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Por Mariana Mijares/ En un listado de jóvenes talentos, nos hemos dado a la tarea de hablar con aquellas actrices que hoy en día sobresalen por su ímpetu sobre las tablas. Leer la primera parte del listado

En esta ocasión Adriana Montes de Oca nos comparte sus experiencias dentro del camino de la actuación. Algunas obras en las que ha participado son Hipopotamiga, Puro amor, Aloha Love, Le Journal, Noche de Reyes y Todos los peces de la tierra.

¿En qué momento supiste que querías ser actriz?
Mis papás dicen que lo supieron siempre (risas). Y es que viendo videos de chiquita me la pasaba actuando, bailando y haciendo shows. Pero creo que saberlo, saberlo, hasta que acabé prepa y no sabía qué estudiar; estaba entre gastronomía y veterinaria. Un amigo me contó de CasAzul, tomé el propedéutico, me encantó y quise dedicarme a esto.

¿Dónde estudiaste?
En CasAzul, Artes Escénicas Argos y tomé los talleres: “Alerta dinámica para actores” por Antonio Salinas, “Taller de perfeccionamiento actoral” impartido por Bernardo Gamboa y el “Taller de actuación” impartido por Fernando Piernas.

 ¿Cuál es la primera obra escolar o amateur en la que participaste? ¿Qué recuerdos tienes de ella?
Un ejercicio que hicimos con Mariana Jiménez, montamos el tercer acto de Las Tres Hermanas, de Chéjov. Me sentía insegura porque era la primera vez que enfrentaba un texto tan complejo, pero recuerdo que Mariana era una gran maestra; muy amorosa, muy paciente, y como es actriz, es muy buena dirigiendo desde ahí.

¿Cuál fue la primera obra profesional en la que trabajaste? ¿Qué recuerdas de ella?
Las Muertas, de Jorge Ibargüengoitia, con el que egresé de la escuela, con adaptación y dirección de Martín Acosta. Fue un gran reto, yo hice a ‘Serafina’, un personaje muy complejo. Fue la primera vez que me enfrenté al público.

¿Qué sentimiento o sensación te da cada que estás arriba de un escenario?
Ahora que estrenamos la quinta temporada de Puro Amor, todos estábamos aterrados en el estreno, ¡y no podíamos entenderlo!, porque hemos hecho esa obra como 100 veces, y aún así, sentíamos náuseas, vértigo y ganas de salir corriendo. Pero una vez que empieza la función, siento una felicidad inexplicable; un gozo, una alegría -y sonará cursi-, pero cada que estoy en función me queda claro que ahí es donde tengo que, y me gusta, estar.

¿Qué es lo mejor de hacer teatro?
El vínculo que se genera entre actor y espectador; cómo el público va a modificar esa obra. A veces creen que ellos sólo van a ver, como espectadores; pero no, cada función es distinta por lo que sucede con ellos, por sus reacciones. También ver que la gente se te acerque al final de la obra para decirte algo como que lo ayudaste a sanar cierto tema, o para lograr hablar de algo de lo que no quería, me parece mágico. Creo que el teatro sana; de los dos lados, tanto a actores como a espectadores.

¿Qué es lo más difícil?
Dos cosas: primero, lograr que el público vaya; es muy cansado invertirle tanto al proyecto o a los ensayos, y dar funciones con poco público; tristemente pasa muchas veces. Y lo segundo, lo económico; es muy difícil vivir del teatro. Tengo la esperanza de lograrlo, pero hasta ahora no se ha podido, pero definitivamente es lo que más me gusta hacer.

¿Qué proyecto teatral te ha marcado de manera especial? ¿Por qué?
¡Qué difícil! ¿Se vale decir que todas? Pero ahora podría decir que Noche de Reyes, era un texto que me encantaba y abordarlo fue un gran reto. También fue la primera obra donde canté, y estaba apanicada, pero el director: Alonso, y el equipo, fueron muy amorosos. Esta obra me marcó mucho pues aprendí de todo: del texto, del director y de mis compañeros.

¿Podrías compartirnos una anécdota; divertida o emocional, que te haya ocurrido sobre el escenario?
En la temporada de Noche de Reyes yo iniciaba cantando una canción, pero en una de las funciones, cuando empecé a cantar, noté que el público veía raro el escenario; y cuando volteé, ¡era porque se estaba incendiando un foco! yo sin pensarlo canté: ‘Se está quemando este teatro’ y la gente no supo si era real o si era actuado. Uno de mis compañeros fue por un extintor y apagó el incendio, que afortunadamente no pasó a mayores.

En tiempos de celulares, redes sociales o Netflix, ¿por qué es importante seguir yendo al teatro?
Porque el teatro tiene algo que no tienen otras plataformas: que está vivo; estás viendo algo que nunca se va a repetir de la misma forma. Decir que lo que estás viendo, nadie lo va a volver ver igual, me parece muy especial. Ésa es la magia del teatro y lo que lo vuelve único.

¿Por qué te gustaría que el público fuera a ver Puro Amor y Todos los Peces de la Tierra?
Puro Amor es una obra muy divertida, porque son 5 sketches que hablan sobre el amor y el desamor con pequeños stand-ups; hay canciones, hay ukelele, y se van a divertir e identificarse. Y Todos los Peces de la Tierra porque es un texto hermoso de Bárbara Perrín bajo la dirección de Alejandro Ricaño. De verdad es una obra muy conmovedora que habla sobre la pérdida, la esperanza, y de aprender a soltar y seguir adelante a pesar de las pérdidas, que es un tema muy universal. Parecería que a los mexicanos no nos cuesta hablar de la muerte; pero al contrario, pocas veces hablamos de estos temas que inevitablemente vamos a vivir.

Próximos proyectos (teatrales, cine o TV) en donde podremos verte.
Quizá vaya a dar algunas funciones de El Amor de las Luciérnagas, ¡me encantaría! pero aún no es seguro.

Fotos: Cortesía

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