Foto Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/ El depredador es la víctima, todo tiene un límite y ahora los débiles controlan la situación. Ejercen el poder, no permitirán más burlas, no más acosos y ni abusos. Los roles se invirtieron, las víctimas son victimarios.
El sitio está oscuro, similar a sus pensamientos e intenciones. Tres jóvenes secuestran al fuerte, lo someten, la intención es que pague por el dolor físico y emocional que causó en cada unos de ellos.
Carmen, Sandra y Ulises tienen en sus manos a René. Lo han apresado y tomarán represalias contra de quien los oprimió. Se cubren los rostros con máscaras de rata, oso y tigre. La violencia se cobra con violencia; tienen miedo. “Odio vivir con miedo…”, “Si tienes miedo, acuérdate de tu pobreza…”, “Es tiempo de dejar de ser un pendejo…” Son frases que confinan el pensamiento de tres adolescentes en el momento de la venganza.
En la tierra de los corderos, es un texto escrito por Alexis Casas Eleno. La historia es de tres estudiantes de preparatoria que deciden ya no permitir seguir humillados por otro alumno que practica “La ley del más fuerte”. La venganza la visten con disfraces, a la par exponen otro rostro, muestran sus carencias y contradicciones. Un juego perverso que la dramaturgia de Casas Eleno construye con solvencia.
La historia es con tres compañeros de clase que han secuestrado a otro; las escenas son en el presente y con regresiones para poner en contexto la forma en que René abusaba y violentaba a sus compañeros. El “Bullyng” ejercido con fuerza. Angélica estaba dispuesta a darle todo; a Ulises no lo soportaba por gay. Ser el más alto y fuerte, le dio poder sobre los otros, lo que no entendió fue lo que la violencia que ejerció, en algún momento se le regresaría.
Bajo la dirección de Enrique Aguilar, el texto progresa desde el escenario. Cada escena la representa con la fuerza dramática de la historia, adherido al talento histriónico de los actores. El trabajo de Aguilar es exacto, no deja vacíos; la pieza tiene ritmo y tono. La desarrolla un escenario desnudo, y por momentos en total oscuridad, congruente con las sensaciones de los perturbados protagonistas.
Las actuaciones son de Blanca Luna (Sandra), Angélica Hernández (Carmen), Pedro Faritt (Ulises) y Giovanni Santzales (René), sin duda un elenco con talento; realizan un buen trabajo con y sin máscaras. Encarnan a cuatro adolescentes en un ámbito escolar, sin embargo Angélica Hernández y Giovanni Santzales, no se ven en la edad de sus personajes, no como adolescentes, no dudo de su capacidad actoral, sin embargo junto a sus compañeros se ven mayores.
La iluminación (Joshua Frías y Edgar Mora) crea la atmósfera propicia, los tonos acentúan la historia. La oscuridad también forma parte del diseño, es coherente con el texto. El diseño sonoro y musicalización (Horacio Arenas) se abraza con la obra. El escenario vacío no significa que se relega la escenografía; se llena de elementos intangibles y sobre todo se debe contar con un texto poderoso, y así es. La producción es de Carlos Torres.
En la tierra de los corderos fue becada por el Conaculta en 2016 a través de la Casa de las Artes de San Agustín, Oaxaca y fue finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo. Su primera temporada en 2017 fue en el Teatro De Cámara “Esvón Gamaliel” en la ciudad de Toluca, con producción de la Compañía Universitaria de Teatro UAEM.
Las funciones ahora son en el Teatro La Capilla, los sábados a las 19:00 horas, hasta el 2 de junio.
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