Por Itaí Cruz/A punto de terminar el año y luego de los diferentes recuentos que hicimos a lo largo de la semana, es momento de hacer una pausa para hablar de aquello que ocurrió durante el 2018.
Gracias a la participación del público y al esfuerzo de todos los que conformamos Cartelera de Teatro, a principios de agosto, logramos realizar nuestra segunda ceremonia de los Premios del Público Cartelera, los únicos premios de teatro donde creemos que la decisión y la voz de los espectadores es lo más importante.
En los cinco periodos de nominación pudimos ver magníficas escenografías y grandes actuaciones: en el primer período encontramos La piel de Venus, El Padre, Closer y La desobediencia de Marte, esta última resultó la obra ganadora en su período de nominación. En el segundo período estuvieron nominadas Happy, Café de chinos, La omisión de la familia Coleman y La Divina Ilusión, esta última resultó la obra ganadora en su período de nominación.
En el tercer período llegaron Todos los peces de la tierra, Dos Más Dos, Panda Malo y El bien del país, esta última resultó la obra ganadora en su período de nominación. En el cuarto período tuvimos a Después de Casa de Muñecas, La sociedad de los poetas muertos, Algo en Fuenteovejuna y El zoológico de cristal, esta última resultó la obra ganadora en su período de nominación. En el quinto período las nominadas fueron Consígueme una vida, Straight, Infieles Famosos e Infames y El Hilador, esta última resultó la obra ganadora en su período de nominación.
Así llegamos a la ceremonia de premiación compuesta por seis categorías, la primera de ellas fue dada a Sergio Villegas, Matías Gorlero y Sara Salomón, quienes se llevaron el premio de Mejor Diseño de Arte por el diseño de vestuario y escenografía de El Hilador; el premio de Mejor Dramaturgia fue para Paula Zelaya por El Hilador; Blanca Guerra se llevó la estatuilla a Mejor Actriz por su papel protagónico en la obra El zoológico de cristal; mientras que Joaquín Cosío triunfó en la categoría de Mejor Actor por su participación en La desobediencia de Marte; como Mejor Director, Paula Zelaya Cervantes se llevó el crédito por El Hilador; y en el premio a Mejor Obra en esta edición tuvimos un merecido empate entre El Hilador y La Divina Ilusión.
Asimismo en esta segunda entrega, hicimos un reconocimiento al Teatro EL Milagro por aportaciones al queahacer teatral.
Luego de repasar los momentos más significativos que tuvimos en el 2018, consultamos a críticos y periodistas para conocer sus opiniones sobre cuáles fueron las mejores obras que vimos en escena durante el año y esto fue lo que nos compartieron.
Luis Santillán, dramaturgo
Nada. Una obra donde el trabajo de dirección catapulto un buen texto, el ritmo, la construcción de imágenes, la creación de universos emotivos y la calidad de conexión entre la obra y el público la convirtieron en una de las mejores obras.
Manada. Tiene muchas cosas que la hacen destacar, pero sobresalen dos: el trabajo actoral de Hamlet Ramírez que, con el mínimo indispensable captura el universo y la propuesta que desea Luis Eduardo Yee en la obra; lo otro es la apuesta de dirección que hace Yee con la cual captura la esencia del texto de referencia pero a la vez apela a formas de actuación más descarnadas porque hay una renuncia casi absoluta al movimiento.
Réquiem. Lo que hace que Réquiem destaque de las obras de 2018 son tres componentes: el descomunal trabajo actoral de Hernan Méndoza, la forma en que mostró su personaje de el cura fue un deleite; el trabajo actoral de Ludwika Paleta desde el campo de la construcción, la capacidad de escucha y de reacción emotiva que le proponía Mendoza y, la sutileza de dirección que le permitió a Enrique Singer conducir a los actores para que expusieran lo mejor de sus herramientas actorales.
La sombra del bardo. De las obras sobre o de Shakespeare que se presentaron en el 2018 quizá la más irreverente fue esta, pero a la vez provocó una extraordinaria experiencia por la forma en que trabajo los personajes secundarios de algunas de las obras del bardo, mucho de lo que hace resaltar la propuesta es el trabajo del reparto, destacando Edurne Ferrer.
Enrique Saavedra, crítico y periodista
A ocho columnas. Salvador Novo volvió al escenario y, así, se saldó una vieja deuda con su teatro, al cual, en el caso de esta obra, Fernando Bonilla le aprovechó las polillas y construyó sobre ellas un montaje agudo e inteligente, que dejó claro que el periodismo de hoy se sigue rigiendo con los códigos mezquinos y corruptos de ayer. Un elenco de primer orden comprendió a cabalidad la cruel ironía de la propuesta de Novo y Bonilla.
Buenas personas. Acertada adaptación de Diego del Río, Paula Zelaya y Milena Pezzi al contexto mexicano de este texto del estadounidense David Lindsay Abaire, en el que Arcelia Ramírez, quien se integró al proyecto de última hora, demostró porqué es una de nuestras mejores actrices con el doloroso retrato de Margarita, uno de los grandes personajes del teatro del siglo XXI.
Canciones para un mundo nuevo. Por fin, muchos años después de su estreno, conocimos en México este sabroso ciclo de canciones de Jason Robert Brown, autor de culto de la escena musical norteamericana. La traducción y dirección de José Manuel López Velarde enfatizó el gusto de cabaret y club nocturno de estas piezas, asumidas por las estupendas voces de Majo Pérez y Paloma Cordero.
Isla elefante. El recuerdo más lejano. Desde Veracruz, un entrañable texto escrito y dirigido por Lucila Castillo sobre la fuerza del juego y la imaginación para trabar amistades eternas. Un ensamble fuerte y sensible construyó un lenguaje fascinante y doloroso.
Konrad, el niño que salió de una lata de conservas. Andrea Salmerón dirigió la traducción y adaptación de Paulina Barros Reyes Retana al agudísimo texto de la austriaca Christine Nöstlinger en el que a través de enredos, colores y música se habla del valor de todas las familias en sus más diversas presentaciones. Una joyita del teatro para niños y jóvenes.
Roberto Sosa, crítico teatral
Juegos de damas crueles. Es un relato lóbrego, oscuro, tal parece que estamos viendo una pesadilla. Es una obra impecable, se cuidó todo a detalle; los jóvenes que participan muestran su talento bajo la acertada dirección de Harif Ovalle. Con esta excelente obra dio inicio la Temporada Académica 2018, de la Escuela Nacional de Arte Teatral.
El zoológico de cristal. De Tennessee Williams, es un poderoso texto por su estructura dramática. Con la dirección de Diego Del Río, la puesta en escena tiene un tono vanguardista, respeta la índole, la personalidad de la original, pero la aborda desde una perspectiva que la acerca al público de hoy.
Yanga. Magnífica, de inicio el importante el trabajo que realiza Alicia Álvarez en la dirección de escena; segundo, los actores están perfectamente escogidos para interpretar a su personaje y tercero, las resonancias que el texto de Jaime Chabaud tiene en los tiempos que hoy vivimos en nuestro país.
El hilador. El teatro no siempre nos tiene que sacudir las entrañas, llevarnos a la reflexión o reflejar nuestra horrenda, jodida y retorcida vida. La obra compagina la ficción y la realidad; es luminosa y oscura; con la muerte omnipresente se hila una bella historia de amor. La autoría y dirección son de Paula Zelaya Cervantes, un trabajo espléndido.
La obra que sale mal. Es teatro que se ríe de sí mismo. Una parodia sobre una tragedia termina “sin querer”; en farsa, comedia y absurdo. Se burlan de los actores que improvisan, los que olvidan su texto, las sobre actuaciones. La escenografía es la protagonista de la obra. Dos horas para morirse de risa con un humor muy inglés. Cuenta con todos los elementos de una gran obra, sin duda una excelente puesta en escena.
De esta forma concluimos un año lleno de logros, donde fuimos testigos de grandes obras, esperando que el próximo año también nos sorprenda.
Gracias por ser parte de esta gran comunidad teatral, ¡Feliz Año Nuevo!
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