Por Roberto Sosa/ En un mismo espacio se desarrolla la historia, es un apartamento de clase media, hay una cocina, una recámara y un baño; cuatro personajes instalan sus recuerdos de la noche anterior. Una pareja está en la cocina, la otra en la habitación. En la cocina, los bóxers que usa el profesor Tom, no lo hacen ver sexy, tiene el cuerpo muy escuálido, según Gaby su alumna. En la otra habitación metida entre las cobijas, Bety cubre su desnudez: “ayer en la noche me enamoré, bebí un poco y recuerdo de quien…”, Lucy la escucha.
Tom relaciona todo con las matemáticas, su lenguaje es complejo como el algebra; las relaciones y el comportamiento humano están regidos –según él- por los números. Gaby por su parte reflexiona sobre lo que pasó anoche: “hemos hecho el amor… no cogido”. Los cuatro coincidieron la noche anterior en un antro, bebieron, bailaron, se besaron y cogieron. Ahora es el recuento de lo ocurrido, sucede que son tres mujeres y un solo hombre.
TR3S, explora el comportamiento de las personas y sus más encubiertas pasiones. Tom cree saber cuál es hilo conductor que descifran las conductas: las matemáticas. Sin embargo él mismo es rehén de lo que pretende definir. Las pasiones humanas nadie las entiende, nadie sabe explicar con una ecuación matemática, por qué una mujer besa a otra, o por qué una joven y hermosa alumna se coge a su escuálido maestro. Tampoco hay explicación científica cuando de un trío o cuarteto se trata.
Esto sería el planteamiento desde la perspectiva del autor y director de TR3S, José Alberto Gallardo. En mi opinión, al texto le falta fuerza, es más comedia que drama, lo grave –creo- es que se queda en el camino, es decir, los cuatro no están en el mismo tono, unos en el drama, otros en comedia, no se define, entonces no es ni una ni otra. En este sentido el elenco –excelente- no está bien aprovechado.
Actúan Verónica Bravo, Sonia Franco, Andrea Guerrero y Harif Ovalle. Hay una escena muy cachonda cuando están los cuatro en el antro y cambian de pareja, Lucy y Gaby se abrazan y besan; la otra, Bety y Tom hacen lo propio. A la pareja heterosexual le creo, hay entrega, se dan con todo; a las dos mujeres no, las actrices no se ven convencidas de querer hacer la escena, se ven dudosas, no hay empatía con sus personajes.
La escenografía e iluminación de Jesús Hernández es interesante y bien realizada. El trazo escénico dispone que el departamento esté en ángulo con relación al público, de esta forma es visto desde la recámara, el baño al fondo y la cocina, buen trabajo sin duda. El vestuario es de Mauricio Ascencio; la creación, grabación y edición musical es de Rodrigo Castillo Filomarino.
Cabe señalar que la obra fue ganadora del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2013, género Dramaturgia.
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