Por Ro Tierno/ En una Ópera Irreverente, Los Socios del Ocio, que son Mauricio Jiménez Quinto y Luis Losada, acercan este género a los niños y niñas y por fin le ‘faltan el respeto’ a este nicho impenetrable.

Su primera creación fue Elefante, ópera en espacio mínimo, una puesta que deslumbró por su creatividad y sus personajes: un grupo de ancianos pasan sus últimos días en un frío y desolado asilo, mientras se cuentan historias, en búsqueda de un “Elefante de la verosimilitud”. Causó tanta empatía que logró hacer casi 50 funciones y fue premiada por la Asociación de Críticos y Periodistas de Teatro ACPT como Mejor obra infantil. 

Ahora presentaron su segunda puesta, Simbad, dentro el Ciclo de Ópera infantil del Cenart. Aunque tuvieron solo dos presentaciones, ya se avecina una temporada y a la altura de Elefante. ¿Cómo le hacen para acercar este género que ni a los adultos puede atrapar? Pues parece que con mucha imaginación y una pizca de irreverencia.

“La ópera es un gran género, pero de unos siglos para acá ha dejado de arriesgarse, por eso le exigimos al elenco que se salte de su zona de confort. Al final creo que el teatro es eso, hay que moverlo, cambiarlo. En general en la ópera somos cuadrados, y acá en México más”, comentó uno de los Socios del Ocio, Mauricio Jiménez Quinto.

Mauricio y Luis se conocen de toda la vida, hace más de 15 años, y fue en el Cenart donde comenzaron a dirigirse artísticamente a los niños, con adaptaciones de óperas clásicas. Sin embargo, esto los dejaba con un sabor amargo: ¿Por qué no crear algo nuevo, propio, que desate la imaginación? Así nació la compañía Ópera Irreverente.

“Hay muchas barreras que impiden que te llegue lo que queremos como artistas. Muchas óperas son muy bonitas, pero no están hechas para la gente ahorita, fueron creadas para otro tiempo, otra velocidad del mundo. También sucede que los cantantes clásicos no mueven nada ni permiten que se mueva, porque quién eres tú para cambiar algo. Quizá no soy un Mozart, seguramente nunca lo seremos, pero sí soy una persona que vive en este momento y que no aguanto un documental de siete horas porque me quedo dormido, ni hablo todos los idiomas”, expresó Mauricio.

Claro que no es algo que sólo sucede en México, en el mundo entero, la ópera siempre ha sido un género intocable, dedicado a los más cultos, con cierto nivel intelectual. “Creo que esto es algo que ha reconciliado la compañía, eso de que la ópera no es para cualquiera. Hay un estigma, que se piense que es para un público específico, que dura cuatro horas, que es aburridísimo”, comentó Luis Losada, quien también confesó: “Nos ha pasado a nosotros, sacando un poco nuestros pecados, de ir a una ópera, la primera hora bien, muchas veces vemos a nuestros colegas, pero ya pasa hora y media y dices ‘no está pasando nada, la escenografía es la misma’, en definitiva terminas diciendo vamos a Don Porfilio que está enfrente o ver a una serie en Netflix”.

“Lo peligroso de eso es que Luis y yo vamos a seguir consumiendo ópera, y podemos hacer estos chistes, pero la familia que llega, que no tiene el dinero para estar pagando 400 pesos por un boleto, dice ‘qué es esto’. Entonces, perdemos más y más público. Lo que realmente necesitamos es que el nuevo público, la gente joven, y la no tan joven, consuma ópera, quiera ver ópera, porque no es un estigma, es algo real: la ópera no está hecha para la gente general, sino para un público específico que debe dominar idiomas y demás”, explicó Mauricio.

¿Por qué acercar este género a los más chicos?

Mauricio: El mensaje de la compañía es ‘vente a soñar’, uno va al teatro o a la ópera a soñar, a hacerse un viaje. Una cosa fantástica que tiene la ópera es que cuando vez a alguien en su límite vocal es como cuando vez a un cirquero que va a dar una vuelta en el aire y si no lo logra puede morir, la ópera es eso, las posibilidades que el instrumento humano tiene. Queremos lograr que los niños se acerquen y sueñen cosas fantásticas. 

Luis: Mau y yo hablamos mucho desde nuestro niño interior, hay un mensaje de tolerancia, de aceptación, de ir tras de los sueños, de vivir la vida con intensidad, valentía, con arrojo, las dos obras que llevamos escritas hablan de esto. Nosotros nos basamos en la música de jazz, de cine, de videojuegos, porque es el lenguaje que hablan los niños. No confío en que la tecnología sea la respuesta última a todas las necesidades del hombre, nos está esclavizando de una manera espantosa. Este sistema nos hecho muy autómatas e individualistas.

¿Cómo es la respuesta del público infantil?

Luis: Los niños han tenido una respuesta espectacular, yo hasta vi niños dirigiendo con las manos. En Elefante hay mucho de improvisación, hay que estar muy atentos a lo que te da el publico y jugar un poco con eso, muchos momentos cómicos se originan de algo que viene del público, ellos son los que van tirando ganches, anzuelos para utilizar. No usar eso sería desaprovechar una gran oportunidad, de romper esa barrera con el niño, que se siente más identificado y está siguiendo lo que está sucediendo arriba del escenario. Tienen una chispa que nos retroalimenta, estar tomándonos fotos con ellos que viven la ficción como una realidad igual que nosotros los artistas. 

Mauricio: Los niños llegan y si les gusta bien y sino empiezan a gritar ‘ya me quiero ir’. Es muy difícil para los adultos mantener la atención, imagínate para un niño, que su grado de concentración es mucho más corto, no puedes tener un niño sentado, quieto, callado, escuchando un idioma que no habla, un lenguaje vocal que no es el lenguaje que todos estamos acostumbrados a escuchar. Es un reto, y la respuesta ha sido increíble, ven realmente a un Elefante o al dragón.

Elefante, ópera en espacio mínimo formará parte del Programa de Teatro Escolar del INBA, a principios de noviembre, por lo que esta obra llegará a varios niños y niñas de las escuelas y logrará ¡80 representaciones! También planean cruzar fronteras y llevar esta hermosa puesta por algunos países de Latinoamérica.

“El teatro es algo que tiene que estar vivo, y en nuestra ópera está vivo, y va madurando. No podemos negarnos al cambio, le pasa a cualquier obra que está en constante representación. Nos permitimos jugar, improvisar, hay cosas que también suceden desde el error, no estamos buscando esta perfección que de repente te da una carrera de música clásica donde no se puede mover absolutamente nada, por eso quisimos hacer algo nuestro, porque la posibilidad y la gama de acción es infinita”, concluyó Mauricio.

Como comentaron los Socios del Ocio, dedicarse al arte es un salto al vacío, dedicarse a la ópera quizá sea más complicado aún, pero es sabido que la creación artística, cuando es trabajada y motivada desde procesos creativos propios, tiene resultados asombrosos: nace lo nuevo, lo diferente, y lo que, probablemente, inspirará creaciones futuras.

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