Como cada año compartimos con ustedes el texto íntegro del mensaje con motivo del Día Mundial del Teatro. Este año, la encargada de escribirlo fue la actriz francesa Isabelle Huppert. Huppert estudió Ruso en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales y tomó clases de arte dramático en la Escuela de la rue Blanche y en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Fue estudiante de maestros como Jean-Laurent Cochet y Antoine Vitez.

Ha trabajado con Claude Chabrol en varias ocasiones. Bajo la dirección de Chabrol ha recibido reconocimientos en festivales como Cannes, Venecia y Moscú. Ha trabajado además con directores y actores reconocidos como Jean-Luc Godard, André Téchiné, Maurice Pialat, Patrice Chéreau, Michael Haneke, Raoul Ruiz, Benoit Jacquot, Jacques Doillon, Christian Vincent, Laurence Ferreira Barbosa, Olivier Assayas, Francois Ozon/Anne Fontaine Ionesco, Joachim Lafosse, Serge Bozon/Catherine Breillat, Guillaume Nicloux, and Samuel Benchetrit. Isabelle Huppert en el plano internacional ha trabajado con directores como Michael Cimino, Joseph Losey, Otto Preminger, los hermanos Taviani, Marco Ferreri, Hal Hartley, David O’Russell, Werner Schroeter and Andrzej Wajda, así como con Rithy Panh, Brillante Mendoza, Joachim Sort and Hong Sang Soo.

Huppert ha tenido una carrera distinguida en el teatro. Ha actuado bajo la dirección de Bob Wilson, Peter Zadek, Claude Régy, Jacques Lassalle, Eric Lacascade, Krzysztof Warlikowski, Benedict Andrews y Luc Bondy.

A continuación el mensaje de  Isabelle Huppert:

 

Y aquí estamos una vez más. Reunidos de nuevo en primavera, 55 años desde nuestra reunión inaugural, para celebrar el Día Mundial del Teatro. Sólo un día, 24 horas, dedicado a celebrar el teatro en todo el mundo. En este día de celebración podemos transportarnos a Japón experimentando el teatro Noh y Bunraku, trazar una línea desde aquí hasta expresiones tan diversas como la Ópera de Pekín y Kathakali; el escenario nos permite balancearnos entre Grecia y Escandinavia mientras nos envolvemos en Esquilo e Ibsen, Sófocles y Strindberg; Nos permite revolotear entre Gran Bretaña e Italia tal como reverberamos entre Sarah Kane y Pirandello. Y también París, que a pesar de todo es la ciudad que atrae a la mayor cantidad de compañías extranjeras de teatro. Entonces, nuestras 24 horas nos llevan de Francia a Rusia, de Racine y Moliere a Chejov, después de atravesar el atlántico para terminar en un campus californiano donde los jóvenes, quizá, están reinventando el teatro.

Es así como se mantiene vivo. El teatro tiene una vida abundante que desafía el espacio y el tiempo; las piezas más contemporáneas se nutren de los siglos pasados, los repertorios más antiguos se hacen modernos cada vez que son montados de nuevo.

El Día Mundial del Teatro, obviamente no es un día ordinario para ser agrupado en la procesión de otros días. Nos garantiza el acceso a una inmensa continuidad de espacio-tiempo a través de la majestuosidad pura del canon global. Y para evocar el espacio-tiempo, cito a un dramaturgo francés tan brillante como discreto, Jean Tardieu:

Para el espacio Tardieu decía que se debe preguntar “¿Cuál es el camino mas largo de un lugar a otro?”… Para el tiempo, él sugería medir “En décimas de segundo, el tiempo que te toma pronunciar la palabra eternidad”… Para el espacio-tiempo, él decía: “Antes de dormir fija tu mente entre dos puntos del espacio, y calcula el tiempo que tardas, en sueños, para ir de uno al otro”.

Es la palabra sueño la que retengo. Uno diría que Jean Tardieu y Bob Wilson se conocieron. Podríamos también sintetizar nuestro día mundial del teatro en el recuerdo de Samuel Beckett, quien, en su estilo diligente, dijo a través de Winnie: “Oh, qué hermoso día ha sido”.

Al pensar en este mensaje, que me honra haber sido solicitada para escribir, me acuerdo de todos los sueños de todas las escenas. Así mismo, es justo decir que no llegué aquí sola; cada personaje que he interpretado esta aquí conmigo, roles que parecen irse cuando la cortina cae, pero han cavado una vida bajo tierra dentro de mi, esperando para ayudar o destruir los roles que le sigan: Fedra, Amarinta, Orlando, Hedda Gabbler, Medea, Mertewill, Blanche Dubois…

Me acompañan también todos los personajes que amo y aplaudo como espectadora. Y entonces pertenezco al mundo entero. Soy griega, africana, siria, vietnamita, rusa, brasileña, persa, romana, japonesa, marsellesa, neoyorquina, filipina, argentina, noruega, coreana, alemana, austriaca, inglesa. Pues es aquí, en el escenario y en el teatro, que encontramos la verdadera globalización.

En ocasión a éste Día del Teatro de 1964, Laurence Olivier dijo, que después de un siglo de lucha finalmente se creaba en Inglaterra un teatro nacional, que inmediatamente después quiso transformar en teatro internacional, hablando de su repertorio. Él sabía bien que Shakespeare pertenecía a todo el mundo.

Me encantó aprender que el mensaje inaugural del Día Mundial del Teatro de 1962 fue confiado a Jean Cocteau, un candidato perfecto por su autoría del libro “La vuelta al mundo en 80 días (mi primer viaje)”. Esto me hizo darme cuenta que le he dado la vuelta al mundo de una forma diferente. Hice 80 obras de teatro u 80 películas. Incluyo las películas en esto pues yo no diferencio entre interpretar teatro e interpretar películas, cosa que sorprende a muchos, incluso a mí, cada vez que lo digo. Pero es verdad, es así, no veo diferencia entre los dos.

Hablando aquí yo no soy yo misma, yo no soy una actriz, soy solo una de las muchas personas gracias a las que el teatro sigue existiendo. Es un poco nuestro deber y nuestra necesidad. Es decir, nosotros no podríamos existir sin el teatro, es más bien gracias a él que nosotros existimos. El teatro es muy fuerte, resiste, sobrevive a todo; las guerras, la censura, la falta de dinero.

Es suficiente decir que “El escenario es una escena indistinta de una época indeterminada”. Todo lo que se necesita es un actor o una actriz. ¿Qué van a hacer? ¿Qué van a decir? ¿Van a hablar? El público espera y lo sabrá, pues sin el público no hay teatro, nunca olviden esto. Una sola persona es una audiencia. ¡Pero esperemos que no haya muchas sillas vacías! Una obra de Ionesco siempre está llena, y él representa su valor artístico al poner al final de una de sus obras a una mujer vieja diciendo: “Si, si, morimos en plena gloria… morimos para entrar en la leyenda… Por lo menos tenemos nuestra calle…”

El Día Mundial del Teatro ha existido por 55 años ya. En 55 años, yo soy la octava mujer en ser invitada a dar este mensaje, si puede uno llamar a esto un mensaje. Mis predecesores (¡los hombres se imponen!) hablaron del teatro, de la imaginación, de la libertad y originalidad en orden de evocar la belleza, el multiculturalismo y hacer las preguntas sin respuesta. En 2013, hace solo 4 años, Darío Fo dijo: “La única solución a la crisis reside en la esperanza de la gran cacería de brujas contra nosotros, especialmente contra la gente joven que quiere aprender el arte del teatro: Así una nueva diáspora de actores va a emerger, quienes indudablemente atraídos por lo beneficios inimaginables hallarán una nueva representación”. Beneficios inimaginables, suena como una bella fórmula que vale la pena ser incluída en cualquier retorica política ¿No creen?

Me encantaría sugerir que aquellos que aparentemente ansían gobernarnos deberían estar al tanto de los Beneficios inimaginables traídos por el teatro. Pero¡Sin cacería de brujas!

El teatro para mí representa lo otro, es diálogo y es ausencia de odio. Amistad entre las personas, no sé muy bien que significa eso, pero creo en la comunidad, en la amistad entre espectadores y actores, en la larga unión entre la gente que el teatro agrupa. Traductores, educadores, vestuaristas, actores, académicos, practicantes y audiencias. El teatro nos protege, nos abraza… Creo que el teatro nos ama… tanto como lo amamos nosotros.

Recuerdo un director de escena tallado a la antigua para el que trabajé, quien antes de subir el telón cada noche, gritaba con toda firmeza: “Hagan espacio para el teatro”. Y éstas serán mis últimas palabras esta noche.

Traducción: Centro Mexicano ITI UNESCO
Arantxa Merlín / César Christo Muñoz

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