Por Ro Tierno / Escrita por Julia Arnaut, Erica Islas y Yurief Nieves, Los niños también lloran cuestiona los roles de género en la sociedad y apunta a (des) educar a los más chicos (y a los grandes también).

A partir del 3 de febrero, Teatro La Capilla abre una vez más sus puertas con El circo del horror y presentan esta obra para toda la familia los sábados y domingos en el horario de 12.30 horas, hasta el 11 de marzo.

Pensada para atrapar a los más chicos, Los niños también lloran plantea un tema muy importante como es la cuestión de género y lo hace desde una perspectiva muy original. La trama se basa en la incógnita de por qué un niño llora, cuando en realidad los varones no deberían llorar. Aparecen en escena varios personajes llevados al extremo de la ridiculización que nos harán reír mucho (la obra es muy divertida) y llorar, pero sobre todo pensar críticamente.

El presentador del El circo del horror trae escalofriantes personajes para mostrar a su público, fenómenos que considera “raros” como un presidente inteligente o una mujer barbuda. Dentro de ellos aparecerá un niño varón que llora y el presentador, un hombre supuestamente cruel y conservador, hará todo lo posible para mostrarle a la audiencia este “fenómeno”. Esto lo llevará a desatar sus propias emociones y mostrar la otra cara de su dureza.

“Había en nosotros una preocupación sobre qué están sintiendo y cuál es la problemática en los niños. Ese fue un detonante y creo que los tres (autores) venimos de trabajar mucho la temática de género, entonces traemos esa inquietud de hablar de los géneros y los estereotipos que es muy importante, sobre todo desde una edad tan temprana. Llevar estos temas puede ser difícil, por eso utilizamos herramientas de humor y se trata de tratar el tema de raíz, de repensar cómo nos educaron a nosotros”, comentó Erica Islas, autora y actriz de la obra.

Yurief Nieves, director de la puesta en escena, también comentó que la obra está hecha para los más chicos pero además es un mensaje para los más grandes: “la obra es un guiño para los padres, mismos que se sienten atraídos por la forma en que se habla de la manera que fuimos educados y cómo están educando a sus hijos”.

Los niños también lloran lo tiene todo: humor, drama, música y sobre todo crítica, esencial para seguir manteniendo al arte como motor del cambio social.

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