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INSTRUCCIONES PARA UNA MUERTE FELIZ: La potencia del trabajo de Sophie Alexander-Katz



Por Luis Santillán/ Susana Alexander traduce y dirige Instrucciones para una muerte feliz de Laura Wade. El texto plantea la etapa final de la vida de Mayra y cómo su familia vive ese proceso, la línea anecdótica está enfocada en la búsqueda por el lugar ideal para el descanso “eterno”. A partir de las visitas a diversos cementerios, el paso del tiempo, expone la dinámica familiar.

La propuesta de Wade es una comedia que naufraga, tiene momentos humorísticos, pero no logra profundizar en las repercusiones del proceso que viven, hay mayor angustia por reparar la calefacción que por asumir y enfrentar las decisiones de Mayra, da la sensación de que no se desea explorar las reacciones de las hijas y del esposo ante las instrucciones, tan sólo las acatan de manera abnegada; así nada está en riesgo. Los bloques, donde el melodrama impera, tampoco tienen la contundencia que podrían alcanzar dado el tema planteado ya que no hay confrontación, tampoco oposición; el texto sólo captura el paso del tiempo.

Ésta es una puesta en escena sostenida exclusivamente por el trabajo de 3 actrices: Susana Alexander, Mariana Garza y Sophie Alexander-Katz. Son hábiles y cada una emplea sus herramientas para mantener a flote las escenas, la aportación que hacen a sus personajes alimentan lo que, en otras manos, no tendría posibilidades de establecer puentes emotivos. La dirección es muy holgada, eso podría ser algo bueno porque le permite a las actrices crear sin restricción, sin embargo, lo que la escena muestra es la carencia de un fin, de una propuesta de dirección, eso conlleva a que el tono no esté unificado; aun cuando lo hacen bien, cada una lleva al personaje en una tesitura que no empata con la otra.

Quien destaca por las variaciones y evolución que logra con el personaje es Sophie Alexander-Katz, con su hacer permite que su personaje sea el único en el que es visible las repercusiones de las decisiones de su madre. Se produce una grata sensación con las escenas donde Alexander-Katz y Garza desarrollan la dinámica de relación entre las hermanas, ambas se alimentan y alcanzan una atmósfera de hermandad.

Al no tener quien planteé un dispositivo escénico que favorezca el relato, la escenografía se convierte en la gran loza del montaje. Al final de cada escena realizan un “oscuro” para meter y sacar elementos que poco aportan más allá de la ilustración directa, esa acción destroza lo creado por las actrices; en lugar de alcanzar un desarrollo y continuidad, de mantener el tempo, cada cambio de espacio se convierte en un momento de vacío.

Instrucciones para una muerte feliz puede ser una puesta en escena que anime al público a pensar en cuál debería ser la manera de enfrentar la última etapa de vida de un familiar diagnosticado con una enfermedad terminal.

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