Por Mariana Mijares, Fotos Javier Sotres/Contar la historia de ‘Elena’ y ‘Quirón’, dos jóvenes solitarios que aprenden a quererse, pero que serán constantemente separados pues sólo pueden verse cuando alguien muere, ha sido toda una aventura para el equipo creativo de Once Once Producciones y la directora y dramaturga Paula Zelaya, pues este proyecto -que fuera originalmente concebido para Vancouver- llega por primera vez a México, al Teatro Helénico.

Zelaya eligió a tres actores precisos: Ana González Bello, Evan Regueira y Marcos Radosh y a un equipo creativo que incluye escenografía de Sergio Villegas, vestuario de Sara Salomón, iluminación de Matías Gorlero y música de Iker Madrid.

Platicamos con la dramaturga y directora: Paula Zelaya y con la protagonista: Ana González Bello, sobre esta obra que nos recuerda lo mejor de la magia y de los cuentos, y qué pasa cuando estos aterrizan en la Ciudad de México…

Paula, ¿Cuándo concebiste inicialmente esta obra?

Paula: Me imaginé los principios de esta obra hace unos 6 años. Quería escribir una historia que combinara todo lo que había leído y amado hasta ese momento, para así crear algo completamente mío. Primero fue un cuento corto, luego una obra corta y, finalmente, el texto completo que es hoy. La obra corta se presentó en 2014 en Vancouver (en donde estudié la licenciatura) en un festival pequeño que nos inventamos mis amigos y yo cuando estábamos en la universidad. Seguí desarrollando el texto y en 2016 se presentó nuevamente en Vancouver, esta vez profesionalmente bajo la producción de Once Once Producciones, en el Festival Fringe. Ha cambiado mucho a lo largo de estos 6 años.

¿Cómo fue su experiencia de llevar este trabajo a Vancouver?

Paula: Fue muy emocionante. Costó mucho trabajo levantarla, financiarla, ensayarla, diseñarla, viajarla, y montarla en menos de tres horas (porque el festival sólo nos daba 3 horas para el montaje técnico). Por momentos llegué a sentir que no lo lograríamos o que tanto esfuerzo no valdría la pena. Pero cuando algo cuesta tanto y sale bien, da mucha satisfacción.

Lo más emocionante fue la respuesta del público, tuvimos llenos totales, funciones completamente agotadas, filas y filas en la taquilla, gente que se quedó afuera porque no alcanzó boleto. La gente paraba al elenco en la calle porque los reconocían y se emocionaban al verlos. Los mejores críticos de teatro de Vancouver -personas que jamás me imaginé querrían ver una obra mía- escribieron reseñas increíbles. Fue como un sueño.

Ana: La experiencia fue increíble y no me la esperaba. No estaba muy al tanto de cómo funcionaba el Festival Fringe y cuando me invitó Pau quise participar, aunque no me había dado cuenta que, si de por sí en México es difícil conseguir a gente que vaya al teatro, es mucho más complicado en Vancouver, en donde no conocíamos casi a nadie. Tuvimos que construir un público desde cero, pero tuvimos la maravillosa experiencia de que después de la primera función se corrió cada vez más la voz, hasta que acabamos con tres sold outs porque a la gente le había gustado muchísmo.

¿Esperaban esa reacción tan positiva del público? ¿Qué premios recibieron?

Paula: No la esperábamos. Cuando uno arranca un proceso creativo, lo hace con la esperanza de que a alguien -que no sea tu abuela- en algún lado, de alguna forma, le guste; si no, es imposible animarse a hacerlo. Así arrancamos este proceso, creíamos que a algunas personas les iba a gustar y ya; a secas. Creíamos que iba a ser divertido presentarla. No nos esperábamos que a la gente le gustara tanto, ni que fueran a reír y a llorar como lo hicieron.

El momento más emocionante fue el día en que nos dimos cuenta de que ya no nos iban a alcanzar los programas de mano que habíamos mandado a imprimir -pensando que no había manera de que fuéramos a necesitar tantos- Ese fue el instante en el que nos percatamos del número de espectadores que habíamos recibido. Nos ganamos dos premios: el Premio de la Crítica a Mejor Obra y algo así como el premio al favorito del público. Esos tampoco los esperábamos…

Ana: Fue increíble. Sabíamos que teníamos un proyecto bien hecho, y que nosotros amábamos, pero no esperábamos que se volviera ese hit. Todavía hace poquito nos contaron que un chico mexicano fue al siguiente Fringe de Vacouver ¡y le preguntaron si era del elenco de The Orbweaver! como que nos recuerdan y eso es muy lindo. Realmente fue una experiencia maravillosa…

El Hilador tiene un poco de fantasía, realismo mágico, danza… ¿cómo conjugaron todos estos elementos?

Ana: Paula tiene una mente maravillosa, no sé cómo le hace, pero todo lo que se nos ha ocurrido de fantasía, de teatro de sombras y de hacer de algo, otra cosa; lo logra. El hilador utiliza muchos recursos teatrales, juega mucho con que las cosas en escena son una cosa, pero si usas tu imaginación, pueden ser otra. Esperemos que la gente le entre a esa convención y que la disfrute.

Paula: Creo que le hilo conductor de todos los aspectos de la obra es la historia misma. Es una historia de amor construida a partir de elementos típicos de los cuentos de hadas, convenciones y situaciones que todos conocemos, porque casi son parte de nuestro ADN, los hemos escuchado muchas veces. Entonces en este montaje pudimos combinar elementos variados y medio ilógicos: carreras de coches, gansos que hablan, y el metro de la Ciudad de México, porque la trama es reconocible y el público puede seguirla con facilidad.

Otro aspecto que ayudó a conjugar todos los elementos es el lenguaje: está escrita en un tono fantasioso como de cuento; pero al mismo tiempo, es muy coloquial y aterrizada. El choque entre ambos mundos la vuelve cercana.

Paula, eres además traductora profesional (responsable de Wit y El zoológico de cristal) ¿Cómo fue tu proceso de traducir tu propia obra al español? ¿Consideras que el resultado se asemeja a lo que concebiste en inglés?

Paula: ¡Me costó trabajo! Estaba muy acostumbrada a cómo sonaba en inglés y a las cosas que ese idioma permite. El proceso de traducción fue complejo porque el texto en inglés tenía muchos juegos de palabras y tuve que encontrar equivalentes en español que no sonaran traducidos, sino naturales y mexicanos. El resultado es casi idéntico a lo que concebí en inglés y hay momentos que me gustan mucho más en español; como la carrera de coches, a la que en México se le pueden meter baches, calles en reparación y manifestaciones…

Ana, háblanos del equipo que conformaron…

Ana: Con Evan (‘Quirón’) ha sido muy divertido trabajar; pero todos son increíbles y sobre todo están comprometidos con hacer teatro de calidad; ensayar rigurosamente y ser disciplinados, pero al mismo tiempo nos divertimos muchísimo. Fue un gozo reencontrarnos con el texto y ahora en español. Marcos como ‘La Muerte’ es maravilloso, de las mejores cosas de esta obra es ver a Marcos; es increíble su dominio corporal y su conocimiento y aplicación del clown. Él es extremadamente divertido y también te da miedo, porque La Muerte es una criatura bizarra, aunque también muy conocida en México. Es divertido ver a nuestros personajes interactuando con un ser que significa tanto en México, y en el mundo de fantasía.

Paula, ¿Podrías hablarnos sobre la concepción del vestuario y la escenografía?

Paula: De las cosas que más me emocionan de este estreno es que por fin veremos esta obra con una producción completa. En Vancouver la presentamos con el vestuario impresionante de Sara, la utilería increíble de David Ahedo… y como siete cajas de cartón. En esta ocasión podremos verla como la concebimos originalmente: como una gran producción.

La obra sucede toda en un teatro abandonado, entonces Sergio diseñó una forma de convertir el Teatro Helénico en un teatro imponente pero derruido, que lleva años abandonado y que está lleno de cachivaches que, en apariencia, son inútiles. El diseño de vestuario también apuesta por lo decadente, con telas remendadas y atuendos que en algún momento quizás fueron espléndidos, pero que ahora se están cayendo a pedazos. La iluminación es tenue y mucha de ella proviene de fuentes alternativas como lamparitas y linternas. Todo esto le da un aura de magia…

En la obra, los personajes intentan dejar atrás lo roto y oscuro de sus pasados, sin darse cuenta de que estas cosas los definen. En el montaje convertimos lo derruido, roto, abandonado, olvidado y aparentemente inútil; en algo valioso, complejo y significativo.

¿Que experiencia te dejó traducir el zoológico de cristal?

Paula: Traducir a Tennessee Williams fue un reto porque… Tennessee Williams. Me encantó la experiencia. Cada vez que traduzco un texto, aprendo un poco más sobre dramaturgia y un poco más sobre el inglés y el español. Fue un verdadero privilegio poder entrar en contacto tan cercano con el lenguaje y melodía, detalle y tensiones, estructura y personajes, de un dramaturgo como él. Vaciar el lenguaje de Williams a un lenguaje específico y familiar para el público mexicano fue muy enriquecedor para mí. Hice la traducción junto con el director, Diego del Río, con quien disfruto mucho trabajar porque respeta cada palabra, punto y coma tanto como yo.

¿Por qué les gustaría que el público fuera a ver El Hilador?

Paula: En primer lugar, porque es un proyecto que se ha cocinado con mucho trabajo, a fuego lento a lo largo de varios años y me urge que lo vean en México. Se ha hecho todo lo posible por asegurar que sea un montaje de muchísima calidad. Creo que es una historia que el público en general disfrutará: una historia irónica, divertida, veloz y con momentos entrañables. Me gustaría que el público se diera la oportunidad de ver un montaje un poquito diferente.

Ana: Porque El hilador es una historia universal, porque es de amor; pero al mismo tiempo es diferente. Es una comedia negra de fantasía que juega con todos los elementos teatrales; que habla de la maravilla del teatro, de la imaginación y de creer en algo, además de lo que uno está dispuesto hacer por amor… Es como una montaña rusa que esperamos que a la gente le guste.

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