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El mito griego en ORFEO: NO TODO ES LO QUE PARECE



Por Luis Santillán/ Falso mutis presenta en el Treatro Rafael Solana la obra Orfeo. No todo es lo que parece de Alex Gesso. La línea anecdótica plantea el viaje que emprende Orfeo para rescatar a Eurídice, y después de desarrollar el mito griego hay una extensión de la historia para profundizar sobre qué ocurre a partir de que Orfeo no resiste volver la vista atrás.

La obra tiene aquello que convence al espectador: música en vivo, canciones que narran el relato, actores versátiles, y una historia que ya conocen previamente, además de humor.

Se puede decir que el texto de Gesso se construye con dos partes, aquella en la que se apropia del mito y reelabora a los personajes centrales; en la segunda propone innovaciones a partir de la historia. Si bien el texto funciona en términos generales, da la sensación de que lo ya conocido (el relato común) gasta sus recurso muy pronto y, lamentablemente, es poco lo que explora sobre la “continuidad” de la historia. Es claro que la apuesta del autor está en esas zonas donde los personajes se redefinen por sus acciones, hay elementos que podrían ser muy propositivos, que a la vez permitirían ahondar en la naturaleza de lo humano.

La dirección (a cargo del mismo autor) propone una visión del Hades inspirada en el ambiente de una fundidora, los personajes responden a ese universo y se logra una relectura coloquial de los mismos, eso ayuda a que la ligereza de tono funcione. Lo que entorpece es la forma de transición entre la zona de los instrumentos musicales y la escena, por alguna razón difícil de leer se pretende manejar que es ajeno al universo, pero a la vez que pertenece al mismo; pareciera que no se quiere extender al personaje cuando opera el instrumento, pero no se logra la separación, queda en un estado intermedio que ensucia la dinámica, e incluso la escena, como si no hubiera espacio para poner a los músicos. Los elementos de escenografía (diseño de Tenzin Ortega) están “arrinconados” para que la batería pueda estar.

Eso que visualmente rompe la pulcritud de la propuesta sintetiza los problemas que tiene el proyecto, hay varios elementos (de texto, de música, de canciones, de gag’s en los personajes) que saturan.

La parte más atractiva es la que menos tiempo tiene, Alondra Hidalgo Quintero crea un Hades simpático, esos matices de sensualidad le dan un contraste interesante, y la carga de sus textos tiene mucha potencia, pero para cuando se llega a ese bloque ya hay un desgaste en la propuesta en general. Es inevitable decir que la potencia del proyecto está a partir del momento en que Orfeo no logra evitar mirar atrás.

Si bien la propuesta no logra un equilibrio entre las partes, entre los elementos (incluidos los actores), la gente goza lo que ve en escena y, quizá, eso sea lo único que importa.

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