Por Gina Fierro/ Para el teatro no hay edad y es que éste tiene cabida para niños, jóvenes, adultos y ancianos. No obstante, muchas veces se omite al público más joven -al que constantemente se le prohíbe la entrada a los teatros-, el público de la primera infancia, los bebés.

¿Imaginas cómo sería una obra de teatro para un bebé? En este especial hablamos con profesionales que dedican su teatro a un público poco visitado, con propuestas escénicas que logran un diálogo entre el actor y una persona de tan solo meses de edad.

“Sostenemos nuestro trabajo como una propuesta artística orientada a un público específico, en este caso, a los niños entre los 0 y 3 años”, apunta Adrián Hernández, integrante de la compañía Teatro Al Vacío, la cual cuenta con 10 años de trayectoria en el quehacer escénico infantil. En entrevista, el actor señala que el motivo de la agrupación, conformada por Hernández y José Agüero, fue principalmente atender a un público que tiene poco acceso al teatro, “veíamos que no había oferta para ellos (los bebés) […] La pregunta era: ¿Cómo sería una obra que fuera realmente creada especialmente para ellos?”.

A partir de esta interrogante, ambos creadores se adentraron en la exploración escénica para ofrecer al público de la primera infancia propuestas adecuadas a sus necesidades.

¿Cuáles son las necesidades del público de la primera infancia?

Para determinar las necesidades de dicha audiencia, Adrián pone énfasis en hacer partícipes a los niños de los eventos culturales y de la vida social, de esta manera “nosotros desde la cultura podemos hacer posible y hacer valer su derecho al arte y la cultura en sus ciudades”.

Es así que los creadores reconocen a los bebés como un público con ciertas características y necesidades muy específicas, las cuales tienen que ver con el cuidado y la atención. “Es un público que tiene ciertos horarios para comer, dormir; tiene una manera específica de relacionarse con el exterior, con nosotros. Necesidades de atención, de ser visto, de ser atendido y de placer, porque es la manera en que ellos conocen el mundo y la manera en que se acercan, a partir del juego, la exploración y el placer”, explica el actor.

Por otro lado, Hernández detalla que la labor escénica de la compañía está fundamentada en la investigación y en la exploración de nuevos lenguajes escénicos, “así que el hecho de incursionar en propuestas que fueran para públicos específicos, a nosotros nos abrió una puerta muy importante”, reafirma.

De esta exploración resulta una mezcla de estilos que les ha permitido tener acceso a dichos espectadores, “hemos llevado a escena estrategias diversas para poder cubrir esas necesidades que nosotros hemos ido investigando y hemos ido conociendo a partir de distintos materiales, desde psicológica hasta educación, y por ahí también un poco de la neurociencia”.

¿Cómo es el teatro para bebés? Sin seguir una línea establecida, la compañía Teatro Al Vacío presenta espectáculos donde por medio de diversas estrategias llegan a los sentidos de los niños, con el fin de conectar -ya sea a través del contacto visual, auditivo o sensorial- con la atención de la joven audiencia. Dentro de estas características los artistas resaltan el valor del contacto visual, “es muy importante para reconocer su propia existencia, a partir del registro del otro, de la persona que lo tiene enfrente lo vea, lo perciba, y lo escuche, lo atienda”.

Por otro lado, Hérnandez habla sobre la integración de los elementos a la escena, a través de los cuales motivan a los asistentes al juego. “Esos recursos escénicos -la voz, el sonido, la música, el movimiento, los objetos, la luz- tienen que ser manejados siempre de manera muy sutil para que el impacto no sea fuerte, que sea bien recibido y bien percibido por ellos, y que no rebase un límite de percepción. Si nosotros saturamos de recursos, los niños se van a cerrar, van a generar un estado de protección en el que cierran su percepción, se duermen o sencillamente no atienden”, explica.

A esta fórmula, la compañía añade una duración que no rebasa los 30 minutos y una especie de convivencia al término de la función donde las posibilidades del bebé se abren al permitirle interactuar con lo que habita en la escena, así como con los demás asistentes.

Ofrecer experiencias únicas, NO teatro estimulante

Aunque el lenguaje del teatro para bebés inevitablemente estimula los sentidos de sus espectadores, Adrián enfatiza que no se trata de una propuesta de teatro que tenga como finalidad estimular a los niños.

“Nosotros tratamos de no usar la palabra ‘estimulación’, porque nos lleva al tema de la ‘estimulación temprana’, que se relaciona también con lo pedagógico o con el ámbito de la educación”, refiere el actor sobre el quehacer de la compañía. A partir de esta premisa, el trabajo de los creadores se enfoca en experimentar ambientes que ofrezcan una experiencia significativa a su público.

Se trata de una labor que al mismo tiempo intenta hacer valer los derechos de los niños al arte y la cultura, “como cualquier otro ciudadano, de cualquier otra edad”, reafirma el actor.

Los papás también se emocionarán

De acuerdo con los creadores de teatro para bebés, a la experiencia de los infantes se suma la experiencia de los padres, quienes al ver a sus hijos interactuar en otros ámbitos, terminan por conmoverse. “Para los padres y madres es muy emocionante, reconocen otras facetas de sus hijos, porque en muchos de los casos es la primera vez que asisten a una obra de teatro o a un evento social y cultural […] donde se encuentran con otros pares, iguales, con otros de su misma edad que están en la misma situación”.

“Los padres construyen la experiencia, desde su emoción, desde su estar, desde su calidad de presencia”, asegura el actor.

Por otra parte, son los artistas quienes invitan a los padres a sumarse a esa atmósfera, adelantándoles que no deben esperar un respuesta específica de los infantes. Es decir, cualquier respuesta del niño es válida, incluso aunque éste no interactúe y sólo observe.

“Sucede que algunos niños no quieren y no necesitan entrar (a la escena), no quieren y no necesitan jugar o tocar, ni nada, y eso está bien. Sólo necesitamos hacerles saber a los papás que no tienen que obligarlos, que sus hijos no tienen nada de malo por no querer jugar o no querer entrar al espacio, y que todo está bien”, añade el entrevistado.

De esta manera, la respuesta de un bebé puede ser tan diversa y tan impredecible que su experiencia dependerá de un sin fin de razones que definan el momento.

“No negamos el valor que puede llegar a tener (en el bebé) el hecho de asistir a un evento cultural, como cualquier otra persona, que siempre tiene un impacto y que siempre puede ser movilizadora y puede provocarte emociones, ideas, reflexiones. En ese sentido, un evento de esa naturaleza siempre implica un crecimiento o tal vez, entender algo o cambiar el punto de vista, esas son cosas que tienen que ver con la subjetividad de cada individuo o de cada persona”, concluye el entrevistado.

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