta tanto del personaje?

Pues hay cosas en las que me identifico y otras no. Por ejemplo, Adrián no quiere experimentar hacer cosas con extraños, cosa que nunca se me ha pasado por la mente, pero algo que no tengo de Adrián es que él no experimenta con su pareja, no hace, no pone velas, no pone seducción, y eso a mí sí me gusta, será que tengo tanto eso que nunca se me ha pasado por la mente otra persona, hacer un intercambio o algo, pero es algo que respeto. Me causó mucho divertimento leerlo, aunque sea en español ibérico, me gustó mucho, y más la obra de teatro que la película.

¿Por qué crees que ha impactado tanto en el público? La gente no para de reír en toda la obra…

Hemos tenido mucho éxito, 400 funciones. Y que lo digas tú que haces este tipo de reportajes teatrales es mucho. Me ha tocado hacer de todo, tragedia, clásicos, Las nubes de Aristófanes, Calígula de Albert Camus, Beckett, o sea, me tocó mucha experimentación antes de convertirme en un personaje mediático, la gente no me ubicaba, no me conocía. Luego, la gente me conoce por hacer comedia, aunque sí acepté algún texto no de comedia como Tiro de gracia, de Sergio Zurita, con el maestro Juan Carlos Colombo. Sí me atrae el saber que puedes lograr que la gente se doble de risa, una cosa es emitir una risita, otra cosa es que la gente se carcajee, cuando logras eso es increíble. Lo hago también en mis monólogos, en stand up, pero el actuar con otros es el juego, es divertido.

¿Qué te sigue gustando del teatro, que no puedas encontrar en otro lado? 

Es único, yo no podría hacer 100% cine o tele. Si no estoy en teatro siento que me quedo sin aprender, sin evolucionar, sin el riesgo de ‘no hay corte’. Aquí no hay corte, y no se actúa desmesuradamente, aquí es a full, donde siento que es la frontera final, el ‘en vivo’. Alguien puede decir ‘fui a ver la película, no me gustó’, pero el actor ya cobró, acá si tú no haces tu entrega bien, ya no hay siguiente cheque. Y obviamente el teatro es más cansado, eso es real, hay gente que dice que no tiene permanencia, que es una película que no la van a seguir pasando, pero para mí la van a seguir pasando. Me acuerdo el día que tembló, me acuerdo una señora que lloraba de la risa y que todo el público se contagió, tuvimos que parar en un momento porque la señora no dejaba de gritar de la risa. Hay anécdotas y anécdotas, el día de fútbol, México contra Alemania, la gente no vino. Hay de todo, el teatro no se compara con otro género de actuación.

¿Te consideras una persona divertida fuera de las cámaras y el escenario?

Yo creo que sí, me lo dice mi esposa, mis hijos, me gusta que la gente diga que se la van a pasar muy bien conmigo. Yo entretenía mucho a mi mamá y a mi papá, que en paz descansen, desde que era chavito les hacía payasadas, me gusta que la gente que tengo al lado se pueda reír. Cuando estoy serio ni salgo, para qué voy a ir al centro comercial con una cara hasta al piso para decirle que no a una foto, mejor no salgas y la camiseta que te ibas a comprar la compras la próxima semana.

Dos más dos continúa su temporada en el Teatro Jorge Negrete de la Colonia San Rafael, de jueves a domingo. Para conocer horarios y obtener boletos con descuento puedes ingresar aquí. 

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