Por Roberto Sosa/Encendedor, o quizá una derivado de Mercedes, Meche… el mechero, habitantes de un mercado que encierra tradición, hábitos y desgracias. Jesús “el franelero” hace la introducción, comparte el espacio con cuatro más: un oráculo, una puta, una hierbera y el sonidero. Seres marginales encerrados dentro de un lupanar, donde cuelgan zacates, ajos y matamoscas. La música los fuga de la realidad.
Sus miradas refleja el encierro dentro de un universo que contiene aromas a chiles secos, fruta, dulces, verduras, aves de corral y carne. Al caer la noche El Mechero se transforma a través del baile que caracteriza al barrio; a ritmo de mambo o salsa, los personajes intentan escapar y exorcizar sus demonios. El público es invitado a la “tocada”, al bailoteo.
La Merced es sinónimo de comercio, incluye el sexual que rodea la zona; prostitución fragante que ocurre a cualquier hora del día o la noche. Se estima que un tercio de las prostitutas son menores de edad. Existen trabajadoras sexuales de la tercera edad, cobran diez pesos por quince minutos. El comercio rebasa sus muros, el tianguis se expande por las calles aledañas. El tren metropolitano (Metro), recorre sus entrañas.
Construido en un barrio antiguo en la Ciudad de México, el mercado toma su nombre del monasterio de Nuestra Señora de la Merced de la Redención de los Cautivos (1594), coloquialmente llamado el Convento de la Merced. Un recinto lleno de historia y leyendas. A principios del siglo XX, La Merced fue el principal mercado al mayoreo y menudeo de esta ciudad hasta inicios de los años 80’s, con la inauguración de la Central de Abasto en Iztapalapa. Hoy La Merced sigue siendo el mayor mercado minorista de la CDMX.
El relato menciona un incendio que marcó la historia del lugar, cabe recordar que fueron varios, el primero aconteció en 1988, un puesto que vendía fuegos artificiales explotó, murieron 61 personas; en 1998 otro incendio destruyó dos terceras partes de la sala principal, el fuego consumió 572 puestos. La madrugada del 27 de febrero del 2013, otro más extinguió el 70% de la nave mayor, afectó a 2000 locales. Todos relacionados a un corto circuito.
Un mechero incendio el lugar, el fuego –dicen- purifica; para Jesús y los demás, el fuego destruyó su fuente de trabajo, acabó con sueños e ilusiones. Hoy viven el hacinamiento, resistiendo el encierro, así lo viven y sienten porque no conocen otra forma de vida. Cuidar carros en la vía pública, vender hierbas que lo curan todo, adivinar el futuro, comercializar el sexo y dar placer con música de fondo, con la que bailan en este barrio.
Esta obra está inspirada en este mercado, ícono de la gran metrópoli, un micro universo que refleja la personalidad de un barrio emblemático de la capital del país. La puesta en escena es creación colectiva y dirección de Los Plebes Teatro; producción, Vaca 35 Teatro en Grupo. Actúan: Elsi Yamel Salgado, David Sicars, Marisol Basurto, Maicova Lianci y Darly Guadarrama. Iluminación y asesoría escenográfica, Edgar Mora; coreografías, Daniela Fuentes.
Las funciones son en el Teatro El Milagro hasta el 12 de diciembre, consulta precios y horarios, aquí.
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