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CAFÉ DE CHINOS: La miseria material y emocional de dos “amigos”



Por Roberto Sosa/ En vías de extinción; fueron las cafeterías que los migrantes chinos instituyeron por muchas ciudades de EU y México. Famosos por el buen café que ofrecían, reconocidos  por su rica panadería, pan que elaboraban dentro de sus locales. Los desayunos y cenas en estos sitios, marcaron una tradición en las ciudades en donde se establecieron. El título de la obra tiene como referencia un Café de chinos.

Harry es un escritor frustrado, sin dinero, viste mal y no tiene para comprarse un abrigo que lo proteja del crudo invierno neoyorquino. Es media noche, llega a visitar a su amigo Jake, un fotógrafo teatral que le debe dinero. Harry escribió un nuevo libro, le dejó a su amigo el manuscrito, ahora llega a su apartamento para saber su opinión y desde luego espera que le pague los 400 dólares que le adeuda.

La noche fría es el marco, el pequeño hogar de Jake es el escenario donde se confronta la amistad con el dinero, el arte con la pobreza y lo material con la soledad espiritual. Pondrán a prueba sus lazos de amistad; Harry escribió en su libro, lo que Jake le confió, y ahora se lo increpa. Afuera el termómetro baja y el frío se intensifica; dentro los ímpetus suben, el reclamo es acalorado.

De Ira Lewis, Café de chinos es un texto poderoso que explora la miseria material y emocional de dos “amigos” que se dicen “artistas”. Fracasados profesionalmente, vierten  su frustración uno sobre el otro. El contraste es marcado. La tensión dramática es en un sentido; la psicología de los personajes se desborda del escenario. Los valores que cimentaron su amistad se derrumban, un libro precipita el desenlace.

Actúan Bruno (Harry) y Odiseo (Jake) Bichir, bajo la dirección de Alejandro Bichir. La dinastía Bichir una vez más sobre el escenario. Odiseo –mi perspectiva- cumple con su papel y lo hace bien; construye y encarna correctamente a su personaje. Bruno –mi opinión- no está en la misma frecuencia que su hermano, está en otro nivel; en este sentido las actuaciones no están equilibradas.

Desde la dirección -mi opinión- al Sr. Bichir le gana el paternalismo; Odiseo está en personaje y Bruno se va por el camino de siempre; me da la impresión que por momentos ellos actúan como lo sienten y perciben, y esto no es bueno para el espectáculo. El talento ahí está, sólo falta canalizarlo en favor de la obra. Los elementos allí están: excelente texto y buena producción, no así la dirección y las actuaciones.

El proyecto en la escenografía es de Luly Garza, interesante trabajo; el trazo escénico es una pasarela con una parte del público viéndose de frente como en un escaparate. La dramaturgia fluye por el centro del escenario. El color blanco domina en todos los elementos que la componen, contrasta con el vestuario que es en tonos negros y grises. La iluminación acentúa el tono álgido, se abraza con el relato.

Consulta precios y horarios de la obra, aquí.

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