Por Miguel Ángel Maldonado/ La obra de teatro Un Picasso, protagonizada por don Ignacio López Tarso y Gaby Spanic es de lo más recomendable del teatro que se exhibe en Mexico, y no sólo por el arte y la documentación histórica de uno de los más grandes pintores que ha dado la humanidad, sino por el entretenimiento que posee en su desarrollo.
La historia expone una de las etapas poco conocidas del pintor español Pablo Picasso en plena Segunda Guerra Mundial, cuando el padre del Cubismo es detenido por Miss Fischer, una joven judeo-alemana que por medio del espionaje trata de convencer al artista Malageño para que certifique que una de las tres obras decomisadas del autor sea falsa, y así ella pueda salvar su vida y la de su familia.
La parte histórica es bien detallada que se mezcla a la perfección con la actuación cuando ambos personajes, Gaby Spanic y el gran López Tarso, hacen uso de su calidad histriónica en el arte de la seducción, y es ahí cuando el diálogo los convierte en una maravillosa dupla.
Es sabido que el Señor del Teatro posee todas las tablas, pero más grande es la sorpresa cuando el público espectador desde su butaca también cae rendido por la belleza física y el talento de la actriz, con la potencia de su voz, de sus movimientos sutiles y dramáticos y su expresión corporal como toda una Diva.
Por su parte, López Tarso, como todo Un Picasso o un viejo lobo de mar, entra en acción pausadamente como un tigre, analizando a su presa y se vuelve entre ellos una lucha de seducción. Es ahí, donde se reconoce la huella o impronta del director Salvador Garcini, que supo introducir el alma de los personajes en el ser de un actor de Oro como Lopez Tarso y la joven Spanic, logrando que ambos caigan fascinados una y otra vez por sus más sensibles emociones, ya sean frívolas, sinceras o de amor propio.
Esto es lo lúdico para el público, el juego de la vida, del amor, del azar, y es cuando el entretenimiento nos cautiva, queremos más y en silencio pedimos más. La atmósfera nos hace ser pacientes hacia el desenlace, pero atentos y con una sonrisa irónica como para usar los diálogos en algunos momentos de nuestras vidas personales.
El escenario tiene una aportación especial: una mesa grande, sillas, algunas esculturas en los rincones, pinceles, que de manera surrealista representa la prisión emocional de estos dos personajes. Un Picasso quedará marcada como una de las mejores expresiones artísticas del gran legado de don Ignacio López Tarso; mientras que para Gaby Spanic ya es un hito para su carrera. Esta obra es del dramaturgo Estadounidense Jeffrey Hatcher y se presenta con éxito en el Teatro San Jerónimo Independencia.
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Muy buena página, falta que añadan la dirección y teléfono de los teatros e informar si tienen estacionamineto, valet parking o hay un estacionamineto cercano.
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