Por Luis Santillán/David Gaitán presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón Edipo: Nadie es Ateo. El primer acierto radica en la continuidad del personaje Creon, Adrián Ladrón proyecta una versión más joven, menos dañada que aquella construida en Antígona; logra hacer algo poca veces presenciado en el teatro, es palpable la gran calidad del trabajo actoral, nada se siente impuesto, por el contrario el personaje tiene matices y padece los acontecimientos de una manera que permite empatar emotivamente con el público.
Raúl Briones desarrolla un Edipo que por momentos hace énfasis en una relación erótico maternal; en otros momentos muestra un comportamiento más inestable, como si fuera una persona en construcción; en la suma la creación del personaje es sólida, mantiene unidad y desarrollo emotivo, quizá las partes donde se empobrece son aquellas que tiene interacción con Tiresias, pero eso ocurre por el planteamiento del otro personaje.
Gaitán expresó en una entrevista para Reforma: “Puedo hablar de un magnetismo natural hacia los mitos; […] que asociamos mayoritariamente, me parece, con lo académico. Me entusiasma, entonces, la idea de transformarlos en una posibilidad escénica del presente: hacer de lo académico algo vívido”. Lo curioso es que su puesta en escena está sostenida en una exploración más académica que escénica.
Asume que el público tiene la información previa para redireccionar las acciones que construyen la tragedia de Sófocles, mas la escena no tiene la potencia para sustentar su propio universo mítico, desea poner en crisis el comportamiento del hombre guiado por una creencia divina, pretende mostrar a un Edipo que confía más en la ciencia para explicar la causa de la peste y, desde la óptica de quien escribe, nada se logra porque desaparece el papel transcendental del oráculo para depositar en Tiresias la verbalización de… No queda claro de quién o de qué. Tiresias habla –aun cuando sea en trance- por sí mismo, por lo tanto, Edipo desconfía de la creencia del hombre ante el posible charlatán, no de lo divino.
La puesta en escena apela a la confrontación de argumentos –empleando el mismo recurso que usó en su versión de Antígona y nulifica la acción escénica. Es en la palabra donde viaja el discurso que le interesa al autor; la forma en que desarrolla la línea anecdótica adelgaza tanto la cadena de acciones que parece ser más una imposición autoral la forma en que se lleva a cabo el desenlace.
Edipo: Nadie es Ateo será un éxito en la programación de Teatro UNAM, habrá quienes celebren el ingenio del autor, que argumenten porqué su puesta en escena es imperdible, sabiendo la avalancha de halagos para la obra, no queda más que recomendarle al público que acudan al recinto universitario y saque sus propias conclusiones.
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