Por Ro Tierno/ Se llevó a cabo en el Museo Nacional de las Culturas Populares el pasado martes con la participación de Elena Poniatowska, Raquel Sosa Elízaga, Luz Emilia Aguilar Zínser, artistas y miembros del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena, y autoridades del INBA.

Nacida en la Ciudad de Obregón, Sonora, en 1937, María Alicia Martínez Medrano fue la fundadora del Laboratorio de Teatro Campesino e indígena (LTCI) y durante su carrera fue reconocida por su increíble  labor con las comunidades indígenas del país. Falleció en febrero de este año en Mérida, Yucatán, a los 76 años de edad.

En su larga y compleja carrera profesional, entre otros cargos y reconocimientos, obtuvo en 1968 el Premio Nacional de Teatro con la obra Los Alaridos, y entre ese año y 1972 fue coordinadora de difusión teatral de la Unidad Artística del Bosque, donde participó en la producción de obras de Héctor Mendoza, Alejandro Jodorowsky, Julio Castillo, entre otros.

Luz Emilia Aguilar Zinser, crítica de teatro presente en el homenaje, expresó que “María Alicia fue un fenómeno de acumulación de indignación, era insobornable, ella tuvo una gran capacidad para dialogar con el poder, cuando el poder iba de la mano con lo que ella buscaba. Parecía que hacer bien las cosas está muy mal, se le cobró mucho hacer bien las cosas, en un momento dado era tal la revolución que podía causar que daba miedo, daba miedo que las cosas pudieran cambiar de verdad”.

Zinser se encuentra por editar el libro sobre Martínez Medrano,  y al respecto comentó que “no vale la pena hacer investigaciones para crear héroes falsos, lo que nuestro país necesita son verdades complejas, por eso me dedico al teatro, porque es el espacio de la complejidad de lo humano, el libro describe, analiza y pone sobre la mesa materiales importantes para la reflexión sobre esta obra y los alcances que puede tener el teatro como un instrumento de transformación. Está basado en el estudio y la reflexión sobre la personalidad de María Alicia y las personas que la rodearon y el impacto que tuvo sobre ella. Estamos esperando dinero para poder publicarlo, hemos trabajado de forma gratuita, autofinanciado”.

La historiadora Raquel Sosa Elízaga, también presente , expresó que “todo el Siglo XX hubo formas como el feminismo, indigenismo, maneras que el poder encontró para tapar la discriminación, María Alicia emprendió otro camino, no dejó jamás de proteger a los pueblos originarios, para empezar llamándolos por su nombre, Mayas, Yakis, nombres y apellidos de seres humanos extraordinarios. Pero además logró que la expresión de estos pueblos no fuera una expresión folklórica, no fuera una presentación de unos bailes, como se hacen en la cumbre de Yucatán, en Chechen itza y quién sabe en qué otras partes, todos bailan y luego se van a sus casas y viven en la misma miseria de siempre. La dignidad también pasa por la belleza, la capacidad de moverse con una gracia extraordinaria, sin hacer ni un solo ruido en un espacio. Estos pueblos es lo mejor que tenemos en nuestra historia”.

El homenaje, llevado a cavo por la Coordinación Nacional de Teatro del INBA, contó con las lecturas de las obras El Silencio de Dios y Los Alaridos, a cargo de las actrices Ana Ofelia Murguía y Angélica Aragón, y miembros del LTCI dirigidos por Delia Rendón.

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