LUCAS: Regresa el excéntrico Lucas

Por Kerim Martínez/ En tiempos violentos y confusos como los que vivimos, el creador escénico Odín Dupeyrón apuesta nuevamente por la reflexión a través del teatro, en este caso, con el regreso a los escenarios de Lucas, uno de sus primeros montajes como autor y director.

Desde su inicio, la puesta, con un escenario pulcro, invita a querer descubrir lo que sucede en ese pent house de los años noventa. Este remontaje cuenta sólo con lo necesario, descartando así la escenografía tradicional con la que se presentó por primera vez en 1997. Una pantalla al centro funciona como una ventana en la que se proyectan paisajes citadinos que contextualizan determinados momentos dramáticos. La iluminación de Phillippe Amand así como la limpieza del trazo escénico permiten que el público siga con facilidad la trama y se adentre en un ambiente cálido y cotidiano.

Desde el programa de mano hasta después de los aplausos, Dupeyrón pide encarecidamente que tanto los medios de comunicación como los asistentes recomienden la obra, mas no revelen los giros que tiene la historia. Para otros montajes sería indispensable causar morbo anticipando ciertos datos de los personajes que inciten al público a ir al teatro. Sin embargo, Odín confía en su trayectoria y en el público que ha ido generando a lo largo de esta última década de teatros llenos. El monólogo A vivir logró quedarse en la cartelera mexicana y volverse un producto exigido en muchas plazas del país e incluso en el extranjero, dejando atrás los teatros o foros pequeños para presentarse en grandes escenarios o auditorios. ¿Correrá Lucas con la misma suerte?

La obra sorprende constantemente por los cambios abruptos que tiene en su dramaturgia. Lleva al público por un lado y, minutos después, el sentido de la historia cambia para abrir nuevas aristas. Inicia como una comedia fina y este tono se mantiene gracias a la triada: Dupeyrón, Ochmann y Blenher. De hecho, la historia podría contarse solamente con estos tres personajes. Sin embargo, el dramaturgo decidió involucrar a otros que van apareciendo en momentos avanzados de la obra para cuestionarnos en repetidas ocasiones: ¿qué sabemos del amor? A lo largo de las dos horas y media de duración, se sucede una lluvia de conflictos, y esto provoca una transformación de géneros donde predominan los momentos melodramáticos, didácticos e incluso fársicos, como ocurre con el personaje de Carla, interpretado por Lourdes Gazza. Sobresale el actor Luis Couturier en el personaje de Lord, que siempre mantiene el tono adecuado.

Lucas pretende ser un personaje entrañable y amoroso, de esos que existen para hacernos entender cosas. Lo que le sucede siempre tiene consecuencias en los demás, funge como generador de cambio. Lucas es Odín Dupeyrón; Dupeyrón es Lucas. En este montaje vuelve a lograr una conexión con su público, lo siguen, lo aplauden, lo escuchan y quizás cambian su forma de ver el mundo gracias a sus diálogos directos que aparentemente regañan, pero que también sacuden para reaccionar. Todos los personajes de la obra se convierten en cierto momento en Odín, se pasan la estafeta para dar estas “lecciones de vida” que el público le ha pedido a través de los años con sus obras y libros.

Lucas inició con dos previos en el Teatro Aldama y se presentará el 8 de junio a las 20:30 horas. en el Auditorio Nacional, un lugar más dedicado al entretenimiento que al teatro mismo, pero donde Odín Dupeyrón se arriesga para reunir nuevamente un gran número de espectadores dispuestos a celebrar el rito teatral. También tendrá funciones en Torreón, San Luis Potosí, Ciudad Juárez, Chihuahua, Monterrey, Querétaro, Guadalajara y Puebla.

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