Por Gina Fierro/ Dentro de una ceremonia dedicada al quehacer artístico femenino, la XX entrega de los Premios Max se llevó a cabo este lunes en el Palau de las Arts de Valencia.
“Esta gala es una excusa perfecta para poner a las autoras primero, a ver qué pasa”, señaló la presidenta de la Fundación SGAE, Inés París, durante el inicio de su discurso. Asimismo subrayó que si bien “la situación de los autores es difícil e injusta, ser mujer lo complica más”, recordando que sólo un 17,5% de los socios de la SGAE son mujeres.
En esta gala feminista, presentada por la actriz Ana Morgade, resultó oportuno galardonar al montaje Només son Dones (Sólo son mujeres) de Carme Portaceli que narra la historia de varias mujeres durante la dictadura franquista, el cual fue premiado como Mejor Espectáculo de Teatro y Mejor Dirección.
Por su parte, el favorito de la noche, el espectáculo de danza Oskara, triunfó en tres de las siete categorías a las que aspiraba, obteniendo el galardón de Mejor Diseño de Vestuario, Mejor elenco de Danza y Mejor espectáculo de Danza.
Detrás de éste, venció Caída del cielo de la coreógrafa y bailarina Rocío Molina, quien se llevó el premio de Mejor Intérprete Femenina y Mejor Coreografía, además del Mejor Diseño de Iluminación.
El momento más emotivo de la noche fue la entrega del Max de Honor al actor y director de teatro Salvador Távora, quien reivindicó su espectáculo Quejio, puesto en marcha hace 45 años para “romper con la imagen de divertimento en Andalucía por encima de todo”.
“En un país de tanta riqueza cultural, las nacionalidades tienen que salir al paso de la uniformidad. La cultura es sufrimiento, ingratitud y ganas de libertad”, expresó el galardonado entre la ovación de los asistentes.
Entre otros galardones especiales, se otorgó por primera vez un premio a los espectáculos de calle, el cual lo consiguió la compañía Maduixa Teatre por el espectáculo Mulïer. La pieza de danza sobre zancos que aborda el tema de la identidad femenina también fue premiada como Mejor Composición Musical.
Además de su énfasis en la labor escénica femenina, la noche del XX aniversario de los Premios Max pasará a la historia por la ausencia de figuras vitales en un evento de esta naturaleza, tal como lo fueron el ministro de Cultura (Íñigo Méndez de Vigo) y el secretario de Estado (Fernando Benzo), quienes argumentaron problemas en su agenda.
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