Por Redacción / Bajo la dirección de Christian Gohmer, el grupo Solistas Ensamble estrenó el oratorio El rey David, el cual tuvo lugar en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. Concebida en 1921 por René Morat como música para una obra teatral de estilo “salmo dramático”, la pieza se presenta como un oratorio bíblico o salmo sinfónico que narra la victoria de David sobre el gigante Goliat y Saúl.

La obra del compositor suizo Arthur Honegger (1892-1955), restaurador del oratorio en el siglo XX, está dividida en tres actos. La pieza hace una reescritura de la historia, desde la famosa batalla contra Goliat, la guerra contra los filisteos, la coronación de David y hasta su muerte.

El espectáculo estuvo a cargo de Solistas Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que por espacio de una hora ofrecieron al público un montaje de alto nivel artístico musical. Sus cantantes, en su mayoría mujeres, interpretaron en cada acto alguno de los 27 segmentos cortos de forma dramatizada.

A diferencia de la ópera, este oratorio no incluye recursos escenográficos ni de vestuario o iluminación, por lo que la historia queda al servicio de la imaginación del escucha.

Lo interesante de El rey David radica en que es una obra de repertorio de cámara con la particularidad de que intervienen cantantes de ópera, como las mezzosopranos Linda Saldaña, Grace Echaur y Gabriela Thierry; las sopranos Angelina Rojas, Ángeles Arévalo, Violeta Dávalos y Lorena von Pastor y los tenores Ángel Ruz y Gustavo Cuautli.

Un total de 25 cantantes y 15 músicos, estos últimos integrantes del Ensamble Tempus Fugit, deleitaron con diferentes cuadros escénicos, bajo la narración de Mario Hoyos, y la presencia de Ana Gámez Calderón como la Pitonisa, quien tiene una presencia fugaz, pero enriquecedora.

Todas las peripecias del gran rey hebreo son contadas: la primera parte muestra al joven pastor David en sus batallas, incluyendo su triunfo sobre el gigante Goliat y su conflicto con el rey Saúl.

La breve segunda sección refiere su coronación y una danza frente al Arca. El último movimiento cuenta sobre su atribulado reinado, incluyendo el incidente con Betsabé y la revuelta de Absalón (que contiene dos emotivos cantos de penitencia).

La conclusión es un fluido canto de Aleluya conmovedor; a lo largo de la obra hay danzas, marchas bárbaras y la invención del estilo musical que después emergería en las producciones épicas de Hollywood.

Las partes cantadas, que describen los episodios de la guerra, el amor y la soledad, son muy descriptivas y se disfrutan de forma gloriosa. Además de que la narración fluye en español, mientras que las escenas se cantan en su idioma original.

La obra tuvo su primera representación en el pequeño teatro de Jorat en Suiza. A pesar de la magnitud de las estructuras diseñadas con grandes líneas sinfónicas, fue compuesto 1921, en una primera versión, en tan sólo tres meses, gracias al entusiasmo de Honneger.

Sin embargo, Honegger modificó su obra en 1923, colocando un narrador en lugar de actores y nace así el Oratorio en su versión actual.

Con información de Notimex

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