Por Luis Santillán/ En el 2009, Alejandro Román ganó el Premio Nacional de Dramaturgia Fernando Sánchez Mayans con la obra Aullido de mariposas, con ese texto Román logra pulir su exploración sobre las herramientas de narración escénica y, al mismo tiempo, da un giro en la temática de sus obras. Son dos las líneas anecdóticas que desarrolla en Aullido de mariposas, se mantienen de manera paralela, haciendo un juego de espejos a partir de los temas que aborda las historias, en algún momento logra que las líneas entren en contacto, que los personajes se encuentren y el efecto que se produce tiene mucha fuerza.
Juan Manuel García Belmonte lleva a escena el texto de Román, la puesta en escena se estrenó en León, Guanajuato y ahora la Sala B de La Teatrería es el espacio donde se lleva a cabo una breve temporada.
La propuesta de García tiene bloques donde construye un universo para contener el texto, pero tiene otros donde confía plenamente en la palabra y deja que ésta quede expuesta; esto provoca la sensación de tener un montaje inacabado, es decir, hay bloques donde la escena acompaña al texto para darle un matiz o profundidad, se construyen imágenes y se acciona la interacción de las actrices, sin embargo, hay momentos donde nada ocurre más allá de la narración, el resultado es impreciso en tanto la propuesta de dirección. No es una puesta en escena que radicalmente ponga el texto y las herramientas de la narración escénica como el recurso para construir, pero tampoco es aquella que se apropia del texto para colocarlo sobre un dispositivo que explore la lectura del director. Queda más la sensación de estar ante una lectura dramatizada, en tanto la “hibridación” del formato presentado.
Adriana Pineda y Romina Di Nardo son las actrices, ambas se esfuerzan todo el tiempo; los resultados son desiguales, no terminan de llegar cabalmente a donde están direccionados los bloques, cuando el personaje tiene implicaciones emotivas que lo vulneran las acciones se van construyendo, va sucediendo la evolución emotiva, pero cae, se detiene como si el marcaje impidiera la conclusión del momento; cuando debe quedar expuesta la sensualidad y sexualidad del personaje aparece un filtro de pudor, de timidez, no queda claro si ésta proviene de la propuesta de dirección o sólo es un incidente de la función presenciada. Di Nardo tiene un personaje mejor construido, con matices emotivos más logrados, esto no implica que Pineda haga un mal trabajo, sólo se queda un poco atrás de su compañera, lo lamentable es que a pesar del trabajo de ellas, la dirección no logra que la puesta en escena tenga la brutalidad que el texto contiene.
Aullido de mariposas es una propuesta del acercamiento que tiene Román al teatro documental, ese que parte de las notas reales del periódico, y eleva la temática al campo de la ficción proponiendo dos personajes complejos en una estructura estimulante, el trabajo de las actrices tienen buenos momentos y, a pesar de que algo falla en tanto la apropiación del personaje, logran que el horror capturado en el texto llegue al espectador.
Ésta es una oportunidad de ver el lado oscuro de esta ciudad.
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