Por Óscar Ramírez Maldonado / Ayer estrenó una de esas obras que emocionan por muchas cosas. Porque es una obra escrita y dirigida por una joven mexicana muy talentosa: Paula Zelaya. Una joven que, en palabras del padrino de la función de estreno, el director Diego del Río, es una realidad ya en la dramaturgia mexicana. Diego del Río sabe de lo que habla, la obra de Paula Zelaya es honesta, profunda y divertida, es un aire fresco para la escena teatral mexicana. Es una obra que no alecciona, pero nos recuerda que eso de esconder nuestros muertos y nuestros fantasmas en el armario no funciona cuando de ser felices se trata.
La sensibilidad con que la interpretan este texto Ana González Bello, Evan Regueira y Marcos Radosh, emociona y hace de El hilador un montaje que se perfila para ser un referente del teatro de una nueva generación.
Emociona porque Once Once, la compañía productora del montaje, contra viento y marea siempre entrega un producto de calidad al público. Emociona porque nos hace soñar y creer en ese mundo fantástico que es el teatro y logra conjuntar un equipo creativo de primer nivel que incluye a nombres como Sergio Villegas, Matias Gorlero, Iker Madrid, Sara Salomón y Pablo Rodríguez. Un equipo creativo que ponen en el escenario del Teatro Helénico un mecanismo teatral que funciona con precisión.
El hilador es una comedia romántica de humor negro que se mueve entre la fantasía y el naturalismo, la cual llega a los escenarios mexicanos después de haber tenido en el 2016 un muy afortunado estreno en el festival de teatro Fringe en Vancouver. En aquel entonces, Paula Zelaya compartió su impresiones con Cartelera de Teatro en una crónica emotiva y divertida, en la cuál sintetizó a la perfección la esencia de esta obra, Paula en ese entonces nos decía:
“En un mundo regido por lo práctico, lo concreto, lo visible, lo vendible, lo comprobable, lograr que el público tolere lo imposible, lo increíble, lo invisible, lo intangible, que durante dos horas crea y viva una historia que, la lógica dictaría, no debería ser creíble […] me parece la cosa más maravillosa del mundo”
