Por Mariana Mijares/ Para continuar con nuestro listado de jóvenes talentos, platicamos con Adriana Llabrés, actriz que ha participado en obras como La Gaviota, ¿Quién Teme a Virginia Woolf?, La Última Palabra y Oler la Sangre.

¿En qué momento supiste que querías ser actriz?
Hacía shows de patinaje en mi cuarto en donde le cobraba a mis papás y hermanas mientras que una de ellas me alumbraba con una lámpara azul. Tenía un leotardo negro con flores (risas), pero creo que el momento catártico, ese punto en el que no hay regreso, fue cuando vi El Fantasma de la Ópera en Nueva York. Sentí eso que da el teatro: posibilidades infinitas. Hice una nota mental de que no sabía muy bien cómo; pero que eso estaba sintiendo yo, se lo tenía que hacer sentir a la gente cuando creciera.

¿Dónde estudiaste?
Después de haber vivido en Florida en secundaria regresé a México y busqué escuelas para volverme a ir a estudiar fuera. El haberme ido me había enfrentado con la necesidad de abrir mi mente, y a pesar de que fue muy difícil separarme de mi familia y dejar México -que quiero tanto-, sabía que lo necesitaba para crecer; así que me fui a vivir a Londres en cuanto terminé la prepa. Estudié en East 15 Conservatory School y al año se me abrió la oportunidad de estudiar en The American Academy of Dramatic Arts en Nueva York. Ahí me quedé viviendo por 5 años. Ahora soy parte del panel de elección de alumnos de esta escuela y le tengo un cariño muy especial. Curiosamente… ¡me gradué en el Majestic Theatre! El teatro en donde se sigue presentando El Fantasma de la Opera.

¿Cuál es la primera obra escolar o amateur en la que participaste? ¿Qué recuerdos tienes de ella?
Vaselina. Yo era ‘Sandy’, y Eiza González era ‘Rizo’, o como le ponen en la versión en español: ‘Sonia’. La pasé muy bien, pero no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Me acuerdo que cuando me subía al coche, abría una puerta falsa, e iba a los ensayos con fiebre y cantaba mientras sudaba frío… me lo tomaba muy en serio. Hice bien.

¿Cuál fue la primera obra profesional en la que trabajaste?
Magdalena’s Crossing. Fue poco después de salir de la escuela en Nueva York para el personaje de ‘Magdalena’. Es un texto de Carolyn Nur Wistrand y dirigía Elena Aráoz. La presentamos durante el festival de Manhattan. Recuerdo que ensayábamos por las noches en los Shetler Studios y que cuando audicioné, en este mismo lugar, lo hice con el monólogo de 4.48 Psychosis, de Sarah Kane. En la escuela siempre te decían que no usaras ese monólogo, pero a esa edad me encantaba explorar la oscuridad y decadencia de los personajes y entonces lo usaba en todas mis audiciones. Siento que no tenía idea de lo significativo que fue hacer Off Broadway en ese entonces. Ahorita me da mucho orgullo saber que así empecé.

¿Qué sentimiento o sensación te da cada que estás arriba de un escenario?
Siento muchísima adrenalina justo antes entrar. Sé que estoy a salvo, pero cualquier cosa puede pasar. Mi corazón late muy fuerte y mis manos sudan, pero toda yo quiero estar ahí siendo parte de la historia que decidí contar. Me encanta… Se parece a estar enamorado.

¿Qué es lo mejor de hacer teatro?
Poder conectar con la gente y posiblemente levantar preguntas y cuestionamientos con el público y compañeros. El intercambio entre personas -que no necesariamente se conocen- pero que encuentran un punto en común (o varios) en la misma sala. Todos en el escenario y en las butacas estamos compartiendo nuestra presencia uno con el otro, y la energía que eso genera, juro que es magia.

¿Qué fue lo más difícil?
Vivir del teatro.

¿Qué proyecto teatral te ha marcado de manera especial?
Ésta es muy difícil, pero creo que ¿Quién teme a Virginia Woolf? porque el personaje de ‘Honey’ es una maravilla. Es muy compleja y tenía que jugar con la comicidad y patetismo del personaje; hacerlo entrañable pero también defenderla y no hacerla víctima. Fue un personaje que me hizo muy feliz y un proceso muy atropellado que terminó siendo muy divertido. Trabajar junto a Álvaro Guerrero, Blanca Guerra y Sergio Bonilla fue una experiencia muy emocionante. Compartía camerino con Blanca y nuestras pláticas llegaban a ser muy profundas o de llorar de la risa. Fue increíble.

¿Podrías compartirnos una anécdota; divertida o emocional, que te haya ocurrido sobre el escenario?
Cuando vivía en NY hice una obra con la compañía inglesa Mind The Gap en la que éramos dos amigas en Australia que se habían quedado mucho tiempo bajo el Sol, entonces teníamos que usar una pintura roja que hacía ver como si tuviéramos quemaduras de tercer grado. Nunca quedábamos muy limpias antes de regresar a nuestras casas, entonces salir del teatro era verte como camarón hasta que nos bañáramos. La gente sufría por nosotros cuando nos veía. Incluso, se volvía molesto que te usaran de ejemplo para decirles a sus hijos que debían usar bloqueador, pero les decíamos que era pintura… pero que sí, que usaran bloqueador.
Quisiera compartir otra historia. Hace un año hicimos una función especial de Oler la Sangre para ayudar a una de mis mejores amigas a la cual le dio cáncer. Era muy agresivo y se estaba esparciendo rápidamente. Fue muy conmovedor ver la respuesta de la gente y cómo el teatro puede ayudar en tantos sentidos. Llegaron muchas personas; gente que no nos conocía, nadie de los que vinieron conocían a mi amiga y sin embargo vinieron a ayudar, y todo lo que se juntó fue para ella. Hace dos semanas le avisaron que no tiene cáncer.

En tiempos de celulares, redes sociales o Netflix, ¿por qué es importante seguir yendo al teatro?
¡Porque siempre lo ha sido! Tal vez por la inmediatez de estos aparatos -que me encantan- es incluso más padre ir al teatro. ¡Nos lo debemos! No hay nada como el teatro. Es como la naturaleza, la comida, o una buena plática cara a cara. Nada podrá reemplazar lo que se siente estar en vivo, al borde, viendo una historia contada que te confronte con tus alegrías o tus demonios, con tus sueños y miedos. Es como si dejáramos de ir a conciertos porque tenemos Spotify. La tecnología es padrísima pero no reemplaza a lo otro. Además el teatro te genera serotonina… es probable que esto de la serotonina lo acabo de inventar.

¿Por qué te gustaría que el público fuera a ver Oler la Sangre?
Porque es una obra conmovedora y a la vez chistosa que toca temas sobre la familia, las despedidas y la búsqueda de identidad. El trabajo que hicimos fue muy específico para que se viera simple, pero transporta al espectador a caminar con ‘Alo’ y ‘Ale’ al viaje interno que hacen. No he visto ni he estado en algo como esta obra.

Próximos proyectos (teatrales, cine o TV) en donde podremos verte.
Estamos esperando Efiteatro, y si nos lo dan, estaré dando temporada en diciembre de una obra que me encanta. El próximo año vuelvo a trabajar con Blanca Guerra en teatro. En cine, se estrena La Habitación el 26 de Septiembre, que se estrenó el año pasado en el Festival de Varsovia y después en Los Cabos. En televisión se acaba de estrenar El Capitán en Imagen TV. Soy la hermana menor del ‘Capitán Carlos Camacho’, en la segunda parte. Y acabo de hacer dos películas y empezando una serie, pero no hay fecha de estreno todavía. ¡Les avisaré muy pronto!

No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.