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Paula Villaurrutia desnuda el corazón para mostrar en escena la enfermedad del alma con Flores blancas (Cuando llorar no se puede). Se presentará el 2, 3 y 9 de julio en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo.

Cuando el alma enferma, hay veces que ni llorar se puede. La ansiedad, el estrés y la depresión se han convertido en experiencias emocionales comunes en nuestra cotidianeidad; la humanidad se ha vuelto víctima de estados mentales que lo sumergen en momentos que no quisiera experimentar pero que debe confrontarlos buscando algún tipo de esperanza o solución.

Esta es la esencia que envuelve al montaje Flores blancas (Cuando llorar no se puede), una creación de la bailarina, coreógrafa y maestra Paula Villaurrutia, que se estrenará en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del Centro Cultural del Bosque los días 2, 3 y 9 de julio.

Villaurrutia, quien es becaria del Programa Jóvenes Creadores (2017-2018) y docente en la Escuela del Ballet Folklórico de México, dirige e interpreta este unipersonal, a través de la cual cuenta la historia de una mujer con una mente y cuerpo alterados por estados de ansiedad, estrés y/o depresión; tomando como referencia el padecimiento que entre las culturas indígenas es conocido como “La tiricia” (La enfermedad del alma).

Tres fueron los detonadores de esta propuesta escénica, explica. Uno de ellos es su profundo interés por llevar a escena los conflictos surgidos entre una mente y un cuerpo alterados emocionalmente: “A pesar de ser temas comunes dentro de la sociedad actual, siguen siendo estigmatizados o generalizados”.

Otra motivación fueron los textos de la Tiricia del autor Rubén Luengas, así como el texto de Trenzaré mi tristeza de Paola Klug; ambos libros abordan estas problemáticas desde una concepción de las culturas tradicionales de México, por lo que la coreógrafa encontró en la tiricia el simbolismo a través del cual podría abordar dicha temática.

Su tercera motivación fue continuar con su proyecto dancístico personal, el cual busca generar obras coreográficas bajo un tratamiento escénico contemporáneo a partir de la investigación, experimentación, y/o deconstrucción de la danza folklórica mexicana.

Al preguntarle a Villaurrutia que busca generar en el espectador, esto responde: “Me interesa que el espectador logre identificarse con este tipo de situaciones, pues en menor o mayor medida, todos los seres humanos hemos padecido “la tiricia” o caído en cuadros de ansiedad, estrés y/o depresión; buscando con ello algún tipo de esperanza o solución”.

Quien posee una maestría en Investigación de la Danza en el CENIDI Danza “José Limón” del INBA se dice satisfecha de los resultados de su montaje, ya que logra mostrar a la danza folklórica con un tratamiento escénico y estético distinto al convencional.

Al respecto explica: “En primer lugar hablamos de un unipersonal, cuyos elementos como el vestuario, música y escenografía están diseñados acorde a la temática y necesidades específicas de la obra. En segundo lugar, se ha generado un lenguaje propio a partir del uso, experimentación y deconstrucción de distintos géneros de la danza folklórica mexicana. Por último, cabe destacar que la obra se ha generado a partir de un trabajo interdisciplinario de música, iluminación, textos literarios, escenografía, danza, etcétera”.

Cabe destacar que el proyecto Paula Villaurrutia. Danza nace de una necesidad personal de exploración y construcción de un lenguaje dancístico propio, basado en los códigos de la danza folclórica mexicana. De esta manera, generar obras coreográficas bajo un tratamiento contemporáneo, a partir de un trabajo de investigación, experimentación, creación e innovación. Ha recibido apoyos del Fonca, presentándose en escenarios como el Teatro de la Paz en San Luis Potosi, Foro Cultural Coyoacanense, Teatro Legaria y la Muestra Internacional de Danza Oaxaca, entre otros.

Finalmente, la coreógrafa comenta que con Flores blancas (Cuando llorar no se puede) retoma su este trabajo coreográfico que parte de una necesidad personal de búsqueda y Experimentación iniciada desde hace más de 20 años, ya que antes de su creación se dedicó en mayor medida a estudiar y a la docencia: “Esta obra simboliza un regreso, una continuidad y el poder hablar de algo que personalmente ha sido significativo en mi vida”.

Las funciones de Flores blancas (Cuando llorar no se puede) serán los días 2, 3 y 9 de julio a las 20:00 horas.

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