Por Saúl Campos/ Cuando eran niños, Roberto y Tania eran simplemente Beto y La Nena. Dos hermanos en una familia común, viviendo de manera normal, ellos dos, papá y mamá. Un día mamá comenzó a soñar con arañas grandes, en otro momento esos sueños comenzaron a ser visiones de arañas por toda la casa. Un día su madre estaba bien, al siguiente muy mal, al siguiente, ya no estaba. Mamá siempre les dijo que su padre estaba en cosas raras, nunca mencionó qué cosas y qué tan raras, tan sólo lo estaba. Cuando su padre desapareció una tarde, el camino para hallarlo los llevó a entender la rareza de esas cosas, que ahora como adultos, intentarán entender.
En la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural Del Bosque se presenta Cosas Raras de LEGOM, bajo la dirección de Hugo Arrevillaga y protagonizada por Olivia Lagunas y Adrián Vázquez. Una obra que se adentra en el misterio de entender el concepto de madurez, al tiempo que se está atravesando un problema familiar fuerte, una pérdida, un duelo intenso.
Para adentrarse en la fuerza de la familia a través de la adversidad, LEGOM presenta un panorama obediente a su estilo ácido, dramático y sarcástico. Hablándole al espectador por medio de dos personajes que han crecido y no tienen miedo de mirar a su pasado gracias a que ahora lo comprenden.
En la dramaturgia de LEGOM hay una promesa de unidad en medio de un futuro ensombrecido por una fantasma heredado. Existe un tratado sobre la depresión que permea en cada una de las decisiones equívocas que van rumbo al fracaso, sin mayor objetivo que poder alimentar una ilusión. Llevada por una estructura bastante amena y cercana, se convierte en un texto sumamente emocional y entrañable, que decide arropar a su espectador antes de darle un devastador golpe de realidad.
Bajo la dirección de Arrevillaga, el juego escénico resulta una experiencia creciente. Por momentos equívoca al no encontrar naturalidad entre el trazo y el espacio que se habita. Sin embargo, la ruta emocional planteada para llevar a los actores a explorar esta dupla de seres frente al recuerdo, es la clave del tener una obra que adquiere una valía bastante alta mientras descubre su forma.
Arrevillaga se detiene en las inseguridades, en los temores y las esperanzas para tratar de analizar el porqué de las lecturas que las miradas ajenas pueden tener sobre las vidas de los demás. Cataloga el espacio y tiempo de la mente de dos niños para construir luego a dos adultos que se resuelven en la penumbra, combatiendo miedos, arañas quizás.
Olivia Lagunas y Adrián Vázquez se entregan, quizás sin haberlo imaginado, al que probablemente sea su trabajo más franco a la fecha. Sin necesidad de momentos de intensa destrucción sentimental que evoquen ríos de lágrimas, los actores despliegan un catálogo de emociones preciso, que aplican acertadamente en cada lugar para tocar pertinentemente al espectador. Un trabajo de actuación con una altísima calidad, que sin duda rebasa cualquier expectativa y se agradece.
Cosas Raras construye una mirada al universo de lo incompleto, de lo desolado, lo perenne y lo efímero. Una obra que se acerca a la fragilidad de la mente por medio de un corazón no menos endeble. Una caricia y aleccionamiento que es necesario ver, tan sólo para asimilar las rarezas de nuestras propias cosas.
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