Por Gina Fierro/ Solos sobre el escenario, con un público que fija su mirada sobre ellos, sin actores que les puedan dar réplica y auxiliados por un texto, los actores de teatro suben a escena para presentar una obra en monólogo. Acompañados de un director de escena, o simplemente refugiados en su saber, estos actores son capaces de escribir sus propios textos, dirigirlos y actuarlos.

Pero, ¿sabes lo que para un actor implica representar este género? En entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro, algunos actores que protagonizan actualmente este tipo de montajes, nos cuentan sus experiencias al momento de llevar a escena un monólogo.

Divino Pastor Góngora

En nuestro primer ejemplo, tenemos un monólogo protagonizado por José Sefami, Divino Pastor Góngora, un texto de Jaime Chabaud que narra la historia de un actor cómico que es encarcelado y que a través del teatro busca su libertad.

En esta obra, Sefami se desdobla en una serie de personajes situados en el Siglo de Oro. Al respecto, el protagonista apunta “es un trabajo muy ambicioso y muy especializado, por decirlo de alguna manera, porque estoy pasando de un personaje a otro todo el tiempo”.

“Son aproximadamente trece personajes los que hago y cada uno debe tener una característica particular porque no son iguales. Tienen una voz diferente, tienen una particularidad diferente, una expresión, y se comportan diferente”, añade.

Respecto a la versatilidad de personajes, el actor confiesa que lo logra estimulando a cada uno de estos a través de los diálogos, para obtener la respuesta adecuada de cada uno. “Es una especie de acrobacia actoral”, expresa.

Asimismo, Sefami detalla que durante sus ensayos incluyó un entrenamiento físico, ya que en su interpretación incorpora el baile y transiciones de constante movimiento, “he estado haciendo ejercicio cotidianamente para mantener una energía fuerte y particular […] El público está conmigo todo el tiempo, respira conmigo, se agita conmigo”.

José Sefami realiza este montaje cobijado por la dirección de Mauricio García Lozano. Sobre el trabajo del director, el protagonista apunta “esto no puede ser sin ayuda del director que tiene el ojo externo, que va conduciendo lo que uno propone […] Y además tiene un concepto particular de toda la obra en general”.

“El director es importantísimo en este caso porque él ve un todo […] Yo estoy viendo particularidades. Yo atiendo a destinadas necesidades actorales y el director atiende a una concepción global de la obra”, subraya el actor, quien reconoce que él no podría asumir la dirección del montaje donde participa. “No me veo dirigiéndome a mí porque se le van a uno cosas”, agrega.

Legalmente Perra

Con un texto de su autoría y dirección, Paula Aguilera sube al escenario la historia de Katherine Smith & Weason, una conferencista que contará al público cómo se convirtió en una “perra”. “La business woman nace de un replanteamiento hacia el éxito y el fracaso, en un momento difícil donde yo me cuestiono qué es tener éxito”.

Tomando como punto de partida su propia experiencia, Paula da vida a un personaje “que cuenta todo su viaje de cómo fracasó en el amor y cómo lo transformó e hizo una industria del pozole multimillonaria”. De esta manera, su autora explica que su intención es “que la gente se divierta y (hacer) una reflexión de cómo transformamos el fracaso como una oportunidad para crecer […] De lo que alguna vez se llora, se ríe”.

Siendo ella el único personaje en escena, Paula nos habla sobre su trabajo con ella misma. “Es mucha disciplina porque sí tengo que ser autocrítica, constantemente renovarme y estar en constante formación”. En un entrenamiento que le ha implicado un estudio continuo, Aguilera asegura que su personaje “ha ido cambiado desde hace cuatro años que yo hice el sketch, porque (la obra) inició como un sketch”.

A pesar de estar al frente de la dirección, Paula reconoce que constantemente solicita asesorías que la apoyen a refrescar su obra. “Es importante para mí, como actriz y como autora, no caer en vicios de creer que (el montaje) está completo”. Es así que la puesta ha contado con la dirección de algunos creadores como Juan Ríos, Jaime Morales y Olivia Ortiz de Pinedo, “como creadora es muy importante tener varios ojos que me permitan justo tener una visión propia”, apunta la entrevistada.

Finalmente Aguilera comparte que el mayor reto a la hora de presentar un monólogo es la comunicación con el público. “La réplica te la da el público […] Tienes que tener la capacidad de improvisación, de reacción. Todo lo que has aprendido, ponerlo en práctica en escena en ese momento”.

Bambis dientes de leche

A partir del futbol y los deseos de la vida, Antón Araiza escribe Bambis dientes de leche. Dirigido por David Jiménez, Araiza se pone a prueba como actor y como bailarín para demostrar lo divertidos que pueden ser los monólogos. “Creo que un monólogo o un unipersonal, no sólo es memorizar un texto y pararte y decirlo, creo que debe dar al público algo más”.

Influenciado por su amigos “pamboleros”, Araiza – integrante de la compañía Ocho Metros Cúbicos- escribe un texto que surge de su no afición al futbol. “Decidí crear un monólogo desde mi postura hacia el futbol, que era: qué sucede en este deporte que hace que la gente se paralice o que la vida se detenga para sentarse a ver un partido de futbol, que para mí no tenía mucho sentido”. A partir de esta concepción, el autor consigue hablar sobre “algo muchísimo más sólido para mí que es, los sueños de cualquiera”.

Como exbailarín, Antón desarrolla un lenguaje escénico dinámico que lo hace moverse por el escenario una y otra vez, mientras habla y se desliza por una lona cubierta de agua. Sobre su entrenamiento, el actor detalla que en su mayoría es físico. “Es una obra que sí requiere de cierto entrenamiento vocal y en cuestión respiratoria”. Y agrega “Bambis sí la escribí […] sabiendo que iba a ser una obra difícil, que iba a ser una obra en la que me iba a poner en riesgo constante, tanto actoral como físicamente”.

El actor sube a escena guiado por David Jiménez, de quien –afirma- no podría prescindir. “Yo necesitaba un director que sí me viera desde afuera, que me corrigiera matices, que corrigiera ritmos, que estuviera en el público sintiendo la obra todas las funciones. Cuando uno se autodirige, creo que esa habilidad, no siento que esté al cien por ciento al servicio del actor”.

Y concluye, “yo me sigo poniendo nervioso, nunca sé qué va a pasar, no sé el brinco que va a dar la obra. La obra empieza y no sé qué va a suceder y esa es la incertidumbre y la adrenalina que me gusta en este trabajo”.

Divas de corredor

Con el título Divas de corredor, Adriana Moles crea un show de cabaret para contar la historia de Madame Bijoux, una diva que nunca triunfó. “Jugamos con la idea del éxito y de lo que el sistema te impone para triunfar, y de estas ‘personajas’ divas que a lo mejor tienen grandes personalidades, que cumplen con todas las características de una diva, pero que no tuvieron el éxito que a la mejor que la sociedad esperaba”.

De forma interactiva, Moles presenta al público distintos personajes, a quienes interpreta por medio de diversos elementos de vestuario. La actriz detalla que este trabajo en escena lo lleva a cabo gracias a su formación de clown y al entrenamiento a partir del juego. “Yo me defino como una autodidacta del juego […] Jugar es una disciplina también, y realmente a mí lo que me ha dado la condición de hacerlo es el clown”.

La actriz lleva al escenario este espectáculo bajo su dirección, y aunque no ha recibido asesorías de otros creadores en esta área, Moles nos cuenta que durante la creación de este montaje, ha estado cerca de maestros como Tito Vasconcelos, en cabaret, y Jef Johnson, en clown.

“Sí, de repente si me gustaría como salirme un poco y ver las cosas de una manera más neutral. De hecho pienso si el técnico se pone mi peluca, nada más para ver como la composición de los cuadros“. Sobre el tema, el actor señala “lo que a mí me ha guiado es la honestidad de saber y sentir lo que funciona y lo que no. Yo creo que el director es mi público, no es metáfora, es real. Ellos me van diciendo qué funciona y qué no y por ahí no me voy. Es como tener la antena bien parada”.

En general, Moles subraya que el reto principal para representar un monólogo es “sostener toda la atención, la escena, tener entretenido al público todo el tiempo”. Y resalta, “al ser (como actor) el responsable de a dónde llevas la escena y todo, también puedes resolver muy fácilmente muchas cosas que se presentan. Tú llevas el timón”.

Puras Cosas Maravillosas

Con el texto británico Every Brilliant Thing y dirigido por Sebastián Sánchez Amunátegui, Pablo Perroni presenta su primer monólogo Puras cosas marvillosas. Si bien el actor está solo en escena, el texto de Duncan Macmillan y Johnny Donahoe le permite estar acompañado de otros personajes, representados por el público. “Tengo la oportunidad de interactuar con alguien y recibir estímulos”, apunta.

“Es un monólogo muy diferente a otros, el no haber cuarta pared lo vuelve otra experiencia, completamente, tanto para mi como actor, como para el público […] el público te ayuda a contar la historia”.

Con una historia entrañable que habla sobre las cosas por las que vale la pena vivir, Perroni elige su propio personaje, un hombre que comparte con el público su lista de cosas maravillosas. “Me enfrenté al texto la primera vez en una librería […] Creo que esa es la tarea del actor, ya sea monólogo o no, encontrar personajes”.

En escena, el dramaturgo invita a los espectadores a ser parte de la puesta, lo que obliga al actor a estar sujeto a la reacción del público, apoyarse de la improvisación y dominar su texto al cien por ciento. “El texto tiene que ser aprueba de balas, no podía dudar un segundo de qué seguía, porque ya teniendo eso lo demás lo podía controlar”.

Sobre la posibilidad de autodirigirse, Perroni opina “en lo personal, no me siento capaz, si en algún momento dirijo profesionalmente, definitivamente no creo que pueda yo estar con el montaje, creo que se necesita un ojo externo”. Y añade que la autodirección es viable cuando se trata del mismo autor quien dirige, “nadie mejor que él para hacerlo, él lo escribió, él lo concibió”.

“En mi caso con el monólogo, ahorita Sebastián (director) ya no está en México […] pero creo que también llega un punto en la obra que ya le pertenece a los actores”, acentúa. Asimismo, Perroni asegura que es esencial apropiarse del texto. “Llega un momento […] donde lo que tienes (que hacer) es adueñarte del texto y de la situación para poder convocar al público a jugar contigo”.

Solos sobre el escenario

  • “La parte más difícil es prácticamente estar desnudo en el escenario, en que sólo te tienes a ti”, Paula Aguilera.
  • “Estás ahí y tienes que resolver todo tú […] Crear la comunión con el público, que esté contigo todo el tiempo, no perderlo”, José Sefami.
  • “Me parece una experiencia de una intimidad absoluta con el público”, Adriana Moles.
  • “Es de una soledad inquietante, estás verdaderamente solo ahí y lo único que esperas es que el espectador decida que te va a acompañar durante ese tiempo”, Antón Araiza.
  • “Es una sensación a la que, si bien te acostumbras, hay siempre un grado de nervios, de responsabilidad”, Pablo Perroni.
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