Por Ro Tierno/ El proyecto, apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), es un unipersonal interpretado por Lizeth Rondero, que cuenta historias reales de cinco mujeres llevadas a juicio bajo la figura, entonces legal, de “depósito de esposas”, creada en el siglo XVI en la Nueva España. Escrita por el dramaturgo Felipe Rodríguez, la obra podrá verse del 2 al 25 de marzo en el Foro A Poco No.

Con un arduo trabajo de investigación, Por temor a que cantemos libres, nos trae una parte de la historia de México que permite de alguna manera entender y reflexionar acerca de la construcción histórica de la mujer en este país y en Latinoamérica en general.

Con apoyo del trabajo realizado por la antropóloga e investigadora del feminismo Marcela Lagarde, Rondero pudo abordar este proyecto y avanzar sobre todo en los casos de historias de mujeres comunes, basándose en fuentes historiográficas y datos duros de libre acceso. “Curiosamente había poco registro en la Ciudad de México, en Guadalajara hay uno de los más interesantes y grandes registros de mujeres encerradas en asilos, hospitales y sobre todo en la casa paterna. El trabajo de Marcela Lagarde es absolutamente indispensable”, comentó Rondero.

La obra son cinco monólogos que cuentan las historias de Mauricia Josefa, Doña María Gertrudis, María López y Trinidad Ruiz, todas llevadas a juicio bajo la figura “depósito de esposas”, que pretendía proteger a las mujeres que tenían depresión, que habían pedido el divorcio a sus esposos, o que tenían conductas supuestamente “inapropiadas” para la sociedad de la época. La “protección” era dada mediante el cautiverio en conventos, hospitales, prisiones o el regreso a la casa paterna. “Uno de los últimos vestigios de los depósitos de esposas es de los años 70, los refugios para mujeres maltratadas. Cuando la ONU declara el Día Internacional de la Mujer estos empiezan a desaparecer, porque ese día nos protege y aclara que no está padre que nos partan el hocico”.

El personaje de la obra canta las historias de estas mujeres, porque para Lizeth el canto es un pronunciamiento a la libertad y a través de la voz nos liberamos. Si bien hay casos de mujeres en el arte, la ciencia, y otros campos que son ejemplos para la fuerza femenina, Lizeth aclaró que prefirió fijarse en las mujeres comunes, las que somos todas, “aquellas mujeres que me rodean, como mi madre, mis hermanas, que siempre están en la lucha y batallando con los estereotipos de género que la sociedad impone”.

Quizá lo más relevante de esta obra sea esta investigación detrás, que representa una documentación valiosa para el estudio de género y para empezar a des –construir el tipo de mujer que se ha impuesto históricamente. “Nuestro feminismo es de traspatio, yo vengo de un país de traspatio, México no es primer mundo, no son los feminismos europeos o estadounidenses, hay otra construcción histórica muy distinta de cómo nos sentimos mujeres, muy distinta de cómo los medios de comunicación a través de novelas y demás lo siguen perpetuando”, concluyó.

La obra cuenta con música compuesta por Omar Guzmán e interpretada por la pianista Alba Rosas. Por temor a que cantemos libres tendrá temporada hasta el 25 de marzo. Para boletos y horarios aquí.

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