Por Gina Fierro/ En 1959 llegó a la televisión italiana un personaje de aproximadamente 40 cm que cautivó a su público no sólo por su carisma, sino por su tierno rostro de ojos caídos que conmovía a cualquiera, su nombre era Topo Gigio. Creado por María Perego y con voz de Peppino Mazzullo, este singular ratón pasó a la historia, tomando lugar en las pantallas de diversas partes del mundo.

El prestigio que el títere italiano alcanzó fue asombroso, sobre todo si pensamos en que Topo Gigio era solo un muñeco de espuma. En este punto nos detendremos para hablar sobre el potencial que tienen los títeres, e incluso los propios objetos, arriba de un escenario.

La historia de los títeres data de siglos atrás y desde entonces, su capacidad para contar historias ha sido sorprendente, tomando presencia en diferentes medios, incluido el teatro. Pero, qué es lo que les da vida, sentimiento e intención a estas marionetas. En este especial, nos acercamos a aquellos creadores que han destacado por su labor en el Teatro de Títeres, encargados de dar “alma” a estos objetos.

En 2005, María Teresa Adalid y Oswaldo Valdovinos fundaron la compañía Astillero Teatro, una agrupación que ha dado un lugar digno a las marionetas sobre el escenario. En entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro, Oswaldo Valdovinos nos habla sobre las razones para apoyarse del teatro de objetos y dar forma a un discurso escénico. “Es a partir de lo que tú quieres decir y también cómo lo quieres decir, por ejemplo en un títere puedes sintetizar mucho cuestiones descriptivas, cuestiones visuales que de alguna u otra manera sería difícil hacerlo”.

De acuerdo con el director, el uso de los títeres en escena está sujeto a la intención de los creadores, así como a las posibilidades del texto. Al respecto, Valdovinos detalla, “difícilmente, desde mi experiencia, un texto que está sustentado en la palabra se puede abordar (desde el teatro de títeres) porque finalmente un títere es un objeto y aunque haya un actor detrás, pues nunca va a conseguir todos esos matices en cuanto a cuestiones actorales”.

Una vez que el texto y la idea del montaje se ensambla a las posibilidades de los títeres, estos pueden tomar diversas formas y significados. Sobre ello, Abigail Espíndola, integrante de Caracola Producciones que por 5 años se ha dedicado a este tipo de teatro, nos habla sobre su reciente montaje Memorias de abajo, donde los títeres también pueden funcionar como metáforas a partir de escenarios surrealistas.

“En este caso, cuando leímos los textos de Leonora Carrington, nos pareció que se prestaba a que utilizáramos la técnica de títeres, por toda la cantidad de imágenes que tiene y todas las referencias a su obra pictórica”, señala.

Sobre el proceso de creación, la actriz detalla que previo al montaje se elaboró un storyboard o guión gráfico para visualizar las imágenes que compondrían la obra. “A partir de ahí es que se trabajan las ideas de los mecanismos o de las formas que van a tener los títeres”.

Considerando las diversas formas de creación, los títeres pueden ser presentados de múltiples formas como el Teatro de Sombras, Teatro Guiñol, Teatro en Miniatura, Teatro de Objetos, entre otros; utilizando marionetas de tan sólo algunos centímetros o incluso de metros de altura.

Cómo dar personalidad a un títere

El títere por sí solo es capaz de proyectar un sentimiento, una personalidad o incluso una intención, de ello depende el material, la expresión, la forma y el manejo que se le da la marioneta. “Se experimenta con el objeto para darle personalidad a nivel de presencia, así como de características como el movimiento y la voz”, detalla Oswaldo Valdovinos.

Mientras que Abigail Espíndola expone “los títeres no tienen una expresión, casi siempre tienen un rostro neutro para que el público pueda proyectarle la emoción que la línea dramática o que todo el ambiente que está generando el director y los actores en escena, se vierten en esa imagen”.

Y agrega, “los títeres sólo muestran un 70 por ciento o un 50 por ciento de lo que está ocurriendo, pero es el público y todo el bagaje que tiene, el que hace que la imagen se termine de completar”.

Sobre la construcción de los títeres, Amaranta Leyva, dramaturga y titiritera de la compañía Marionetas de la Esquina, habla sobre el trabajo de Lucio Espíndola, fundador de la agrupación y constructor de títeres. “Él siempre dice que (para crear un títere) necesita la historia de ese personaje […] Lo que él (Lucio) quiere y lo que nos ha explicado es que hay que lograr que ese rostro que se le da al títere logre transmitir ese tránsito emocional del personaje”. Y subraya “para mí realmente es como arte de magia lo que él hace con los títeres que nos da”.

Cabe señalar que aunque el uso de títeres se asocie más al público infantil por su conexión inmediata con el juguete, las marionetas también funcionan con el público adulto, ya sea como un objeto que reconoce desde su infancia o como un referente de cualquier índole.

“El títere tiene la gran ventaja o la magia, que hace que niños y adultos se porten igual. Yo creo que los adultos se vuelven los niños, lo digo como una frase trillada pero es cierto y creo que logra abrir más fácilmente para llegar a tocar las emociones de todos”, detalla Leyva.

El mayor reto del Teatro de Títeres

“Nos enfrentamos con el hecho de encontrar personajes y también encontrar narradores. Interpretar en estos dos ámbitos es uno de los retos”, afirma Abigail Espíndola.

Los retos a los que un actor se enfrenta para manipular un objeto son diversos, los cuales abarcan el manejo de la técnica de quien manipula el títere, así como la forma en la que se narran las historias. En este sentido, Espíndola apunta que el Teatro de Títeres se apoya constantemente de la narración, ya que pocas veces las marionetas dialogan entre sí por tiempos prolongados. “Es complicado para el dramaturgo insertar diálogos, por lo que generalmente funciona más la narraturgia”, detalla la actriz.

Por otro lado, Espíndola habla sobre el trabajo de tramoya, el cual implica diversos cambios escenotécnicos que suceden detrás de las marionetas y los animadores. De esta manera, concluye “combinar esas tres cosas, de pronto es complicado; así como el reto del actor titiritero. Hasta qué punto soy actor, hasta qué punto soy titiritero y cuál es ese diálogo entre el objeto y el actor; qué tan importante soy yo en escena o si es más importante el objeto que yo”.

A la complejidad del este género se suma el entrenamiento corporal del actor, sobre todo cuando la intención es que el público no se percate del titiritero.

Para Amaranta Leyva, el mayor reto de hacer Teatro de Títeres radica en “creer en el objeto como un personaje, no sólo meter(lo) para rellenar, para completar, para asombrar el público, sino que realmente tenga una justificación dramática dentro de la historia, tenga una justificación como personaje y que le den el respeto que se le da a un actor”.

Qué hay de los actores

Detrás de las marionetas siempre hay un animador, responsable de darle vida al objeto, una persona que muchas veces está oculta, pero que también puede ser parte del discurso dramático. Sobre el tema, Amaranta Leyva señala “(el actor/titiritero) se ha vuelto un elemento dramático importante, digamos que antes lo que hacíamos -de cajón- era estar escondidos, entonces lo importante era que no nos vieran; y ahora, justamente es darle un papel dramático dentro de la historia”.

El trabajo de los actores se define durante los ensayos, los cuales se componen de numerosas exploraciones que determinan las posibilidades del títere. “En las exploraciones justamente, (es) donde entendemos qué función juegan el titiriteros, porque no podemos negar que hay una figura detrás del muñeco que el niño está viendo”.

Por otra parte, Oswaldo Valdovinos, habla sobre “esa renuencia a que lo vean a uno como actor, ese aspecto es muy importante porque es difícil que muchos actores puedan decirte que sí y en realidad puedan tener la voluntad para decir ‘sí yo me borro como parte de la historia’”.

Finalmente, el director apunta que en los últimos seis años se le ha dado mayor atención al teatro con títeres. “El teatro en general considera que el teatro para niños es como de segunda categoría, y el teatro con títeres, pues como de tercera. Afortunadamente hay muchas propuestas de muchos grupos […] que ha hecho que esto se vaya modificando y que actualmente se considere con más seriedad a las propuestas con teatro de títeres”.

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