Por Mariana Mijares/ Hace casi cinco años tuve la oportunidad de ver una obra que cambiaría mi perspectiva sobre el teatro mexicano: El Amor de las Luciérnagas, montaje escrito y dirigido por Alejandro Ricaño en donde el texto, la dirección y los protagonistas cautivan con la historia de una joven: María, quien se encuentra a sí misma -literalmente-, en Bergen, Noruega y empieza así una aventura junto a su mejor amiga Lola.

La obra te lleva a un carrusel de emociones; a recordar la secundaria y el primer amor -y la primera vez que te rompen el corazón-, a crecer; a soltar… se ha presentado en diferentes teatros de la Ciudad de México, en Provincia y hasta en el extranjero.

Y si bien El Amor de las Luciérnagas se había despedido de los escenarios de manera definitiva, la lealtad y cariño del público han sido tan grandes que actualmente tienen una nueva temporada los lunes en el Teatro Julio Prieto (que se prolongará hasta finales de abril).

Platicamos sobre la trascendencia de este montaje ganador del Premio Nacional Mexicali de Dramaturgia con Sara Pinet, quien ha dado vida a ‘Lola’ desde el inicio, y con Adriana Montes de Oca, quien ahora encarna a una María diferente a la de Sonia Franco y que definitivamente vale la pena presenciar.

Adriana Montes de Oca, la nueva y entrañable ‘María’

¿Cuál fue tu primera impresión cuando te dijeron si te querías integrar a este proyecto?
¡Muchísima emoción!, mucha mucha; es una obra que yo admiro muchísimo, que vi como 5 o 6 veces, y que cuando la veía me preguntaba cómo y cuándo había sido el casting y cómo no me había enterado. Cuando Ricaño me llamó por teléfono ¡yo no podía de la emoción!; fue pura felicidad y muchos nervios, porque también es un proyecto que al ver tantas veces, y al admirar a tanto a la gente que estaba aquí; a Sara, a Sonia, era un gran reto.

En ese sentido, hablando del reto de integrarte a una obra que mucha gente ya tenía en la conciencia, y que como tú, habían visto tantas veces, ¿cómo construiste el mismo personaje pero de manera diferente?
Pues fue un poco confiar en que al integrarte a una obra que lleva tantos años, no vas hacer lo mismo que hacía otra la otra actriz. Creo que si esa es tu idea vas a fallar, entonces para mí fue sí, partir de la propuesta de Sonia, pero encontrando cosas mías que hacían esto distinto y dotándolo con mi sello y mi personalidad.

¿Cómo te ayudó para este montaje el haber trabajado previamente con Ricaño en Todos los Peces de la Tierra?
Mucho, mucho porque entrar a un proyecto nuevo y conocer a un nuevo director es a veces muy difícil y complicado, entonces saber ya cómo trabajaba Ricaño me sirvió. El haber tenido el proceso de los Peces, que fue muy rico y de mucho aprendizaje, me facilitó integrarme a una compañía que llevaba tantos años con esta obra.

¿Cómo fue tu proceso de ensayos, tanto con Ricaño como con los actores, de El Amor de las Luciérnagas?
Pues fue muy rápido, fue muy poquito tiempo. Primero me enseñaron el video y yo le decía a Ricaño: ‘Es que me da mucha cosa copiar lo que estoy viendo’, pero él me decía que fuéramos por partes, que primero lo viera y poco a poco fuera encontrando mis cosas. Con Ricaño tuve un par de ensayos y con la compañía varios; ellos, paso por paso, me fueron marcando, diciendo intenciones que ya estaban muy marcadas, chistes, cosas que en una obra que lleva tantos años ya tienen muy estudiadas.

¿Trabajaste más con Sara, tu mejor amiga en la obra?
Fue con quien más estuve, tuve un par de ensayos solitas Sara y yo, y me ayudó mucho a ensayar, porque la primera vez -me ha pasado mucho cuando entro a proyectos que llevan años con la obra- me da muchos nervios; pero en esta compañía todos son lo máximo y me integré muy bien. Pero sí, siempre hay mucho miedo y expectativas.

¿Qué es lo que más te gusta de María, y si te identificas en algo con ella?
¡Ay! María me encanta, en muchos aspectos, ¿quién no se va a identificar con el desamor y con extrañar a alguien? con buscarte y volverte a encontrarte; con una amistad como la que tiene con Lola… Creo que los amores van y vienen, pero amistades así hay muy poquitas; por lo menos yo las tengo contadas con tres dedos, entonces esa relación con Lola me conecta mucho y me parece maravillosa.

¿Cuáles son los mensajes o los comentarios que les dice el público, o que les escriben en Twitter, que se te han quedado grabados?
Me sorprende que la gente repite y repite, que ya se saben los textos y se identifican mucho. Se relacionan mucho y conectan de una forma muy profunda; y por eso digo, ¿quién no va a conectar con temas tan universales contados de una manera tan bonita como lo hace Ricaño?

Hacer una obra con un mensaje tan poderoso como este: aprender a soltar, ¿te ha ayudado en algún aspecto de tu propia vida?
Sí, a soltar, y también me ayuda mucho la última frase que dice María: ‘Probablemente tampoco sea él. Probablemente en un punto habrá que soltar. Sé que todo esto dolerá…’, Así es la vida: con la muerte, con los duelos amorosos, con algunas amistades que se pierden, con cosas que queremos con toda el alma… Tenemos que seguir adelante porque no hay de otra, pero sin olvidarlos; un poco como en Todos los Peces de la Tierra -que es parecido el mensaje-, hay que cargar con eso y seguir con tu vida… para adelante.

Para quienes no han visto El Amor de las Luciérnagas, ¿por qué te gustaría que vinieran a verla?
¡Tienen que venir!, lo digo como actriz, pero lo digo también como espectadora de mucho tiempo de esta obra. La propuesta escénica de Alejandro Ricaño es muy buena y el texto es maravilloso; está muy bien contada y el elenco es increíble, todos mis compañeros son talentosísimos y la van a pasar muy bien ¡se los aseguro!

Sara Pinet – la encantadora ‘Lola’

¿Qué recuerdos tienes del montaje de El Amor de las Luciérnagas? Sus primeros ensayos, las audiciones con Alejandro Ricaño, etc.
Cuando me invitaron a audicionar para el personaje de Lola, y cuando me avisó Alejandro que me lo había quedado (por mensajito de Facebook porque le acababan de robar su celular), no sabía en lo que me metía… Desde el primer ensayo me encontré con un texto hermoso y un equipo magnífico que hizo de ensayos y funciones una de las mejores experiencias de mi vida.
Nunca había hecho una comedia, así que fue todo un mundo nuevo por explorar, y descubrirlo de la mano de Alejandro y de mis compañeros actores y actrices, fue de lo más divertido y gozoso.

¿Cómo fue trabajar, y aprender de comedia, con Ricaño? ¿Cómo lo describirías como director?
Alejandro tenía muy claro lo que quería con la obra, siempre es así. Desde que está escribiendo empieza a imaginar cómo se dice cada texto, dónde están parados los actores, hacia dónde están viendo, cómo están vestidos y hasta qué música hay de fondo. Con las Luciérnagas no fue la excepción, él tenía la obra lista en la cabeza desde el primer ensayo, y ya sólo hubo que compartirla con nosotros. A pesar de esto, es un director que siempre está abierto a nuevas propuestas por lo que fue un proceso corto e intensivo (montamos la obra en mes y medio) pero muy divertido.

El Amor de las Luciérnagas es una obra con la que seguramente has crecido como actriz, y como persona, en estos 5 años…
¡Uff…! a veces uno piensa que sigue igualito hasta que te hacen una pregunta así y volteas atrás. No sabría describir los cambios específicos; sé que he pasado por etapas muy distintas y que esta obra siempre ha estado ahí para acompañarme. En el teatro, en la vida, en el amor, en el trabajo, me he aventado y me ha ido bien; pero también me he dado en la madre… y tener esta obra ahí, cerca, presente, siempre me ha ayudado a volver al ruedo.

Como actriz, he logrado encontrar un espacio de puro gozo en escena cada vez que tengo que interpretar a Lola, ella me enseñó a disfrutar el escenario de una manera que no había conocido antes y que ahora busco llevar a cada obra, a cada nuevo proyecto y personaje. Es muy interesante hacer el mismo personaje por tanto tiempo, se pueden ver cosas desde distintos ángulos, con distintas perspectivas y opiniones.

Como persona siento que he robado muchas cosas de Lola, e incluso de María, para llevarlas a mi vida… y he entregado mucho de mí también. Siento que El Amor de las Luciérnagas es una obra que te hace ser mejor persona.

Cada que alguien nuevo se incorpora al elenco, ¿cómo los ayudan para integrarse a una familia que han construido en tantas funciones, y tantas aventuras, a lo largo de 5 años?
Somos una familia muy amorosa (risas), ¡nos encanta recibir gente nueva! Además, los actores y actrices que se han integrado son gente a la que conocemos y admiramos, por lo que la integración nunca ha sido un problema.

La obra los ha llevado a presentarse en diferentes lugares de la República, en festivales e incluso hasta España e Inglaterra, ¿Qué les han dejado estas experiencias?
Creo que lo más grande es la sorpresa del poder que tiene esta historia en cualquier lugar donde la presentamos. La primera vez que salimos de gira fue a Cádiz y estábamos muy nerviosos porque no sabíamos cómo reaccionaría el público fuera de México; pero la respuesta fue muy buena, y sorprendentemente, muy parecida a la que había acá. A fin de cuentas, el amor, el desamor, la amistad, el tratar de descubrir quiénes somos, son temas con los que te identificas así vivas en España, Colombia, Londres o Tlacotalpan…

Se han presentado en varios teatros en la CDMX, ¿Qué ha sido distinto en estos espacios? ¿Sienten diferencias en el público?
Creo que la obra tiene un público ¡que la sigue al teatro donde se presente! y cada teatro también tiene su propio público… Hemos tenido de todo, al inicio teníamos sobre todo público joven -para el que la obra estaba dirigida en un principio- pero Las Luciérnagas encontraron resonancia en gente de todas las edades y en las últimas temporadas hemos tenido de todo…

¿Recuerdas alguna anécdota divertida o bonita sobre el escenario?
Estábamos en función en la Villaurrutia y los que nos autonombrábamos “la comparsa” (Miguel Romero, Pablo Marín, Hamlet Ramírez y yo) recibíamos a quien salía de escena con alguna broma o usando el vestuario de otra obra para hacerlos reír. Una vez yo salí de escena, me metí al desahogo y Hamlet me recibió con una bolita de algodón con fuego en cada mano haciendo malabares, nos reímos mucho hasta que sus manos se prendieron y sin querer dejó caer las bolitas incendiadas al piso. ¡Todos corríamos intentando apagar sus manos y el piso! En realidad el fuego era mínimo y se apagó al primer soplido, nunca hubo peligro real, pero la risa nos duró semanas. Creo que hay un video en alguna parte…

Hablando de tus compañeros, ¿Cómo ha cambiado la relación entre quienes llevan en este proyecto tanto tiempo?
Cuando entré a esta obra conocí a grandes creadores y a grandes personas; hoy, 5 años después, puedo decir que encontré a mi familia teatral y a mis compañeros de vida.

Crees que en tu vida cotidiana, ¿Lola te ha ayudado a aprender a soltar?
Definitivamente. Lola es un personaje que te enseña a disfrutar más de cada instante y a mandar a la fregada todo lo que te lo impida.

Tienen un público sumamente leal y que suele repetir la obra en varias ocasiones, ¿ubicas a algún fanático o fanática que la haya visto muchísimas veces?
¡Mi mamá definitivamente es la butaca de oro! Seguramente la ha visto más de 20 veces.

La gente suele escribirles o decirles cosas muy lindas sobre lo que les deja esta obra, ¿qué comentarios los han marcado?
La respuesta del público siempre ha sido muy intensa y amorosa. Algunas personas se han acercado después de la función, o por redes sociales, a compartirnos cómo la obra los ayudó a reconciliarse con el teatro, con la idea que tenían del amor o cómo les ayudó a sanar un corazón roto, una relación complicada. Nos cuentan que la obra les ha dado esperanza y fuerza para volverse a enamorar…

Para quienes no la han visto, ¿Por qué vale la pena ver El Amor de las Luciérnagas?
Porque es una gran opción para pasar un gran rato, para divertirte, para recordar, para compartir y para soltar…

Para boletos e información sobre esta obra aquí.

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