Por Gina Fierro/ ¿Alguna vez te has preguntado si es conveniente mantener una relación sentimental con alguien que forma parte de tu círculo profesional? Es cierto que para algunos podrá parecer casi imposible, sin embargo, para otros se convierte en un desafío donde mantener una pareja de colegas, amantes y actores es posible.

A propósito del mes del amor y la amistad, en Cartelera de Teatro nos dimos a la tarea de buscar aquellas historias de amor que surgieron detrás de un telón. Se trata de aquellas parejas que hoy en día sobresalen, no sólo por su trabajo como profesionales del teatro, sino también por la fuerte mancuerna que han mostrado a nivel personal. Y que en un espacio más íntimo, nos revelan algunos de sus secretos.

Fernanda Castillo y Erik Hayser

La historia de Erik y Fernanda comenzó en las tablas, “nos conocimos justo en el teatro. Yo estaba haciendo una obra de teatro en el Bataclán junto con Juan Ríos que se llamaba Pazword, y Erik fue al teatro a ver a Juan porque son muy amigos y ahí fue donde nos conocimos”, detalla Fernanda Castillo para Cartelera de Teatro.

Tras su primer encuentro, Castillo comparte que fue hasta un año después que comenzaron a salir, “cuando platicamos decimos ‘al final nosotros nos conocimos en el teatro’. Nuestro segundo reencuentro fue ahí, entonces es algo que permanece muy cerca de nosotros”.

En 2016, Fernanda Castillo y Erik Hayser subieron al escenario con el montaje Wake up woman. “Por principio, lo que nos lleva a querer trabajar juntos es la admiración, que tanto en el escenario, como seres humanos y como pareja nos parece muy necesaria”, detalla Castillo.

Con este proyecto ambos actores buscaron impactar a su público al abordar el tema de la violencia doméstica. “Es un tema muy difícil que necesitas estar muy sólido como pareja y como persona, también emocionalmente como persona, para poder interpretar esto”.

Ante un tema complicado, la pareja -una de las favoritas dentro del medio del espectáculo- se vio obligada a dejar a un lado su relación en el proceso de montaje para dar vida a dos personajes que vivien un amor violento.

“Creo que partió de justo no, de que no viniera de nosotros como pareja, sino de la verdad de esos personajes y de crearlos lo más lejos posible a nosotros mismos”. De esta manera, la actriz señala “dentro de los ensayos -por ejemplo- éramos compañeros, más que ser novios. Todo el tiempo nos tratábamos de comportar como compañeros que estábamos creando algo, sobre todo para tener bien claro estas diferencias”.

Sobre compartir futuros proyectos, Castillo asegura “me gustaría seguir trabajando con él a pesar de que fue difícil, sobre todo por el tema […] Admiro su trabajo, su entrega, nos entendimos muy bien trabajando”. Y agrega “fue una experiencia muy linda de amor donde sentimos que además brindamos algo, no sólo a otros seres humanos, sino a otras parejas también”.

Dentro de las ventajas de desarrollar proyectos juntos, Fernanda apunta “en esta carrera compartimos muchas cosas que nos entendemos porque compartimos justo la carrera y sabemos de lo que se trata”.

Por otro lado, Fernanda asegura que no es complicado laborar con Erik. “No creo que haya mayor dificultad (trabajar con tu pareja), creo más bien que todo es un pro cuando estás con una persona que no sólo amas, sino que además conoce las cosas difíciles de esta carrera y de estar en escena y de construir un personaje”.

Y concluye “Nuestras carreras han sido muy decisivas para nuestra felicidad, entonces nos da mucho gusto poder compartirlas al mismo tiempo que compartimos la vida”.

María Aura y Alonso Barrera

En exclusiva para el medio, la actriz María Aura nos cuenta: “El primer contacto fue justamente porque él (Alonso) iba a hacer una obra de teatro sobre mi papá (Alejandro Aura 1944-2008) y me pidió una grabación de un poema de él, pero yo no lo conocía […] Fui a un estudio, grabé el poema y se lo mandé, y no le gustó (ríe), pero bueno ahí empezamos una correspondencia y poco a poco nos fuimos conociendo, hasta que nos conocimos en persona y de ahí ya no nos separamos ni un día más”.

Como su quinto proyecto en teatro, Alonso y María presentaron en 2015 El año de Ricardo, un montaje que evoca a Ricardo III de William Shakesperae con una historia sobre las relaciones del cuerpo y el poder. Encaminada por la dirección de Barrera, María Aura expresa “(Alonso) me ha demostrado que si confío en él podemos hacer cosas maravillosas como El año de Ricardo”.

Con un texto de Angélica Liddell, María da vida al mismísimo Ricardo III, que además de ser un reto por lo perturbador del personaje, lo es al tener que representar a un hombre. “Es poder hacer un personaje que descuida las apariencias, que abre las piernas, que se sienta con las piernas abiertas, que camina diferente, que es grotesco, que saca la lengua, que muestra los dientes. Todas esas cosas que hace Ricardo fue gracias a la guía de Alonso, que me pudo llevar por ese camino”.

Y subraya “es la obra más demandante que hemos hecho juntos y que yo no hubiera podido llegar a hacer lo que hice si no hubiera confiado ciegamente en el director de hacer una locura completamente ajena a mí”.

Bajo al batuta de Barrera en distintos montajes, María reconoce “su exigencia hacia mí es mayor que la de ningún otro director […] a nadie le exige más que a mí y pues yo también en nadie confío más que en él. Es la persona en la que más confío en mi vida personal y por lo tanto en escena también”.

Por otro lado, la actriz nos platica acerca del trabajo al interior de los ensayos, “cuando trabajo con Alonso, jamás en la vida le digo ‘mi amor’ o nada de eso. Le hablo de usted cuando estamos ensayando, me dirijo a él como señor y soy sumamente respetuosa porque valoro mucho su trabajo y su puesto en el equipo”.

Trabajar a lado de su esposo ha representado para la actriz algo prácticamente normal al ver, desde pequeña, a sus padres laborar todo el tiempo en conjunto. “A mí se me hace maravilloso, también es chistoso porque mis papás trabajaron muchos años juntos, entonces yo creo que también es algo con lo que yo crecí, viendo a mis papás. Mis papás hicieron muchas obras de teatro juntos […] fue un trabajo en equipo”.

Es así que Alonso y María han conformado una gran pareja de colegas, “realmente hemos formado pues un vínculo de complicidad muy muy grande en escena”. Y resalta “al estar con él también siento que mi carrera artística ha florecido, nadie se preocupa tanto como él por mi profesión y porque yo elija los proyectos adecuados. Me aconseja muchísimo y yo a él”.

Laura Almela y David Olguín

Ésta es una historia de amor de las más añejas, cuando el director de teatro David Olguín de 17 años y la actriz Laura Almela de 18 se conocieron en la misma escuela, el CUT. “No hubo, en la escuela, la menor atracción de uno por el otro, al contrario. Yo creo que si me hubieran dicho que me iba a acasar con él, me iba del pais y él tambien. Te lo juro”, expresa entre risas Almela.

El inicio de esta relación, recuerda la actriz, llevó consigo incluso el rompimiento de ambos con sus antiguas parejas, “de pronto resulta que nos encontramos en un montaje donde él me llamo […] y ahi se dio –pues como es esto- un movimiento exterior poderoso, que nos hizo a los dos replantearnos, de manera muy dolorosa, terminar nuestras relaciones anteriores e iniciar una historia juntos”. Una historia insospechable, de la que hoy en día han resultado innumerables proyectos y un matrimonio de más de 20 años.

Entre sus más recientes proyectos, Laura y David llevaron a escena La belleza, una obra sobre Julia Pastrana, mejor conocida como “la mujer simio”. Con un personaje oscuro, la actriz -sin ninguna caracterización y bajo la dirección de su esposo- logra convencer al público en el papel de un hombre perverso involucrado en un amor retorcido que lo orilló a casarse con la mujer barbada y momificarla después de su muerte. “Era un tour de force esto de hacer un hombre”, apunta Almela.

Sobre el trabajo con el director del montaje, la entrevistada señala “antes que nada, es muy difícil, hace falta mucha higiene mental y mucha claridad de parte de los dos porque en sí el proceso de montar una obra de teatro y la relación con el director es una relación muy complicada, muy profunda”. Y añade “creo que en La belleza […] él no me reprimió, al contrario, me permitió mucho vuelo y eso habla de una confianza, de que me tiene confianza como actriz”.

Ante una relación de plena de confianza, dentro y fuera del escenario, Laura reconoce que pone sus límites fuera del ambiente laboral. “Mi casa tiene que ser el lugar donde uno llega y te encuentras desde otro lugar, no un prolongación del trabajo proque eso sería nauseabundo”. Y recalca “hay que, permanentemente equilibrar -casi como en todo- la dosis suficiente de respeto y de confianza”.

Al preguntarle sobre sus futuros proyectos con Olguín, Laura dice “trato de darme aire. Ahorita por ejemplo creo que los siguientes dos-tres años no trabajare con él, por higiene y luego también para reencontrarnos en ese atro lugar raro. Pero bueno, es una aventura, es muy chistoso”.

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