Por Gina Fierro/ Las historias que se representan en los escenarios son capaces de impactar a su público de tal manera que al salir de la sala, algo en el espectador cambie.

Tal como sucede con un buen libro, el teatro consigue llegar más allá de la mirada de los asistentes, esto a través de cualquier elemento o discurso escénico. Es decir, no existe una fórmula exacta, ni un diálogo preciso que confirme la trascendencia en su auditorio.

Hay autores, que por su destreza, han sacudido a su público con temáticas sensibles, realizando una especie de “teatro motivacional” que indaga en la psicología del ser y plantea de manera directa una reflexión existencial. Entre las obras cuya intención es motivar o dar un impulso personal, encontramos propuestas de autores como Alejandro Jodoroswky, que dentro de sus discursos atrevidos que buscaban “sacar al teatro del teatro”, escribe El juego que todos jugamos. En esta obra, el autor retoma textos en psicología -de Erich Fromm, Erice Berne, Thomas A. Harris, Vance Packard, Burrhus Frederic Skinner, entre otros autores- para hablar sobre las deficiencias y temores humanos. “Yo quería un teatro que tuviera que ver contigo, con el ser” subraya Jodorowsky.

Desde un enfoque social, el dramaturgo habla sobre la cotidianidad del individuo y los conflictos a los que se enfrenta, identificando cada uno de los roles que cada persona se dispone a jugar cada día, esto basado en una metodología llamada análisis transaccional que explica que todas las personas jugamos un juego diferente día a día, ya sea como madre, hijo, joven, adulto, enfermo, inocente, etc.

Foto: Pablo Perroni en “Puras cosas maravillosas”

Otra de las propuestas que ha resonado entre el público es el montaje protagonizado por Pablo Perroni, Puras cosas maravillosas de Duncan Macmillan y Johnny Donahoe. En este discurso, sus autores plantean una lista de cosas importantes en la vida de una persona que podrían incluso, evitar el suicidio. A través de la historia de un hombre que cuenta su vida desde que tenía siete años, Macmillan y Donahoe motivan al espectador a reconsiderar aquellas cosas que le dan sentido a su existencia.

Entre este tipo de discursos encontramos a una figura sobresaliente, el actor Odín Dupeyrón, quien ha destacado por una manera particular de llegar a su auditorio con montajes sobre la vida misma, sus vacíos y sus necesidades emocionales. En entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro, Dupeyrón nos comparte que no se trata de obras “estratégicas”, “simplemente hablo de los temas que me parece que son importantes para hablar y las hablo de una manera en que yo los abordo de manera natural, como los abordo en mi casa, con mis amigos o con mi familia”, detalla.

Además de ser el autor de libros, conferencias y poesía, Dupeyrón ha subido a escena obras como Lucas, ¡A vivir! y Veintidós, Veintidós, propuestas inspiradoras donde acentúa el valor de estar vivo, rompiendo muchas veces con los esquemas impuestos por la sociedad del cómo debe comportarse una persona dentro de la misma. Sobre la temáticas de sus obras, el actor subraya que se trata de una forma muy propia de ser, “es mi filosofía de vida, es Odín hablando de tal en ¡A vivir!, es Odín hablando de tal en Colorín colorado, Odín hablando del amor en sus poesías, Odín hablando de la vida en su conferencia, Odín hablando del suicidio en Veintidós, Veintidós. Es Odín hablando de lo que él habla y como él lo habla, presentado de diferentes formas, pero lo cierto es que es este mismo espíritu, esta misma fuerza, esta misma alma, esta misma forma de hacer las cosas”.

Foto: Odín Dupeyrón en “¡A Vivir!”

De acuerdo con su creador, a través de sus montajes también ha dado a conocer una parte de su personalidad, “mi vida privada es muy privada, nadie sabe mucho de mi vida, saben qué me gusta, qué no me gusta, a dónde viajo o dónde trabajo, pero más bien saben de mí a través de lo que pienso de la vida, a través de las obras de teatro”.

Como protagonista, director y autor de sus obras, Dupeyrón reconoce que la conexión que ha construido con el público es única. “Aparte de que la respuesta ha sido fantástica y que a la gente le gusta mi trabajo, lo más importante es que me siento muy conectado con la gente o la gente se siente muy conectada conmigo”.

La clave de sus textos, detalla el entrevistado, se encuentra en la espontaneidad y honestidad con la que se cuentan los discursos, “al ser un discurso honesto, claro y emocional, la gente se conecta mucho conmigo, con lo que digo y hago en escena y me perciben como muy honesto. Eso ha creado una relación muy cariñosa y, sobre todo, me doy cuenta de que no estoy solo, que hay más gente a la que le resuena esto que digo”, afirma.

¿Teatro de superación personal?

Pero, ¿se trata de un teatro de superación personal? Al respecto, Dupeyrón señala “en ese sentido, no me considero de superación personal, no soy psicólogo, no soy coach profesional, soy un artista y el arte siempre ayuda a la gente a expresarse, entenderse, comunicarse. En ese sentido sí”.

Foto: Odín Dupeyrón en “¡A Vivir!”

Autores como Shakespeare o Cervantes son capaces de motivar a su público, tal y como lo puede hacer cualquier otro tipo de texto, refiere el actor. “Si tú vas a ver Romeo y Julieta y sales pensando que tienes que defender tu amor y no terminarte matando, no es que Romeo y Julieta sea de superación personal. O si lees el Quijote y crees que es importante luchar por tus sueños, y enfrentar los problemas no importa cuáles sean […] no es que el Quijote sea una obra de superación personal”, subraya.

A sus obras, Dupeyrón imprime un toque de humor, lo que logra una conexión más inmediata con el espectador. El uso de la comedia, asegura el entrevistado, es una forma muy propia de enfrentar los problemas en su vida cotidiana. “La verdad es que yo, en mi vida personal, es mi forma de enfrentar las cosas, a través de la comedia. Yo soy una persona que se ríe mucho, me enojo, me frustro, me pongo triste, pero eventualmente tengo esa fortuna de poderme reír de mí mismo, de los problemas”.

Las anécdotas del autor sobre las reacciones de los asistentes son diversas, con comentarios que apuntan a un cambio decisivo en la vida de quienes presencian alguna de sus puestas en escena. “Es eso, la gente me dice mucho ‘tu obra me cambió’, ‘tu obra me abrió la visión’. Justo ahora que estamos haciendo Lucas, la función que vamos a estrenar el 8 de junio, tuvimos un previo y me escribió un padre de familia diciéndome, ‘me pegó mucho la obra a mí y a mi familia’ […] Y finalmente me decía, ‘gracias por presentarme Lucas, porque me abrió un concepto de la vida y una forma de ver la vida que yo no había pensado antes y ahora la tengo más presente, y me ayuda mucho a poder dejarles unos mejores hijos al mundo’”, comparte el actor.

Con propuestas de su plena autoría, Odín expresa sentirse cómodo, “son mías, es como hacerte un traje a tu medida […] y que además salgas a la calle y la gente lo aplauda y que quiera compartirlo, está padrísimo”.

Finalmente, hablar de teatro es hablar de emociones y, sea cual sea la propuesta, afectará, en mayor o menor medida, a aquellos que se atrevan a inyectarle un poco de teatro a su vida.

“El arte hace más feliz a la gente, no nada más ‘feliz’ de entretenerte, sino de encontrarte, de reencontrarte”, concluye el actor.

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