Foto: Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/ Del hábitat, hoy vivimos inmersos en un mundo virtual donde impera la tecnología. El uso de los teléfonos inteligentes, el internet, las redes sociales etc., etc., han convertido al ser humano en parte de este universo sobrentendido; las relaciones interpersonales van dejando de existir poco a poco. Platicar, verse a los ojos, tocarse, etc., sucede desde un aparato inteligente.
El teatro no es ajeno a este fenómeno y lo refleja en un espectáculo que tiene en el performance el lenguaje para expresión artística. El mundo que desapareció de los cuerpos -desde una instalación escénica-, le “habla” al espectador a través de un lenguaje físico con actores-performers. Se trata de un proceso donde un grupo de jóvenes actores plasman su pensamiento desde una visión vanguardista.
En general las escenas tienden hacia el expresionismo –mi punto de vista-, que se entiende como la deformación de la realidad para enunciar de forma subjetiva al ser humano, donde prevalece la expresión de los sentimientos más que la descripción objetiva de la realidad. Si me preguntaran cuál es el género, sería teatro de la otredad. Diferente, no convencional.
El público entra a un espacio vacío, no hay butacas para sentarse a ver la obra. Se para en donde guste, el espectáculo se desarrolla por distintos puntos del escenario; un laboratorio con claroscuros, espejos, cuerpos envueltos en plástico; máscaras que cuelgan en un lado, proyecciones en los muros y mucho movimiento de los intérpretes que tratan de transmitir emociones.
Lo habitual para quienes hacen teatro, es realizar un trabajo para que el espectador desde su perspectiva le dé una interpretación. Acá el desafío para los asistentes es descifrar lo que los actores les transmiten en este espacio vacío, lleno –valga la paradoja- de simbolismos. El reto es interpretar el lenguaje corporal, donde no se narra una historia; se trata de presenciar, sentir y sacar sus propias conclusiones.
En esta oscuridad, el mensaje es claro y las preguntas surgen en cada escena. ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Qué futuro les depara a las nuevas generaciones? “Estamos creando una generación de seres humanos que habrá aprendido más palabras de una máquina que de sus madres”: Khon Goldsen. La incongruencia no son los medios con los que hoy nos comunicarnos, es la pérdida de la esencia, de la naturaleza humana.
El mundo que desapareció de los cuerpos es el primer capítulo de la saga Rostros Iluminados que presenta Teatro Desde la Grieta. La obra toma palabras –datos del programa de mano- de El Comité Invisible, Francisco Berardi “Bifo”, Hito Steyerl, Sabrina Steinek, Martina Schöggl, Jake Charles Roos, Steve Jobs, T.S. Eliot y Teresa Rodríguez de las Heras. El texto fue elaborado por Ingrid Bravo, Francisco de León y Bruno Ruiz.
Performers: Priscila Imaz, Zezé Figueroa Ramos, Dulce Mariel y Jorge Rojas, bajo la dirección de Bruno Ruiz. Creativos: espacio e iluminación, María María y Víctor Padilla; videoarte, Isabel Wulf; dirección de movimiento escénico, Luis Rodríguez; diseño sonoro, Enrique “Doc” Cedillo.
Consulta precios y horarios de la obra, aquí.
Wow! Desde que entras se percibe un aroma a comida, tal vez spaguetti o algo q comieron, lo cual a mi me desagrado. Realmente NO LA RECOMIENDO, ya que solo es un performance de una una hora, el cual no aporta nada nuevo, no hay fuerza en los movimientos de los actores. Más bien parece copia de algo, que pena ?