Por Mariana Mijares/ Ante la ejecución de un hombre condenado a pena de muerte en una penitenciaria de Huntsville, Texas; Emma Solís -una fiscal estadounidense de ascendencia mexicana- y Michael Banks -un sacerdote que escuchará la última confesión del sentenciado- enfrentan sus posturas.
Esta es la premisa de Réquiem, texto de Reynolds Robledo que se representará por primera vez dirigido por Enrique Singer y protagonizado por Ludwika Paleta y Hérnan Mendoza, y en el que se confrontarán dos posturas, dos ideologías; Iglesia y Estado.
Platicamos con Ludwika Paleta, Enrique Singer y Reynolds Robledo sobre la obra que se presentará únicamente del 5 al 28 de octubre en La Teatrería.
¿Qué les atrajo del texto de Requiem, un libreto que se representará por primera vez?
Ludwika: Para empezar, cuando leo un texto, le hago caso a mi primera corazonada; o sea si leo algún texto y después de la quinta página me sigue interesando, ya es una buena señal. Hay textos que me cuestan mucho trabajo y los cierro; no es que no sean una buena obra, o que no me hayan gustado, pero probablemente no me interesa hacerla.
Con esta me pasó que la leí en una sentada, literal, en cuarenta minutos; o no sé, tal vez menos. Y cuando la terminé, seguía pensando en ella. Abrí el libreto un par de veces más para ver, para checar, para estar segura que si lo que había leído, era.
Creo que de entrada, ese interés es muy importante. Tomo como una buena señal cuando de entrada me identifico con un texto; porque eso me habla de que hubo algo que tocó en mí varios botones y que detona cosas que me interesa contar; que conozco, que me duelen, que me incomodan. Que les veo el valor para ponerle todo el esfuerzo, y todo eso de lo que se trata el teatro.
A veces leo una comedia y digo: ‘Jaja, sí estuvo muy divertida” pero creo que ésta es una historia, un texto, que tiene muchas capas. Es de esos textos que si lo lees por segunda vez, tercera, y cuarta; o lo ves y lo escuchas, cada vez va a ser de manera distinta. Eso me resulta muy interesante. Como un buen libro, cuando tiempo después lo relees y cobra un nuevo sentido, eso es lo que me gustó de este texto.
Singer: Sí, igual. Yo lo leí y me sorprendió mucho la capacidad de diálogo que tiene Reynolds, de síntesis, de construcción de personaje, muy claro, con conocimiento de causa.
La dramaturgia es muy difícil; pienso que de los géneros literarios, la dramaturgia probablemente es de los más difíciles. Todos conocemos grandes narradores que se han estrellado al hacer dramaturgia. Es muy difícil poner a hablar a dos personas, enfrentarse con texto hablado, con la palabra; crear una situación interesante y profunda, eso es muy difícil.
A veces los dramaturgos caen más en una retórica demasiado grande, a veces les falta y no tienen sustancia los textos, pero encontrar uno que tiene profundidad, y que esté diciendo algo, es algo muy difícil; y luego de un joven como Reynolds…
Quizá ahí la importancia de apostarle y leer a un dramaturgo joven…
Singer: Realmente me sorprendió muchísimo ver un texto maduro de una gente tan joven, en términos de nuestro oficio. El nuestro es un oficio muy largo, son los años los que te enseñan, y de repente ver gente joven que ya parece que tiene el oficio, es genial.
Luego, también el equipo con el que voy a trabajar. Actores increíbles, ambos, actores de teatro, y con mucha experiencia, ¿qué más se puede pedir?
Estoy absolutamente contento y muy entusiasmado. Desgraciadamente es una temporada muy corta, tristemente también va a ser un proceso de ensayos corto y rápido; pero por lo mismo tiene sus particularidades que lo van a hacer, espero, inolvidable para nosotros.
Una de las diferenciales de este texto es la premisa; ¿nos podría hablar de la contraposición de Iglesia y Estado que aquí es un tema central, por lo que representa cada personaje: la fiscal y el sacerdote?
Singer: Pues son dos mundos. La Iglesia defiende principios absolutos y las leyes defienden principios absolutos. Si cualquiera de los dos se traiciona; se corrompen. Enfrentados estos principios, esto es el drama. El drama son dos ideas que se enfrentan, a ver cuál de las dos va a ganar.
Aunque no estoy tan seguro que en esta obra gane alguna, porque son fuerzas tan poderosas que al público le va a quedar la duda: ¿cuál es en realidad nuestro piso?, ¿cómo podemos entender mejor la vida? Es una pregunta que queremos que se le quede a la gente y que se vaya discutiéndolo.
Creo que la diversión en el teatro no es durante la obra; yo creo que la gente se divierte al ver una obra pero ni sabe que se está divirtiendo, está ahí viendo una obra de teatro. La diversión viene después, cuando se van a cenar o incluso días después de discutir; eso es lo que nosotros pretendemos, lo que nos gustaría que sucediera.
Singer destacaba el texto de Reynolds, para ti, Ludwika, ¿qué significa apoyar a un dramaturgo mexicano y además apostar por un texto que ustedes representarán por primera vez?
Ludwika: Justamente muy importante, creo que hablamos constantemente de cómo podemos impulsar, levantar este país, hacerlo mejor, apoyarnos, generar empleos, etc. y a veces no nos damos cuenta que, justamente, apoyando textos de dramaturgos mexicanos lo estamos haciendo; lo mismo que si compras productos mexicanos. Éste es un producto mexicano.
Requiem es un texto mexicano, pero se podría ver en cualquier lugar del mundo y eso me da mucho orgullo. Creo que habla muy bien de nosotros; de Reynolds en este caso.
Exactamente, este es un texto universal que ofrece dos puntos de vista sobre la pena de muerte…
Ludwika: Es una obra que se podría poner en cualquier lugar; en Argentina, en New York, porque habla de cosas universales.
Los personajes tienen una nacionalidad y esto sucede en Texas; y si bien en México no tenemos la pena de muerte, sí es algo que conocemos porque lo hemos escuchado, porque te puedes imaginar cómo sería que alguien esté en la cárcel y que lo vayan a matar. También hemos visto películas; o sea no es algo que nos parezca muy lejano.
Reynolds, ¿Nos podrías hablar de tu proceso con este texto y si tuviste referencias, como decía Ludwika, quizá en el cine o la literatura?
Reynolds: Más que referencias, partí de mis propias dudas y preguntas que tenía en ese momento sobre lo que ocurre en el mundo. Alguna vez veo una noticia y eso me hace plantearme el tema de la pena de muerte; eso me hace tener una larga conversación conmigo mismo y me doy cuenta de que no sé nada. Entonces me hago la pregunta a partir del teatro, y el proceso no fue tan terrible.
Para mí fue muy interesante jugar conmigo mismo: la elección de los personajes, a que los personajes solitos me fueran revelando quiénes son, cómo se comportan, cómo hablan. Y la obra tomó -todo el proceso- cerca de un año; pero para mí ha sido bastante gozoso el ir y venir con el texto. Explorarlo. Y ahora tener ya a los actores y al director y explorarlo desde ese lugar.
¿Cómo ubicaste esta obra?
Reynolds: Como dicen ellos, no me gusta ser tan localista, ubicarme me incomoda mucho; decir ‘esto es México’, porque eso me hace sentir que me acoto.
Trato en general de nunca ubicarme, que para los demás luego es un problema, porque dicen: ¿dónde estamos ubicados como público? La obra es muy precisa en ese aspecto: nos ubicamos en Texas, en un día preciso, en un contexto bastante claro, y la obra va en eso, en esa contraposición de los poderes.
Las leyes de la naturaleza existen, pero esas no las podemos controlar; no podemos controlar que llueva, ni que de pronto haya un terremoto. Pero las leyes del hombre, y las leyes de Dios, son dos leyes que tratamos de apoderarnos de ellas desde la fe o desde una creencia que creemos que es la justicia. Creo que se volvió, y se sigue volviendo, muy rico para mí descubrir el texto con ellos, y es un proceso que gozo, y que muero porque la gente vea.
Si no estuviera en este texto el nombre de Reynolds Robledo, si estuviera el nombre de otra persona, yo vendría a ver la obra simplemente por el equipo. Me emociona ver a este equipo ¡y espero no ser el único!
Hablando de equipos, señor Singer, gran parte de las obras que he visto de usted han sido con Marina de Tavira -y todas las he disfrutado muchísimo-. ¿Cómo ha sido ahora trabajar con Ludwika y con Hernán?
Singer: Encuentro en ellos los mismos componentes: que son pasión por el teatro, oficio, inteligencia; ahí están los componentes, somos las mismas personas. Siento que lo que hacemos todos es cambiarnos de cara, y ponernos otra cara; pero en el fondo, en esencia, la genuina gente de teatro es igual: tenemos los mismos componentes.
Nos sentamos a discutir las cosas y me siento en familia, me siento con gente con la que estoy seguro, nos entendemos perfecto, porque somos lo mismo. Así es que, ¡estoy muy contento!
Finalmente, ¿por qué les gustaría que el público vinera a ver Réquiem?
Ludwika: Probablemente un poco por lo mismo que decía Reynolds: el equipo me parece muy atractivo, creo que además lo que decía Enrique de entendernos, de hablar el mismo idioma. Yo siempre había querido trabajar con él, y disfruto mucho trabajar con Hernán.
Hablar el mismo idioma; lo rico que es entendernos, y hacer un proceso creativo en donde todos tenemos la expectativa de que se alcance, pues es rico para nosotros. No sé si para el público, espero que sí, ojala y eso es a lo que uno aspira.
Me emociona mucho que pase esta experiencia y que el público la tenga también. Ahora, uno no controla lo que lo que piense el público: si le gusta, si no le gusta; entonces creo que pienso como tú: uno hace el teatro que le gustaría ver, espero que en todos los casos sea así.
Esta es una obra que a mí me gustaría ver, y esa es justamente la experiencia que me gustaría que el público tuviera; el pensar, el reflexionar, el ponerte en el lugar de uno, y del otro. Salir de aquí y quedarte pensando, eso es tan rico. Porque el proceso creativo e intelectual no termina cuando se cierra el telón; sigue, y probablemente sea -en el mejor de los casos-, un referente para más adelante: “¿Te acuerdas de esa obra donde…?”
Y eso es lo increíble de las obras de Enrique, de obras de la gente que admiramos. Eso es lo que queremos que el público vea.
Singer: Sí, porque el teatro es memoria, a final de cuentas todo es memoria; o sea, se queda nada más el recuerdo, entonces tiene que ser un buen recuerdo para público, para ti, para mí y para todos. Y fíjate que más que la cantidad de público, es la calidad del público. Lo que yo personalmente busco como director es poderles ayudar a los actores, y a la par, orquestar al escenógrafo, al iluminador -junto con el dramaturgo-, para que haya un momento, por lo menos uno, en donde se establezca una especie de hilito de sangre; en donde -yo lo he vivido en varios momentos-, se nos olvide que estamos viendo teatro.
El público ve y se transporta a algo; al mismo tiempo que el actor deja de actuar y lo vive; al tiempo que el director que está viendo la función, se le olvida que dirigió ese momentito en donde ya no estamos en la ficción, sino en otra realidad. A mí me encantaría que lo pudiéramos vivir por lo menos unos momentos.
Precisamente eso es lo que hace tan distinto al teatro de otros medios…
Singer: Sí, eso es lo mágico que tiene el teatro, eso es lo que lo hace algo singular.
En el cine no existe; es decir, cuando se estrena una película, los actores ya están haciendo otra, en teatro no. Aquí estamos, en un lugar, en comunión; tiene algo de religioso nuestro trabajo en ese sentido.Todos nos reunimos a cierta hora, en silencio, para encontrar ese momentito, en donde algo más llega, se aposenta, y todos lo sentimos.
Yo siento que todos: actores, director, los técnicos, todos estamos a la espera de ese momento. Lo que hacemos nosotros es poner el terreno, fertilizarlo para que se pueda dar.
La magia existe, el teatro la tiene. Eso es lo que siento que estamos buscando, y que sabemos que estamos buscando, aunque no lo digamos.
Para más información de esta obra aquí.
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