Por Mariana Mijares, Fotos interiores: Cortesía Pin Point/Cuando Pablo Perroni compró los derechos de Puras Cosas Maravillosas (Every Brilliant Thing, de Duncan Macmillan y Johnny Donahoe) no sabía cuánto duraría la temporada de la obra que estrenó un verano de 2016 y que tiempo después lo ha llevado a presentarse en distintos lugares de la República, y ahora, casi dos años después, nuevamente al Foro Lucerna.

Ver esta obra es una experiencia que inevitablemente te cambia; que te obliga a hacer un alto para notar todas las cosas maravillosas que existen a nuestro alrededor y por las que vale la pena vivir; placeres sencillos como el helado, cosas divertidas como ver a alguien tropezar, o más complejas como el sexo, o la voz de Nina Simone…

Para Perroni, este monólogo ha sido un reto que lo ha obligado a encontrar nuevas formas de comunicarse, de resolver situaciones en el momento (la obra requiere de la participación de varios miembros del público) y a realmente conectar con sus espectadores en cada función.

Platicamos con Perroni sobre esta maravillosa obra que se presenta los martes a las 20:30 en el Foro Lucerna.

¿Cuándo te despediste el año pasado, pensaste que la obra había concluido? ¿O tenías la intención de regresar?

No, no, había toda la intención de regresar; ésta es una obra que mientras la gente quiera venir, yo disfrutaré mucho, mucho hacerla y creo que, lo he dicho varias veces y te lo he dicho a ti también: es de los regalos más grandes que me ha dado mi carrera. Es una obra que conecta y que es cero pretenciosa.

La gente responde y me sigue sorprendiendo la respuesta; cómo la gente se emociona de que regrese. Entonces sí, mientras la pueda seguir haciendo, mientras no me quede ahí, sin aire en la corrida (una escena donde saluda al público) seguiré…

Ahora cambiaron un poco la concepción del espacio…

Sí, está configuración está más difícil porque requiere de más energía. Queríamos hacer algo diferente; el arte no lo cambiamos, es igual. La historia también es exactamente la misma, sólo que ahora decidimos montarla a cuatro frentes porque creo que de alguna manera involucras más al público y a mí me da más posibilidad de jugar con más espectadores; no nada más con los de la primera fila.

¿Cómo planteaste con Sebastián, el director, tener el escenario al centro y además cubierto de papelitos?

Esta cosa de que ‘si no está roto, no lo arregles’, es real. Entonces, traté como de ser muy cuidadoso y propuse hacer la obra a cuatro frentes porque es la configuración con la que más me gusta actuar; siento que todo tu cuerpo actúa y que el público se involucra más; se sienten cerca y por todos lados. Me gusta la sensación.

Tuvimos ensayos y se tuvo que hacer un diseño de iluminación completamente distinto, y lo de los papelitos, se le ocurrió a Sebastián…

Y además juegas con ese elemento…

Sí, fue una idea que muy al principio cuando la estábamos montando, tenía Sebastián: la intención de jugar con la lista. Primero había dicho que todos los muros iban a tener la lista y luego había hecho como dos bancas y una especie de escenografía.

Un día llegué al ensayo y dijo: ‘esta es tu escenografía, no vas a tener nada más’ y en ese momento me quise morir; le dije, ‘¿Cómo?, espérate ¿nada?, ¿nada?’ Pero luego me acostumbré.

Ahora me lo hizo igual, íbamos a justificar poner papelitos y yo tenía que jugar con la lista e integrarlo. Es un elemento nuevo del que me tengo que ir adueñando cada vez más, porque hoy (el estreno) fue realmente la primera vez que pude jugar con eso…

El público es un elemento importante en esta obra porque interactúas con ellos y te ayudan como ‘personajes’. Supongo que siempre logras una función distinta, ¿no?

¡Totalmente!, ufff…

Cuéntanos algunas anécdotas extremas que te hayan tocado con la audiencia…

La obra está tan bien escrita que la verdad es que la manera de acercarme a ellos, de cómo les pido amorosamente que formen parte, generalmente acceden.

¿Nadie entra en pánico escénico?

Hubo una vez que sí, hubo una vez un ‘papá’ que no pudo hablar, no pudo decir absolutamente nada. Ha habido ‘papás’ que me hacen llorar; o sea, papás que en verdad asumen el papel. La ‘psicóloga’ es la más complicada… requiere de un gran compromiso: quitarse el zapato y quitarse el calcetín.

Pero tener público que participa es de las cosas que mantienen fresca a Puras Cosas Maravillosas; nunca una función es igual a otra en ningún sentido, por la energía, por los silencios… Hay veces que me ha tocado dar función -por ejemplo cuando ganó Trump-, que se sentía como tumba… Pero al final, el público le entra.

¿Sientes alguna diferencia cuando vas a provincia?

De repente, cuando he ido a dar funciones a la playa; por ejemplo a Playa del Carmen o a lugares de mucho calor, me topo con la sorpresa de que casi nadie del público trae calcetín (que se emplea en un momento de la obra), entonces le tengo que pedir a alguien más que le preste el calcetín a quien hará a la ‘psicóloga’; y sí se lo prestan, pero bueno, le da horror a esa pobre mujer, ¡y con toda la razón!

El intercambio que tienes con el público, tanto en la obra como después por todo lo que se llevan; es uno de los diferenciales de esta obra. ¿Qué te hacen sentir a ti las personas con su retroalimentación o cuando empiezan su propia lista de cosas maravillosas?

Sí escucho los comentarios, o leo (en redes sociales) que la gente sale muy conmovida; con ganas de empezar su lista. Aunque no sea el hilo negro, aquí se está descubriendo una buena manera de sobrellevar momentos difíciles; gente que está pasando por algo, o por una depresión, o con una mamá que la padece, y que la traen.

Me han tocado una gran cantidad de historias en dos años, son muchísimas y en verdad han sido Puras Cosas Maravillosas. Por eso desde un principio sabía que quería regresar con la obra; no lo hice antes porque necesitaba pagar todas las demás obras que sabes que estoy haciendo. Pero se siente bien, se siente bien estar de vuelta y se siente bien que la gente haya tenido esa respuesta hacia el monólogo, que le tengan tanto cariño y que la hayan hecho suya. Eso, como actor, es de las cosas más maravillosas que te pueden pasar…

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