Por Gina Fierro/ La ópera y el teatro son dos géneros que coinciden en la escena y al ser el actor su materia prima, un género puede nutriste del otro, sin embargo, la esencia de ambos dista sobre el escenario.

Uno de los creadores que actualmente ha tomado una notable presencia en el montaje de ambos géneros es Mauricio García Lozano, uno de los pocos directores de teatro y ópera en México, que se ha distinguido por la creación de un lenguaje escénico que tiene la capacidad de renovar los textos que pone sobre las tablas. Desde su acercamiento a la música y su formación como actor y director de teatro, García Lozano nos habla sobre el proceso de creación de un montaje de ópera, así como de aquellos puntos donde el teatro y este último género se enriquecen.

En entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro, el director comenta que su formación profesional comenzó en el Conservatorio de Música, donde descubrió una inquietud por el teatro.

“(En el Conservatorio) la sensación fue muy contundente, de que Schuman, Schubert, Bach, Beethoven estaban padrísimos, pero estaban muertos y yo quería hacer arte con alguien vivo, que me respondiera, que le brillara el ojito, que no nada más fueran notas en papel”, detalla. Y fue a partir de esta búsqueda por lo vivo, que García Lozano desiste del camino profesional de la música y comienza la carrera en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM (CUT), “y a partir de ahí, la historia se fue contando de otra manera, aunque en mi vida siempre ha estado la música”, agrega.

Rodeado por la música, Mauricio comenzó un camino dentro del teatro que pronto lo llevaría a desenvolverse en la ópera. Al respecto, el entrevistado asegura que nunca fue fanático de la ópera, “nunca fue mi género favorito, prefería conciertos instrumentales o prefería otro tipo de corrientes en la música clásica”, apunta.

Y fue en el 2009, a sus 39 años, que cae en sus manos su primera ópera, titulada Don Giovanni, de Wolfgang Amadeus Mozart. “La verdad es que la ópera en estos casi 8 años que llevo siendo director de ópera, me ha correspondido con una extraordinaria generosidad, he podido hacer una buena cantidad de óperas en este breve tiempo y fuera de México, porque es un género que por fortuna te saca del país, te lleva a conocer otros lugares”.

A la fecha, García Lozano posee una extensa lista de proyectos de teatro y óperas, en esta última incluye Cavalleria rusticana, ópera de Pietro Mascagni; Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo; Carmen, de Georges Bizet; así como una “trilogía de óperas maravillosas” como lo son Don Giovanni, Las bodas de Fígaro y Così fan tutte de  Mozart.

Ya sea en teatro o en ópera, sus trabajos se ven liderados por los clásicos. “El clásico es clásico porque está vivo, ¿cierto? […] Yo estoy convencido de que el teatro es el arte de la vida y el arte de lo vivo, entonces de pronto encontrarme textos tan vivos y tan vitales que han sobrevivido al paso de los siglos, me da un enorme estímulo, porque justamente me desafían a mantenerlos vivos”, añade.

¿Pero cómo logra un director desenvolverse en dos géneros tan complejos y distantes?

Como hemos dicho anteriormente, la ópera y el teatro comparten un lugar en común, la escena, sin embargo, sus necesidades son distintas. En este sentido, Mauricio reconoce que bajo la mirada del teatro, ha logrado poner un acento en el trabajo de interpretación de los cantantes de ópera. “Creo que le debo mucho a ese buen camino, a mi manera de ver la escena como director de teatro y de entender al cantante no como un instrumento intocable, que sólo se tiene que parar y cantar, sino darle todo lo que a estos cantantes, que a estas alturas de la historia están pidiendo, que los trates como actores, porque eso es lo que son, primero que nada”, apunta el director.

A diferencia de lo que se podría pensar, la ópera no es un género musical, refiere el director, “es un género escénico y eso hay que entenderlo de entrada, porque si no la ópera se vuelve horriblemente aburrida”. Asimismo, explica que entender la ópera como un género escénico implica “que a los que tienes enfrente, que son los principales vehículos de ese género, son actores, aunque canten divino. Son actores que van a encarnar un personaje y que se van a mover en escena y que van a llevar a cabo acciones escénicas, a veces, de enorme dificultad”.

Tomar en cuenta a los cantantes como actores resulta una fórmula eficiente y necesaria, apunta Mauricio, “los cantantes te lo agradecen muchísimo […] que los trates como un instrumento humano que no solamente canta, sino que transmite emociones, se mueve en escena y es capaz de encarnar con su imaginación y su cuerpo un personaje”.

Proceso de creación de una ópera. Aquí, el director identifica dos momentos, uno es el de la pre-producción y, el otro, el proceso de ensayos. Al respecto, señala que la pre-producción “es ese periodo de tiempo que, a veces, es un año, medio año, más de un año, pero tiene que ser largo. El proceso es lento y es muy obstinado, porque tiene que ver con preparar tu idea, con tu concepto del montaje, desarrollar los bocetos con todo este equipo de creadores […] Pero después viene la parte que es más emocionante, que es todo eso que no sabes, que no tienes resuelto o todo eso que tienes resuelto y que puede cambiar y se confronta con la experiencia viva del ensayo”.

En este último punto, el también fundador y director artístico de la compañía Teatro del Farfullero se detiene y reconoce que el proceso de creación de ambas artes escénicas da pie a cualquier tipo de cambio, sorpresa o enriquecimiento por parte de los actores, lo cual sucede al interior de los ensayos. “Y eso es lo maravilloso de hacer teatro, porque muchas ideas que tú tenías van a cambiar y siempre entendemos que ese story board o ese punto de partida es una página que no quisimos dejar en blanco, pero que estamos dispuestos a arrancar, tachonear y a enmendar, y eso es de las cosas más bonitas de hacer ópera”.

A diferencia del tiempo de pre-producción, el tiempo de ensayos, apunta el entrevistado, se vuelve “tremendamente corto, cuatro semanas, tres semanas, dos semanas a veces, en las cuales uno tiene que levantar de cero un espectáculo”.

Teatro y ópera

“Todo el proceso de hacer una ópera tiene un gran grado de dificultad, técnico y metodológico”, señala García Lozano. No obstante, reconoce que el proceso del teatro es similar, con retos que le exigen crear, explorar, releer y descubrir mundos imaginarios al trabajar con distintos grupos de actores.

“Recuerdo mucho la primera lectura de ‘Medida por Medida’, el año pasado, una obra tremendamente exigente en términos conceptuales. Quizá es de lo más difícil que yo he tenido que dirigir, porque es una obra misteriosa, tiene muchísimas posibilidades de lectura y todas están bien, pero también todas pueden estar mal”, anota.

Con este tipo de experiencias, el director de obras de teatro como Romeo y Julieta, El hombre de la Mancha, Pulmones y Ricardo III, enfatiza “cuando regreso al teatro, lo nutro de cosas que he aprendido de la ópera y no tengo que decirte lo mucho que nutro la ópera de mi experiencia como director de teatro”.

Lenguaje propio. El trabajo escénico de García Lozano, tanto en teatro como en ópera, se hecho notar dentro y fuera del país con una serie de montajes que él mismo describe que poseen “erotismo y vitalidad”.

En un intento por explicar su propio lenguaje, Mauricio identifica un trabajo específico son los actores, que tiene que ver con imprimir en los cantantes de ópera una cierta vitalidad, “que a veces no tienen por estar cuidando el instrumento. Entonces, mis montajes en general, te podría decir que han sido reconocidos porque están más vivos, porque hay más riesgo, porque son más juguetones, porque tienen un nivel actoral superior al de la media”, subraya.

“Las óperas que me he animado a hacer pronto contienen una carga erótica que también se reconoce como algo diferente y que a lo mejor se asocia a mi nombre, erotismo y vitalidad”.

En términos visuales, Mauricio apunta que va de la mano con Jorge Ballina -escenógrafo con el que ha trabajado en cerca de 20 montajes-, “siempre buscamos universos originales, no ilustrativos, casi siempre abstractos o simbólicos, sintéticos, atemporales”, refiere.

Asimismo, el entrevistado reconoce que en sus montajes imprime parte de sus obsesiones personales, “en el sentido de mi interés por lo humano y muchas de las óperas que me han tocado hacer tienen una veta erótica que pocas veces se ve en escenarios operísticos. Pienso en ‘Don Giovanni’, pienso en ‘Carmen’, pero también pienso en ‘Cossì fan tutte’ y ‘Fígaro’, que han sido espectáculos que resultan un pelo mas erótico, pero no porque yo los haga más eróticos, sino simplemente porque el texto lo contiene”.

Tales características lo han llevado a ser uno de los artistas más reconocidos por la comunidad teatral. En su haber posee más de cincuenta puestas en escena que bajo su dirección han visitado algunos de los recintos más importantes del mundo, como el Palacio de Bellas Artes, en México; el Théâtre d’Aujourd’hui, en Montréal; De Doelen, en Rotterdam; Queen Elizabeth Hall, en Londres; La Cité de la Musique, en París, entre otros.

“Lo que a mí me gusta más del teatro es lo que no sé, o sea, me gusta hacer teatro para descubrir eso que no tenía yo idea y que solamente con el contacto con el otro ser humano me va a revelar y eso pasa en los ensayos”, concluye Mauricio García Lozano.

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