Por Enrique Saavedra/ Si para Luis Buñuel la ilusión viajaba en un tranvía, para Antonio Zúñiga viaja en un camión que lo mismo sirve para transportar dolientes en un cortejo fúnebre que para albergar a los pasajeros de este recorrido por el Centro Histórico o cualquier otra colonia popular, –como la Obrera, sede de la compañía y el foro Carretera 45– tras el cual uno no puede más que preguntarse: ¿Junto a quién viajo cuando viajo en el transporte público?, ¿qué historias habitan bajo el silencio o tras el franco parloteo de los que están sentados en el asiento de al lado, o de aquel que va agarrado del mismo pasamanos que yo?
Una pléyade de personajes arquetípicos aborda junto con nosotros un camión y durante una hora somos testigos de sus vidas, de sus tragedias personalísimas y colectivas, de sus penas y motivos, de sus encuentros y desencuentros, de sus pequeñas fortunas y sus enormes miserias, de su necesidad de viajar para transportar más sus almas que sus cuerpos, de su trayecto que más bien resulta un viaje íntimo que, de paso, comparten con el resto de los pasajeros; con un público que los mira y escucha entre azorado, conmovido y precavido pues, al final del día, todos siguen y todos seguimos siendo desconocidos adentro de un camión.
Escrita y dirigida por Antonio Zúñiga, esta experiencia está plena de la teatralidad y la contundencia que el autor y director ha decantado junto con el equipo de Carretera 45, con quienes ha integrado un proyecto de teatro de barrio gracias al cual, literalmente, los vecinos son partícipes de las actividades teatrales de la compañía. Y en esta obra sucede una exquisita muestra de la participación del barrio dentro del drama. Eso sí, el disfrute mayor es el ver a estos actores que cada vez son más sólidos como intérpretes y como ensamble: Margarita Lozano, Abraham Jurado, Christian Cortés, David Bravo, a quienes los actores Humberto Yañez y Antonio Becerril se unen como invitados.
Se trata de una nueva transgresión de esta compañía con respecto a los formatos teatrales convencionales. Empero, la mayor riqueza de estos riesgos escénicos es el percibir que parten desde una base sólida, no desde la improvisación ni la ocurrencia, sino desde una teatralidad fuerte y maciza que funge como un ajustado cinturón de seguridad que nos hace sentir que, pase lo que pase durante esta inesperada travesía en camión, siempre llegaremos –tal vez devastados, tal vez dolidos ante las historias– sanos y salvos a nuestro destino.
Festival del Centro Histórico. El recorrido sale del Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris” del 1 al 30 de abril. Consulta precios y horarios de la obra, aquí.
