Por Ro Tierno/ Hablamos con la directora, dramaturga, feminista y cabaretera, Ana Francis Mor, sobre los 20 años de las Reinas Chulas, su exitosa puesta Consígueme una vida, las pequeñas revoluciones, el feminismo, y muchas cosas más.
“Es muy interesante y emocionante, ocurren y están ocurriendo cambios que no pensamos que íbamos a ver, incluso yo como feminista pensé que no iba a ver”, expresa Ana Francis Mor sentada en una de las mesas del Foro Shakespeare. Dentro del teatro, el elenco de Consígueme una vida está ensayando y probando sonido para la doble función de los sábados.
Con las Reinas Chulas, están a punto de estrenar en el Teatro UNAM A Chuchita sí la bolsearon, sí la llevaron al baile y sí le hicieron de chivo los tamales, en conmemoración al Movimiento del ’68. “De esos 50 años, 20 nos han tocado haciendo cabaret, crítica social, viendo la realidad desde lo político y desde la crítica, al mismo tiempo que estamos evaluando lo del ’68, investigando, tratando de encontrar lo que queremos decir, estamos recordando lo que hemos dicho en los shows estos 20 años, porque se ha ido transformando la realidad”, comenta.
Hace 20 años, las Reinas Chulas, que son Marisol Gasé, Cecilia Sotres, Nora Huerta, y la misma Ana Francis Mor, se hacían cargo del bar El Vicio, antes El Hábito, que Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe ponían en sus manos después de mantenerlo 15 años.
Desde el primer momento, Ana Francis supo que su camino era el activismo feminista, y que iba a utilizar todos sus recursos y herramientas necesarios para alzar la voz en ese sentido. “En el 2000, cuando ganó Fox, vi cómo Jesusa Rodríguez se deprimió un montón, El Hábito lo cerraron unos días por luto, y Jesusa decía ‘estamos de luto porque no podemos entender cómo en un país de pobres, votaron por los ricos’. En el 2006, que ya hacía un año que era El Vicio, nos reunimos a ver los resultados electorales, con toda la emoción, y nos sueltan el fraude. Ese año nos accidentamos dos semanas después, un accidente automovilístico muy fuerte, rumbo a San Miguel de Allende a una gira, y por suerte la contamos. Pero ese año yo entendí que el activismo era un camino largo, que había que estar ahí por convicción, sin esperar grandes resultados, porque sino iba a ser un camino muy frustante, lleno de enojo”.
Como la mayoría de la comunidad artística, Ana Francis Mor celebra el triunfo electoral de López Obrador, y otras tantas pequeñas revoluciones que están sucediendo, como la recuperación de la A.N.D.A, y la unión de la comunidad para exigir sus derechos. “El truinfo de AMLO me da la esperanza de la sociedad civil organizada, porque para que ese señor llegue ahí, hay un chingo de sociedad civil que se organizó y esa es mi esperanza, no López Obrador, sino la cantidad de gente que aprendió a organizar y a trabajar, y en ese sentido observar, exigir, colaborar, y buscar maneras de hacer. Por otro lado, los movimientos feministas y la serie de movimientos feministas que están surgiendo al interior de la comunidad artística, teatral, pensé que jamás los iba a ver, yo no me sentía parte de la comunidad teatral, en mucho porque no había manera de entrarle con activismo feminista. Ahora se están armando pequeñas grandes revoluciones”, aseguró.
En Consígueme una vida, una psicoanalista quiere suicidarse, pero una serie de tontos eventos de lo impiden. En medio de la tensión, bajará de un balazo al Dios Diego Armando, y le pedirá que le consiga otra vida. Esta obra transita por varios arquetipos femeninos, donde la historia de cuatro mujeres está marcada por su género y el precio de su elección de vida.
“Lo que nos dimos cuenta todas nosotras en el camino de Consígueme una vida es que todas somos al fin mujeres liberadas, dueñas de nuestra vida, de nuestra profesión, pero al mismo tiempo nunca hemos podido escaparnos de este asunto de pagar el precio de tu elección, todavía las mujeres de esta época tenemos que pagar un alto precio por elegir, si quieres tener una vida profesional de alto nivel, pues tu vida familiar no puede ser de alto nivel, tienes que elegir no tener hijos, el 60% del equipo no tiene hijos, yo no tengo hijos propios, son elecciones porque se te jode la carrera, se te interrumpe, son muchos factores los que tienen que intervenir para que puedas continuar con tu carrera”
Por otro lado, explicó que la elección de un hombre (Pedro Kóminik) para que interpretara a Dios, se debe en parte, por que así está en la dramaturgia de Adela Jalife, y además porque “poner a un Dios como mujer aún es muy transgresor para un cierto público general, que a lo mejor va a estar toda la obra peleándose con esa idea, y que yo no quiero que se pelee con esa idea, porque la idea que quiero que me acepte es que las mujeres tenemos que elegir y pagar un precio bien alto por nuestra elección y que eso no es justo, y que está cabrón, esa es la idea principal de este personaje”, explicó la directora.
Feminismo y Teatro de Cabaret
Cuando las Reinas Chulas entraron en 1998 al cabaret y se quedaron con El Vicio, entendieron que tenían la oportunidad de ampliar la comunidad cabaretera y asociarla entre sí, unirla. “La comunidad teatral consideraba al cabaret como el género chico, el cabaret ha tenido que bancarse su lugar de legitimidad, lo hemos ido construyendo colectivamente, entre toda la comunidad cabaretera, a punta de shows, y hoy ocupamos espacios que antes no nos hubiésemos imaginado, además es otra generación de teatrearos”.
¿Qué es lo que más te atrajo del cabaret?
A.F.M: Lo que más me atrajo del cabaret fue la posibilidad de narrar historias donde los personajes femeninos fueran interesantes, en la dramaturgia hay muy pocos, muy pequeños, siempre le llevan el sandwichito al marido o le limpian el culo al hijo, y esa es su tragedia, que el hijo se fue o el marido las dejó. La verdad es que la dramaturgia para las mujeres es pobre aún en general, obviamente hay excepciones y cada vez más, y las dramaturgas la estamos chingando, pero te cuesta el doble de trabajo que te publiquen o que te monten, el doble de trabajo dirigir.
¿Qué balance haces de estos 20 años?
Las Reinas Chulas hemos elegido quedarnos con nosotras cuatro, no ha sido fácil, hemos pasado varios divorcios, terapias, hemos cambiado un montón, ya todas estamos en los 40, con hijos, la vida nos ha cambiado, llevamos más tiempo nosotras juntas que con nuestra familia de origen, nuestra elección de vida ha sido por la amistad, eso ha sido una elección muy importante y fundacional.
En el 2006 entendí que yo soy feminista y mi camino es el feminismo, y desde ahí voy a estar chingue y jode, todos los días, desde donde pueda, en todas las esferas que pueda, con la de al lado, con los shows, etc. De repente a estos años de distancia, mirar cosas que creías que no ibas a mirar es muy emocionante, como el cambio de gobierno, la votación estuvo muy emocionante, es un cambio radical. La recuperación de la A.N.D.A con actores y actrices de este país, yo no pertenezco porque es un sindicato que protege más a los de cine y de tele, y debería proteger a los de teatro, estamos en ese camino de construcción para que así sea, pero con la A.N.D.A anterior era imposible de hacer. Hay muchas cosas ciudadanas que están ocurriendo que es muy emocionante. Se está empezando a mirar hacia otro lugar, la gran mentira del terror anticomunista, antisocialista, del terror anticomunitario, el terror ante todo aquello que sonara popular, se está cayendo a pedazos.
¿Tuviste miedo alguna vez?
Tuve miedo varias veces, miedo en serio, recuerdo varios escenarios, uno en Monterrey, en donde el narco estaba durísimo, presentamos no me acuerdo qué chiste y había una mesa que era evidentemente de gente a la que no le estaba gustando el chiste y que era gente muy poderosa, y sí fue así de miedo, como de esa varias, en Guadalajara, en CDMX, y cuando hemos ido hacer teatro en lugares bien alejados.
¿Crees en esta rivalidad de las feministas versus hombres?
No creo que haya una rivalidad entre hombres y mujeres, es un asunto de que los hombres tienen más privilegios que las mujeres en este mundo, entonces no siento que haya rivalidad, es como pensar que hay una rivalidad entre las personas blancas y las personas indígenas, no hay una rivalidad, hay un aplastamiento de las personas blancas hacia las indígenas, las personas blancas tenemos más privilegios, y si no nos damos cuenta estamos estúpidas. En ese sentido, hay una marcada diferencia de privilegios entre hombres y mujeres, hay hombres que se lo cuestionan y son súper aliados, y que se lo cuestionen tiene muchas ventajas, porque e convierten en personas más dueñas de sí mismas, mucho más amables.
¿Crees que hemos avanzado?
Ha sido un camino conjunto, va avanzando. Cuando vimos a Emma Watson en la O.N.U fue muy importante, por más que mucha gente lo calificara de feminismo fresa o lo que sea, pues también se necesita un feminismo fresa, si hay que llamarle de alguna manera. Si tú ves a una mujer inglesa, flaca, guapísima, exitosa a más no poder porque es la actriz de Harry Potter, si esa mujer vive en desigualdad pues ya qué nos queda a las demás, o a Madonna, que la vimos en la marcha cuando iba a tomar posición Trump. Cuando ves a esas mujeres, que son las más poderosas del mundo hablar de desigualdad, es una revolución que se echó andar hace 200, 300 años de manera formal y que ha ido aumentando de forma exponencial, cada año es el doble de importante.
Los que hemos visto las mujeres que hacemos este trabajo es que te cuesta más a ti que a tu compadre. Yo me di cuenta, y a la edad que me di cuenta, y cuando quise dialogar con las teatreras no se pudo, y me esperé, dialogué con las cabareteras, con las feministas, y mucha gente más, y ahora las teatreras quieren dialogar y yo estoy feliz, en eso estamos.
En este proceso de cambiar las cosas, las mujeres también debemos de-construirnos y volver a construirnos desde otro lugar ¿Cómo fue ese proceso tuyo?
El más importante proceso y más reciente es el que tiene que ver con el amor, ahí es donde está la perdición absoluta, en la manera en que construirnos el amor. Cuando yo me vi a mi mima haciendo las peores cosas que una persona puede ser por amor, dije ‘ok, cómo le hago para seguir siendo feminista, cómo me miro al espejo’, empecé a entender un montón de cosas y a cambiar, como se hace en el teatro, para que un personaje te salga tienes que ensayar y tienes que dedicarle un determinado número de horas, y no hay de otras. Las cosas se aprenden, los músculos se ejercitan.
¿Crees que difundir esta imagen de la mujer sufrida por amor, como Frida Kahlo o Violeta Parra, es una forma de coartar el poder femenino?
Totalmente, es una forma de hacernos más pequeñas. Tu puedes concentrarte en cómo Diego hizo sufrir a Frida, o puedes entender la alianza que tenían Diego y Frida, con un puentecito para cruzarse de casa cuando querían y cómo permanecieron en una alianza hasta al final, y a saber, no lo sabemos, por fortuna a Frida se le quitó Diego de encima, Frida es mucho más grande que cualquier otra cosa.
En mi novela ‘Lo que soñé mientras dormías’, me pareció importante poner como protagonista la amistad entre dos mujeres, porque en el momento en que tú le quitas a un personaje femenino el amor de encima, el mundo se abre de manera pasmosa, porque entonces no es vengativa por amor, no es dejada por amor, no sufre, no mata por amor, sino que existe y vive como una persona completa y entonces eso fue un ejercicio muy importante para para la novela y para mi.
Lo veo con las mujeres heterosexuales de mi generación, que tienen que pagar el precio de su elección, es muy difícil que encuentren varones que no le tengan miedo a su éxito, a su grandeza. Los hombres de esta generación tienen esa tarea pendiente.
Actualmente Ana Francis Mor está en cartelera con Consígueme una vida, y se presenta próximamente el 18 de agosto, en Teatro UNAM con A Chuchita sí la bolsearon, sí la llevaron al baile y sí le hicieron de chivo los tamales; el 4 y 11 de septiembre con El Evangelio según Santa Rita en el Foro Shakespeare; y las clásicas funciones con las Reinas Chulas en el Teatro La Capilla.
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