Por Roberto Sosa/ Es un personaje con mucho capital y poder; su amigo Basanio necesita dinero, le pide prestado pero él lo tiene invertido, espera que sus barcos regresen a Venecia cargados de mercancía. Para ayudar a su amigo acude con el judío Shylock, a quién ha insultado y escupido a la cara por sus practicas usureras; 3000 ducados es la suma que le solicita. La fortuna que viene en altamar, le da para pagar esa cantidad y mucho más.
Basanio necesita el dinero que le permita enamorar a la rica heredera Porcia. El padre de de la joven ha puesto un reto para quienes pretendan casarse con su hija: deberán escoger de entre tres cofres (de oro, plata y plomo), uno, el correcto es aquel que en su interior contenga el retrato de ella. Basanio escoge el tercero, es el indicado y se compromete con Porcia. Como muestra de amor, ella le da un anillo con la promesa que él no habrá de quitárselo nunca.
Shylock presta el dinero con la condición que Antonio le firme un contrato en donde se compromete a pagar en la fecha indicada, de lo contrario se verá obligado a pagar con una libra de su propia carne. La justicia pone al mercader en manos del judío que reclama su pago; se cobrará con un trozo de pecho que esté cerca del corazón. En el resentido Shylock no existe compasión para quien lo ha degradado y avergonzado en público.
De William Shakespeare, El mercader de Venecia fue escrita entre 1596 y 1598, obra de teatro que narra la historia con elementos como la usura, el odio y resentimiento; 3000 ducados y una libra de carne humana; el amor, las pasiones y traiciones. Las seculares diferencias entre cristianos y judíos mueven y confrontan a los protagonistas. Una impresionante estructura dramática que nos describe al ser humano con todas sus enormes negaciones, y nadie lo expresa mejor que Shakespeare.
La puesta en escena es con la traducción, adaptación y dirección de David Olguín; su propuesta es desde una mirada contemporánea y vanguardista. Los personajes sin perder su naturaleza y esencia, se muestran actuales, presentes; la obra en manos de Olguín sucede en un país donde la economía la rigen los mercados internaciones. Porcia vacaciona en alguna playa del Mediterráneo o quizá en la Rivera Maya. Y los barcos del mercader estarían por atracar en algún puerto mexicano.
Venecia es el referente, no obstante lo que vemos sobre el escenario es una escenografía (Gabriel Pascal) que nada tiene que ver con la ciudad italiana. El vestuario (Estela Fagoaga) de los personajes nos hace pensar que fue diseñada en Italia. Sin embargo el mérito de Olguín –mi opinión- es mantener intacta la índole del texto original. En cada escena patenta el pensamiento, la dicción y el genio del autor; de esta forma vemos un Shakespeare –sin ser repetitivos- totalmente contemporáneo.
Las actuaciones están simplemente geniales. Mauricio Davison es el judío Shylock, su actuación es memorable; David Hevia es Antonio; Esmirna Barrios da vida Porcia, es dominante, irreverente y sensual; construye, crea y matiza, espléndido trabajo. Complementan el elenco: Fernando Álvarez (Basanio), Simona Chirinos (Nerissa), Marisol Castillo (Jéssica / Príncipe de Marruecos), Emmanuel Varela (Salarino) y David Juan Olguín Almela (Lorenzo / Carcelero).
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