Por Rosario Tierno/ La dramaturgia es el primer eslabón de una obra de teatro, el dramaturgo es quien crea la historia, los personajes. Claro que el éxito en las tablas depende de que se conjugue un gran equipo creativo, pero sin una buena base es probable que todo se venga a pique.

Aquí te damos algunas claves para darte cuenta si una obra tiene los elementos necesarios en la dramaturgia.

UNA HISTORIA RELEVANTE

La dramaturga mexicana Verónica Musalém dijo en una entrevista que “un escritor no puede disociar lo que está pasando en su vida con lo que aparece en las obras, son constantes que están presentes en cada relato. El escritor siempre intentará compartirle al lector esa parte íntima y, felizmente, siempre encontrará lectores receptivos”. En este sentido decimos que una historia debe ser relevante, ya sea por el contexto actual, la importancia histórica, o atraviese un tema importante para nosotros como seres humanos, debe tener implicancia y significarnos algo.

BUENOS PERSONAJES

Hay personajes de todo tipo, pero un buen personaje lo determina su elaboración e interpretación. Intensos, profundos o superficiales, tienen que estar abordados de tal manera que expresen y generen la empatía en el punto exacto para aprehender la historia. La escritora Ximena Escalante lo describió muy bien: “escribir una obra de teatro es perseguir el mundo interior y el mundo emocional de los personajes, perseguirlo intensa y profundamente. Un dramaturgo debe desarrollar una mirada dramática y esa mirada debe penetrar la vida, como se escribe hay que ver la vida, y como persigues la vida interior de tus personajes en el fondo de sus contradicciones -porque en el fondo lo único que hay son contradicciones- lo mismo con la vida”.

UN CONTEXTO CLARO

El escenario es el lugar donde se pone en juego toda la magia, no solo de los actores y creativos, sino también del espectador, que debe lograr sumergirse en un mundo inventado a través de la observación y la imaginación. Por ello los recursos de tiempo y espacio que se utilicen para ubicar la historia deben estar bien fijados y, como dijo alguna vez el joven dramaturgo David Gaitán, lograr “abrir el universo a herramientas y posibilidades de la realidad que se construyen con la excepción de lo cotidiano”.

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